Discos

Reivindicando a Jascha Horenstein

Carlos Ginebreda
jueves, 13 de septiembre de 2007
Gioacchino Rossini, Obertura de Semiramide; Gustav Mahler, Sinfonía nº 6 en La menor “Trágica”; Carl Nielsen, Sinfonía nº 5, op. 50. Jascha Horenstein, director. Grabaciones de la BBC, registradas con la BBC Symphony Orchestra el 6 de noviembre de 1956 en los estudios de la BBC (Rossini), con la Bournemouth Symphony Orchestra el 10 de enero de 1969 en los Winter Gardens de Bournemouth (Mahler), y con la New Philharmonia Orchestra el 26 de febrero de 1971 (Nielsen). Bonus: entrevista con Deryck Cooke. John Patrick, productor ejecutivo (IMG Artists); Tony Faulkner, remasterización. Dos discos compactos ADD, con una duración total de 138 minutos. BBC Legends 4191-2. Distribuidor en Epaña: Diverdi
0,000338 Hace algunos años pude ver por televisión una película de Jascha Horenstein (Kiev, 1898-Londres, 1973) dirigiendo la Novena Sinfonía de Beethoven. La interpretación no me pareció gran cosa y mucho menos la dirección de Jascha Horenstein, que encontré deslavazada, carente de profundidad y de escasa energía (1). Naturalmente, lo primero que hice es telefonear a mi buen amigo Angel Fernando Mayo, que había visto a Horenstein en su juventud, para ver si tenía la misma opinión; y con algunos matices, su idea era la misma que la mía: una Novena poco afortunada. Esta impresión coincidió con la lectura de una serie de comentarios de cierta crítica anglosajona sobre conciertos en vivo bajo la batuta de Horenstein, en las que no quedaba muy bien parado (2). Para acabarlo de arreglar, el asunto culminó al cabo del tiempo con el hallazgo de un artículo de David Hurwitz publicado en internet bajo el título The death of the Horenstein cult (3), en el que prácticamente tacha a Horenstein de director poco pulido, falto de ideas, concluyendo en que hemos de acabar de una vez por todas con el mito de Horenstein, y sobre todo con su fama de mahleriano ejemplar.

Pero permítanme los lectores que haga un nuevo viaje en el tiempo, aún más largo, y me sitúe en 1958 en Berlín. Horenstein es reclamado urgentemente para dirigir un concierto de la Orquesta de la Radio de Berlín por enfermedad del titular, y sin dudarlo vuela desde Zúrich para regresar a la Alemania que le había expulsado por judío, para dirigir obras de Schoenberg y Brahms (la Primera Sinfonía). Parece ser que el concierto fue emocionante. Luego volvió otras veces a Alemania, pero nunca jamás se sintió integrado o rehabilitado allí. Él mismo solía decir que cuando iba a dirigir a Alemania lo hacía por poco tiempo, como director invitado, quedándose recluído en su habitación de un hotel de lujo, completamente aislado y sin relación alguna con los alemanes. Esto me recordó a la novela Reencuentro (4) de Fred Uhlman, cuando el protagonista dice “mis heridas no han cicatrizado, y quienes me traen recuerdo de Alemania, no hacen más que frotarlas con sal”. He querido recordar esta triste circunstancia, pues entiendo que, en lo personal, Horenstein estuvo seriamente afectado por el exilio y la tragedia del holocausto. Bien es verdad que también le dio por el aislamiento –personal, pues era un constante viajero-, por eso se encontraba tan bien entre los británicos (cada uno, una isla) y a la postre por una actitud nihilista ante la vida, pero sus motivos tenía.

