España - Madrid

El Ensemble Court-Circuit de Paris

Juan Krakenberger
jueves, 24 de mayo de 2007
Madrid, lunes, 21 de mayo de 2007. Auditorio 400 del MNCARS. Ensemble Court-Circuit (Jérémie Fèvre, flautas, Pierre Dutrieu, clarinetes, Aline Piboule, piano, Eve Payeur, percusión, Marie Charvet, violín, Béatrice Gendek, viola Alexis Descharmes, violonchelo) Director: Jean Deroyer. Michel Galante: Watercolors. Fernando Villanueva: Variaciones del aire II. Allain Gaussin: L’harmonie des sphères. Rolf Wallin: The Age of Wire and String. Tristan Murail: La barque mystique. Temporada del CDMC de Música Contemporánea. Asistencia: 65 % del aforo
0,0001259 No cabe duda que la música contemporánea se cultiva con asiduidad en Francia. Ya van varios grupos franceses que han sido presentados en este ciclo organizado por el Centro para la Difusión de la Música Contemporánea del INAEM. Éste “Ensemble Court-Circuit” , más bien reducido – formado por apenas siete músicos – encara las cosas desde un punto de vista camerístico, y no orquestal. No obstante trabajan bajo un director. Es así como logran efectos sonoros sorprendentes, recurriendo a recursos técnicos sofisticados. Los siete son consumados intérpretes de sus respectivos instrumentos, destacándose unos más que otros. Me impresionó la percusionista, tan hábil con sus tambores y platos como con el vibráfono, que toca con cuatro palillos – una destreza que siempre he admirado. El flautista, que toca con sonido de calidad las dos flautas grandes y el piccolo, el clarinetista que domina también el clarinete bajo (que se parece a un saxófono), la violinista que hizo gala de una técnica superior, y la pianista que no solo logra arrancar sonoridades sorprendentes, sino también se las arregla para preparar el piano para que produzca golpes secos y actúe así como instrumento de percusión.

De las cinco obras, cuatro fueron estrenos en España, y tres contaron con la presencia de sus respectivos compositores. Como siempre, el programa de mano trae minuciosa información sobre la intención de los creadores de cada obra, esta vez redactado por Ramón del Castillo y colaboradores, y con profusas citas de los propios compositores.

El concierto se inició con “Watercolors” de Michel Galante, una obra que ocupa el conjunto en completo y dura unos 7 minutos. Empieza con trazos enérgicos, y luego hay una parte expresiva, en 6/8. Capta la atención con facilidad y su escucha resulta interesante.

Del joven compositor de Ciudad Real Fernando Villanueva, escuchamos sus “Variaciones del Aire II”, para Flauta, Clarinete bajo, Violín, violoncheloy Piano. Se trata de una especie de “Chacona” – una frase básica que sufre luego toda clase de transformaciones. Lenguaje fluido, variado, bien sonante, que se escucha con agrado. Duración, unos 6 minutos.

De Allain Gaussin, “L’harmonie de sphères”, cuenta con piano, clarinetes normal y bajo, flautas y piccolo, violoncheloy percusión, y dura unos 12 minutos. Empieza con un solo de vibráfono brillante, y luego recurre a frecuente uso de “glissandi”, con “crescendos” para acentuar sus efectos. La percusionista también invade al piano con palillos y, en realidad, es la protagonista de la pieza. El sonido conjunto es interesante – el contenido musical recurre a lugares comunes, material tal vez un poco corto para 12 minutos. Pero sobre gustos no hay nada escrito.

Jean Deroyer dirigió con precisión y supo extraer el máximo de su grupo de intérpretes, compartiendo con ellos los aplausos de los asistentes, y los tres compositores presentes saludaron y agradecieron a los intérpretes sus prestaciones.

En la segunda parte del programa, dos obras. En primer lugar, otro estreno en España, “The Age of Wire and String” del noruego Rolf Wallin, para piano (en parte, preparado para hacer percusión), flautas (piccolo inclusive), clarinete y clarinete bajo, violín, viola y ‘cello. Se trata de siete miniaturas, alguna que dura ni medio minuto, otras que tienen una duración de alrededor de 3 minutos. Todas tienen carácter diferente, y sonoridad característica propia, ya sea con aire soplado, arpegios, volatilidad, o tranquilidad, glissandi o “clusters”. Por ello, por la gran variedad, esto es divertido y se oye con curiosidad.

Y para terminar, un clásico del conjunto, “La barque mystique” de Tristan Murail, basado en un cuadro de fines del siglo XIX, estrenado en 1993. La obra dura unos 12 minutos y está escrita para flauta, clarinete, violín, violonchelo y piano. Se trata de tres episodios, de lenguaje mucho más moderno que la pintura en que se inspira, usando microtonos, ritmos fluctuantes, timbres diversos. Interesante fin de fiesta de este pequeño conjunto que nos visita, y que fue cálidamente aplaudido.
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