Discos

Martha Argerich y sus amigos

Juan Krakenberger
jueves, 26 de julio de 2007
Martha Argerich and Friends: Live from the Lugano Festival 2006. Robert Schumann: Cuarteto con piano, op. 47; Fantasiestücke, op. 73; Trío con piano nº1, op. 63. Felix Mendelssohn: Sonata para violonchelo y piano nº2, op. 58. Sergei Taneyev: Quinteto con piano, op. 30. Claude Debussy: Dos Nocturnos (transcripción de Maurice Ravel). Alfred Schnittke: Sonata para violín y piano nº1. Friedrich Gulda: Concierto para violonchelo y orquesta. Martha Argerich, Nicholas Angelich, Karin Lechner, Polina Leschenko, Gabriela Montero, Sergio Tiempo y Lilya Zilberstein, piano. Renaud Capuçon, Lucy Hall, Alissa Margulis, Dora Schwarzberg, violín. Lida Chen y Nora Romanoff-Schwarzberg, viola. Jorge Bosso, Gautier Capuçon, violonchelo. Sergei Nakariakov, flügelhorn. Dirección artística: Martha Argerich; ingenieros de sonido: Ulrich Ruscher y Wolfgang Müller. Tres discos compactos DDD grabados en junio de 2006 en el Auditorio Stello Molo y en el Palazzo dei Congressi de Lugano (Suiza). EMI Classics 0946 3 8924128
0,0002805 Desde el año 2002 se realiza en Lugano el “Proyecto Martha Argerich”, que empezó por iniciativa de Jurg ‘Abdul’ Grand, y que ahora se halla bajo la exclusiva dirección de la titular del evento. De los conciertos se realizan grabaciones en vivo, y son éstas las que se escuchan en este álbum de tres cedés, tocadas por diferentes elencos, todos ellos compuestos por Martha Argerich o familiares y amigos de ella.

La trayectoria de esta pianista argentina, nacida en Buenos Aires en 1940, es impresionante. Recuerdo haberla visto en la televisión argentina tocando con unos tacos añadidos a sus zapatitos para poder alcanzar los pedales, tenía apenas 8 años. Que finalmente se haya decidido a centrar sus actuaciones en Europa, después de vivir varios lustros en América, se manifiesta a través de su cada vez mayor implicación en la música de cámara.

No hay ningún instrumentista de relieve que no quisiera tenerla como colaboradora. Su musicalidad, su manera de encarar la música, es explosiva: pone cuerpo y alma al servicio de la expresión, y ello se manifiesta en cada nota que toca. Y cuando encuentra algún correligionario que piensa en la misma dirección, en seguida se producen lazos de amistad y confraternidad, y todo ello sale a relucir en este “Proyecto” de Lugano, que puede compararse con lo que para el violín hace Gidon Kremer desde hace muchos años en Lockenhaus, pero -como es lógico- centrado alrededor del piano. Ella también encabeza festivales en la Argentina, pero este evento de Lugano está creciendo en importancia con cada edición, y estas grabaciones lo atestiguan.

Para no alargar excesivamente esta crónica, haré breves comentarios de cada obra, y sus intérpretes, señalando desde ahora que se trata mayormente de música que no se escucha con frecuencia en las salas de concierto, lo que sorprende considerando su alta calidad. Resulta curioso, en este contexto, que las músicas más conocidas (las Fantasiestücke de Schumann y la obra de Debussy) se tocan aquí en transcripciones, una hecha por Maurice Ravel que suena increíblemente bien.

Schumann: Cuarteto con piano op. 47 (Marta Argerich, piano; Renaud Capuçon, violín; Lida Chen Argerich, viola; Gautier Capuçon, violonchelo). Desde los primeros compases de esta obra hay magia sonora. Y en el desarrollo, la manera como Argerich frasea secuencias de semicorcheas rápidas es sencillamente prodigiosa. También en el ‘Vivace’ final hay enorme energía. Los movimientos centrales se caracterizan por lo caprichoso del ‘Scherzo’, y la lírica del ‘Trío’, mientras que el ‘Andante’ suena como una plegaria serena. La actuación de los hermanos Capuçon es, como siempre, de gran calidad, y lo mismo vale para la viola de Lida Chen (cuya parte es menos problemática, como siempre en obras de Schumann, que cuidaba la parte de viola que él solía tocar). Es notable la calidad sonora, no oyéndose ningún ruido del público, pero sí entusiastas aplausos al final de la obra.

Mendelssohn: Sonata para violonchelo y piano nº2 op 58 (Gabriela Montero, piano; Gautier Capuçon, violonchelo). Esta sonata, la segunda de las dos que escribiera Mendelssohn, data del año 1843 y tiene cuatro movimientos. El ‘Allegro’ inicial es avasallador, y destaca la gradual preparación de la coda, a través de una tensión y dinámica cada vez mayor. El ‘Allegretto’ es coqueto, alternando con un ‘Trío’ de gran vuelo romántico. El ‘Adagio’ empieza con una larga introducción del piano, y es grandilocuente. Y el ‘Molto Allegro’ final es brillante, casi agresivo, exigiendo de ambos intérpretes plena entrega. Gabriela Montero nació en Caracas en 1970, y su niñez tiene ciertos paralelos con la Argerich: también debutó a los ocho años de edad, y ha hecho una importante carrera en este mundo plagado de buenos pianistas. Gautier Capuçon toca con la total entrega a que nos tiene acostumbrados, y su colaboración con el piano es notable y meritoria.

