España - Galicia
Probablemente, la mejor opereta de la Historia
Lope de Osuna
El éxito, más bien discreto, de la representación del jueves 5 en La Coruña estuvo basado sobre todo en dos sólidos pilares: la calidad musical de los conjuntos -Sinfónica de Galicia y Coro de la Comunidad de Madrid- y la teatral de la producción. Ésta se desarrolla sobre una escenografía de Gregori Graziano realizada en fondos y telones negros sobre los que destacan elementos móviles. Su sobriedad de líneas y elementos corpóreos realza los elementos solemnes de libreto y partitura por encima de los humorísticos y festivos que, no obstante, tienen su presencia en los momentos que así lo requieren. La luminotecnia de Guido Levi destaca con acierto los diferentes momentos del libreto y toda la dramaturgia contenida en la partitura mozartiana. El vestuario de Carla Teti y los elementos móviles de la escenografía (¡qué belleza tienen esas marionetas de Tamino y Pamina en la escena de las pruebas del fuego y del agua!) contribuyen con discreción a la buena marcha de la representación. La coreografía de Alessandra Sini logra movimientos muy plásticos de conjunto y, frente a extravagancias tan a la moda, favorece el necesario sosiego para que los cantantes puedan ejercer adecuadamente su función.
Maite Alberola y Erika Miklósa
Fotografía © 2007 by Festival Mozart
Fotografía © 2007 by Festival Mozart
La noche luminosa
Entre éstos, descolló claramente Erika Miklósa. Su 'Reina de la Noche' es una de las más brillantes que se pueden encontrar a día de hoy sobre un escenario.Su voz tiene la coloratura y la agilidad propias del vuelo de una libélula, su timbre es brillante, solar; y su canto tan luminoso que llega a convertir el nombre de su personaje en un oxímoron. La afinación, perfecta, clavando incluso el fa sobreagudo de la primera aria, 'O zittre nicht...' de la que hizo una versión de referencia. Recibió la mayor ovación espontánea de la noche por su interpretación de 'In diesen heil’gen Hallen...' lo que, aparte de habitual por la gran popularidad de la pieza, resultó de estricta justicia. Su dominio técnico del papel es tal que se permite frasear y expresar musical y dramáticamente como pocas intérpretes actuales pueden hacerlo.
El ‘Papageno’ de Expósito dio la sensación de solidez dramática que necesita el clásico pícaro teatral, con el añadido de una vocalidad asimismo sólida y de gran calidad por su timbre, emisión, proyección y expresividad vocal. Su personaje es tal vez el más agradecido teatralmente de la obra (no en vano Schikaneder lo escribió para interpretarlo personalmente) y es lógico el éxito cuando se hace bien. Lo que no es nada habitual es que a ‘Papageno’ y ‘La Reina’ se les haga el honor de salir los dos últimos a recibir el aplauso final individualizado (es un orden se fija en el ensayo general), como se hizo el jueves.
Alex Expósito, Sigrid Plundrich, Mireia Pintó y Marta Knörr
Fotografía © 2007 by Festival Mozart
Fotografía © 2007 by Festival Mozart
Teatralmente, Muzek da más el tipo de postulante a una congregación que el de héroe y sus esfuerzos en este último aspecto fueron menos fructíferos. Aunque la colocación de su voz fue algo irregular al comienzo de su actuación, vocalmente fue a más a lo largo de la noche. Algo en común con Alberola, que también dio algo más de rendimiento vocal que dramático. El ‘Sarastro’ de Coliban se perdía en el registro grave; una lástima, ya que compone físicamente bien el personaje y en el resto de registros tiene una voz potente y adecuadamente timbrada.
Halász dice bien su ‘Papagena’, pero su voz se tensa en demasía para su parte del dúo con ‘Papageno’, que uno siempre recuerda con la claridad y color de una pintura naïf; Gierlach hace un ‘Orador’ de buen porte vocal y escénico; el ‘Monóstatos’ de Sacher quedó algo desdibujado y el resto de solistas y comprimarios hicieron dignamente sus partes. Tuvieron unas actuaciones muy adecuadas a sus papeles las 'Tres Damas' y los 'Tres Genios'. En éstos, el especial encanto tímbrico de las auténticas voces blancas fue un plus que no puede alcanzar nunca un trío de voces femeninas. Ambos conjuntos, como los protagonistas en los concertantes, fueron bien ajustados por Ros-Marbá en su labor como concertador.
El maestro barcelonés hizo una lectura de La Flauta acorde con el enfoque escénico, destacando también en la música los aspectos solemnes y rituales de la partitura por encima de los más ligeros, en un Mozart bien servido por coro y orquesta. El Coro de la Comunidad de Madrid, que prepara Jordi Casas, crece a ojos vista y su ductilidad para adaptarse a las órdenes de la batuta de Ros-Marbá estuvo a la altura de sus mejores actuaciones en La Coruña, por presencia, afinación y precisíon. Fue de destacar el empaste de las voces masculinas en los himnos del Templo y la sensación de júbilo lograda en el coro final del primer acto.
La Orquesta Sinfónica de Galicia es a día de hoy uno de los mejores ‘instrumentos’ mozartianos que se pueden encontrar y a Ros-Marbá le va bien el repertorio del salzburgués. Hubo mucho Mozart en tuttis, por secciones y en solos. De éstos, destacaron por su calidad el fagot de Mary Ellen Harriswangler y el fraseo conjunto de la flauta de Claudia Walker y el timbal de José Belmonte en la escena de las pruebas del fuego y el agua.
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