España - Andalucía

Providencial 'Manon' de Blancas

Paco Bocanegra
martes, 27 de marzo de 2001
Málaga, viernes, 16 de marzo de 2001. Manon, ópera en cinco actos de J. E-F. Massenet. Libretto de H. Meilhac y P. Gille, basado en el relato Historie du Chevalier des Grieux et Manon Lescaut, de A. F. Prévost d´Exiles. Estrenada en la Ópera Cómica de París el 17 de enero de 1884. Intérpretes solistas: Ángeles Blancas (Manon), Marc Hervieux (caballero des Grieux), Marcin Bronikowsky (Lescaut), Soon-Won Kang (conde des Grieux), Hugo Monreal (De Brétigny), Rubén Amoretti (Guillot de Monfortaine), Carmen Acosta (Pousette), María Mendizábal (Javotte), Thäis de la Guerra (Rosette), Luis Pacetti y Carlos Ruiz (guardias), Pablo Lamothe (posadero). Producción escénica del Teatro Arriaga de Bilbao. Director escénico: José Antonio Gutiérrez. Orquesta y Coro de Ópera “Ciudad de Málaga”. Director del coro José Manuel Padilla. Director musical: Julián Reynolds.
0,0001326 Manon de Massenet es una de las más populares óperas francesas, tan sólo superada en número de representaciones en el repertorio habitual por Carmen y Fausto. En ella su autor realiza, además de un retrato femenino fascinante cuya complejidad permanece coherente con el personaje de la obra del abate Prévost, una evocación exquisita del ambiente rococó de esa época, a la que corresponde una música delicada y elegante, de gran lirismo y fluidez.Esta bella ópera constituía, como cuarto título de la temporada del Teatro Cervantes de Málaga, una de las más prometedoras esperanzas de su programación, finalmente defraudada en buena parte el día del estreno. El motivo fue la interferencia de los desaciertos de los elementos extramusicales de la representación con la producción musical, que sin la baza un elenco vocal con una protagonista sobresaliente y en su conjunto digno hubiera naufragado irremisiblemente.La representación estuvo dominada por Ángeles Blancas, cuya presencia fue especialmente agradecida por cuanto vino precedida de confusos rumores de cancelación a causa de una indisposición de la soprano. Sin embargo, su interpretación fue la propia de una artista de raza y gran talento que sedujo al teatro desde su primera escena. Vocalmente tampoco mostró síntomas de malestar o fatiga, sino que, por el contrario, en el aria de salida Je suis encore tout étourdie apareció ya bastante templada, con un fraseo delicado y expresivo que supo sacar partido al rico colorido de su voz, especialmente en el registro central y grave. Si acaso se le pudo achacar cierto descontrol en las notas más altas, donde el sonido se vuelve más metálico, como ocurrió en el acto tercero en su arioso Je marche sous tous y la gavota Obeissons quand leux voix. Un detalle nimio en cualquier caso. Ángeles Blancas es de esas cantantes dotadas con el suficiente temperamento escénico como para hacer pasar desapercibidos con el espejismo de su recreación pecados mucho más graves. Esta total asunción de su personaje agradó especialmente por la manera directa de comunicar la inestabilidad de las emociones de la adolescente, desde la ligereza de su predilección por la vida mundana –precioso Voyons, Manon, plus de chimères- a la ingenua vehemencia de su pasión, de la atracción irresistible del dúo con des Grieux en el locutorio del seminario al patetismo de la muerte. Una fiesta para los sentidos.A su lado, el tenor canadiense Marc Hervieux hizo gala de una buena línea de canto que se vio comprometida, no obstante, por unas dotes dramáticas más bien toscas y en las que la exteriorización de sus gestos contrastaba visiblemente con la introspección psicológica de Blancas. Una tendencia a la exageración todavía matizada en los dúos con la protagonista y en sus intervenciones solistas de los dos primeros actos –valga el ejemplo de En fermant les yeux-, pero que le impulsó a dar una versión fallida en su principal escena, la del recitativo y aria del tercer acto Je suis seul... Ah! Fuyez, douce image. Se rehizo paulatinamente, a pesar de la irregularidad el cuarto acto, desde este punto hasta el final.Del resto del reparto destacar la solidez del bajo Soon-Won Kang como conde des Grieux y la desenvoltura del Lescaut de Marcin Bronikowsky, así como un trío de actrices competente aunque no siempre en perfecta sintonía. El Coro de Ópera Ciudad de Málaga ofreció una buena prestación, bien conjuntado y de sonido compacto, destacando su tercer acto.En cuanto a la producción escénica procedente del Teatro Arriaga resulta no ya difícil sino imposible hacer una valoración comedida. En una palabra: indecorosa. Propia de una representación escolar, vulgar, carente por completo de toda imaginación y de ejecución técnica burda e ineficaz. Una escenografía no es un conjunto de absurdas escaleritas de conglomerado de madera al azar del terror al vacío y telones decorados por un pintor de brocha gorda simulando unas arquitecturas imposibles, así como un vestuario de la época jamás podría tener esas gamas de colores horribles ni esa profusión de ridículos penachos de plumas. Un fracaso completo. Ante la carencia de medios se debería emplear más la imaginación y menos la pretenciosidad. Un bochorno para el Teatro Cervantes y su público, que merece algo bien diferente, y un parco servicio cultural a una ciudad que actualmente es la quinta por su número de habitantes del país: ¿para cuando la normalidad operística en esta capital?En semejante contexto la dirección escénica no pudo destacar y de hecho no lo hizo, como tampoco ocurrió con la lectura plana que desde el foso hizo de la partitura Julian Reynolds, que no supo o no pudo extraer de la orquesta de manera satisfactoria todo el colorido y las sutilezas de esta refinada obra de atmósfera romántica y vagamente sensual.
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