Schumann: Fantasiestücke op 73 (Martha Argerich, piano; Sergei Nakariakov, flugelhorn). Estas tres piezas, originalmente escritas en 1849 para clarinete y piano, con versiones posteriores autorizadas por el compositor para violonchelo o violín, también han sido adaptadas a otros instrumentos, que en este caso es el ‘flügelhorn’, una especie de trompa o clarín. Las melodías son conocidas sobre todo a través de la versión para violonchelo, y son una demostración más de cómo Schumann dominaba la forma breve. Sorprende la agilidad de Sergei Nakariakov en este instrumento de viento; y la Argerich borda su acompañamiento con mucho mimo. Se entiende fácilmente que esta música le es cara: está magistralmente escrita para el piano.

Schumann: Trío con piano nº1 op 63 (Nicholas Angelich, piano; Renaud Capuçon, violín; Gautier Capuçon, violonchelo). Este trío data de 1847, y su estilo es un poco diferente de las otras obras de música de cámara del compositor. Tiene cuatro movimientos, cuyos títulos dan una idea sobre el contenido: 1) Mit Energie und Leidenschaft (con energía y pasión), 2) Lebhaft, doch nicht zu rasch (vivo, pero no demasiado rápido), 3) Langsam, mit inniger Empfindung (lento, con sentimiento profundo) y 4) Mit Feuer (con fuego). La interpretación es sensacional: esto suena a gloria, y el balance entre piano y cuerdas es perfecto. El pianista trabaja asiduamente con los hermanos Capuçon, y si bien nació en los Estados Unidos, se formó en Francia, y esto hace que encaje perfectamente en este grupo que se forma en torno a Argerich.

Taneyev: Quinteto con piano op 30 (Lilya Zilberstein, piano; Sora Schwarzberg y Lucy Hall, violines; Nora Romanoff-Schwarzberg, viola; Jorge Bosso, violonchelo). Esta importante obra, que dura 45 minutos, no se oye casi nunca, y con cierta razón: no puede competir con los quintetos de Schumann, Brahms o Dvorak, para nombrar los más importantes compuestos en estilo romántico. Taneyev (1856-1915) también compone en estilo netamente romántico, pero en toda la pieza no hay una sola melodía o algún tema que uno pueda recordar con agrado: todo está muy bien compuesto, pero hay un academicismo subyacente que domina sobre la creatividad. Además, esta vez el balance sonoro entre cuerdas y piano no está, a mi juicio, bien logrado (las cuerdas suenan alejadas, y nunca adquieren un papel protagonista -¿habrá sido a propósito?-) Con todo, un análisis de las diferencias entre una de aquellas obras maestras y ésta, muy correcta, es revelador. La versión está bien, algo pálida sonoramente.

Debussy: Deux Nocturnes (Sergio Tiempo y Karin Lechner, pianos). ‘Nuages’ y ‘Fètes’ son los dos nocturnos de Debussy -por demás conocidos en su versión orquestal- que Maurice Ravel transcribió de forma magistral para dos pianos. Es casi increíble que la rica paleta de colores que utiliza Debussy en su original pueda traducirse al piano, pero la maestría de Ravel logra el milagro: esto suena estupendamente. ¡Que formidable música! Es una pena que esta versión no se escuche con mayor frecuencia. Desde luego, no es fácil de tocar, y por ello la excelente versión de los dos pianistas es muy meritoria. Martha Argerich sabe escoger sus intérpretes.

Schnittke: Sonata para violín y piano nº1 (Alissa Margulis, piano; Polina Laschenko, violín). Los cuatro movimientos de esta sonata, que dura unos 16 minutos, se tocan sin solución de continuidad. Compuesta en 1963, es música muy típica del compositor ruso, tonal y atonal al mismo tiempo, con temas de fácil asimilación, para evocar estados de ánimo diversos, desde serio o emotivo hasta chistoso o sarcástico. La sonata se escucha con agrado y está muy bien tocada por dos músicos que emanan evidentemente de la escuela rusa.

Y, para terminar, el Concierto para violonchelo y orquesta de Friedrich Gulda, el gran pianista del siglo XX. Este concierto casi nunca se ha de escuchar porque es, como casi todo lo compuesto por Gulda, una enorme tomadura de pelo. Que la Argerich lo haya incluido en su Proyecto Lugano 2006 la honra, como alumna de Gulda. Yo lo conocí bastante bien, porque en los años 40 y 50 él venía a Sudamérica todos los años a dar conciertos. Hasta estableció residencia, no recuerdo si en la Argentina o Brasil, por motivos fiscales. Oírle tocar un concierto de Mozart era la gloria, lo mismo que sus recitales, con clásicos y románticos, sobre todo Schubert. Pero cuando ya había acabado el programa y el público pedía una propina, la otorgaba con una maliciosa sonrisa, tocando alguna obrita propia de bastante mal gusto, como diciendo “¡Fastídiense, ustedes lo han querido!”. Cito esto porque en este concierto hay cosas por el estilo: incongruencias, como la mezcla de jazz con música campestre tirolesa, por ejemplo. El concierto tiene cinco movimientos, siendo el tercero una cadencia para violonchelo solo. La orquesta sólo consta de vientos (metales), guitarras, y percusión. Tocan integrantes de la Orquesta de la Suiza Italiana, y el solista es Gautier Capuçon, que se tomó el trabajo de aprenderlo, seguramente porque Martha Argerich se lo pidió. Es poco probable que escuchemos este concierto en público alguna vez, y solamente por esta razón ya vale la pena hacerse con este álbum, para oír algo inusitado y original: aun si no resiste el análisis.

Hay auténticas joyas en estos tres cedés, y el espíritu de la Argerich lo invade todo y le da su bendición. ¡Digna del mayor respeto!

Este disco ha sido enviado para su recensión por EMI Classics.
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