Mas no es sólo en lo personal en lo que Horenstein merece su reivindicación y rehabilitación, sino en lo profesional y artístico. Tal vez la propia crítica anglosajona que ahora lo denigra –en parte, no unánimemente– lo ensalzó en exceso (William Mann, Donald Mitchell, Michael Kennedy, Deryck Cooke y Neville Cardus), pero también tuvieron sus motivos para destacar sus virtudes artísticas: el empeño de Horenstein en introducir la música de Mahler y Bruckner, pero también en insistir en la de Shoenberg, Berg o Webern, en la de Busoni o la de Nielsen. Es natural y respetable que a uno pueda gustarle más el Mahler de Abbado, Chailly o Jansons, con unas virtudes de precisión y belleza no hallables en Horenstein, pero es de justicia reconocer que el director de Kiev tuvo un mérito indudable al centrarse en un repertorio que muy pocos se atrevían a abordar. No le ayudó mucho ser un músico distante y exigente en los ensayos (ensayando en cierta ocasión, dijo a sus instrumentistas “hagan aquí un crescendo, no por el crescendo en sí mismo, sino para evitar a toda costa un diminuendo”; y así una y otra vez).

Horenstein era un tipo ciertamente complicado, al que Furtwängler había nombrado su asistente. En 1927, en el Festival de Frankfurt de música contemporánea, el maestro berlinés, después de ver cómo Horesntein interrumpía continuamente a la orquesta para hacer correcciones, le dijo, “Herr Horenstein, subestima usted la libertad que puede tener la visión global de un movimiento completo, en lugar de ir interrumpiendo constantemente a la orquesta”. Finalmente, tampoco le favoreció su andadura profesional itinerante (Estados Unidos, Inglaterra, Francia, países nórdicos, y en menor medida Alemania y Austria), sin puesto fijo y con la fama de director de repertorios poco trillados.

Vayamos por fin al grano. La Sexta Sinfonía de Mahler que ahora se presenta por BBC Legends no es lo mejor de la discografía de Horenstein. Horenstein dirigió esta obra sólo en cuatro ocasiones: con la Filarmónica de Estocolmo en abril de 1966 (editada por Unicorn en 1975, procedente de cintas de la radio sueca), en noviembre del mismo año, con la Sinfónica de Viena; en Helsinki con la Orquesta de la Radio de Finlandia en septiembre de 1968, y ésta que ahora se reseña. La mirada escrutadota y comprometida de Horenstein sobre una partitura tan autocompasiva y autodestructiva como la sinfonía Trágica es una opción adecuada, pero la orquesta no está a la altura de la obra y menos aún la toma de sonido. Uno se atreve a pensar que o bien las orquestas de entonces no estaban preparadas para lo que les proponía Horenstein, o bien su complejo carácter le representaba al director una dificultad añadida de comunicación, o ambas cosas a la vez.

La Quinta Sinfonía de Nielsen es otra cosa, y en este caso su recomendabilidad es absoluta, al igual que lo es la grabación en estudio de la misma partitura para Unicorn (junto con Saga Drom). El viaje que propone Horenstein a través de la niebla azul inicial para entrar seguidamente en la más sagrada oscuridad es impresionante. En el bonus, Horenstein explica a Deryck Cooke que preparó la obra para el concierto que tenía que dar Furtwängler el 1 de julio de 1927 en Frankfurt bajo los auspicios de la Sociedad Internacional de Música Contemporánea. Nielsen estaba presente, y con su natural discreción y elegancia colaboraba con el joven Jascha. Nos cuenta Horenstein que Wilhelm Furtwängler dio una interpretación fabulosa y totalmente diferente a la que había preparado Horenstein. En esta ejecución de la Quinta Sinfonía de Nielsen con la New Philharmonia se percibe el conocimiento profundo de la obra que tenía Horenstein y la calidad de la orquesta, con especial mención para de Jack McCaw (clarinete) y David Johnson (percusionista al tambor), ofreciendo un sugerente y magnífico concierto. A Horenstein le encantaba la obra, la encontraba muy original y ello se nota. Precisamente dirigiendo esta sinfonía el 1 de abril de 1971 con la Orquesta de Minnesota no pudo terminar el concierto, pues sufrió un ataque cardíaco.

Los registros recuperados por BBC Legends no se caracterizan por la bondad de su sonido, pero van acompañados de una buena presentación y un artículo laudatorio y con abundante información firmado por Joel Lazar.

Ya para terminar, puede añadirse una incógnita más a la complejidad de Horenstein, pues resulta realmente chocante que aceptase al final de sus días dirigir Parsifal en Covent Garden. De hecho, Horenstein murió en uno de los ensayos. Nunca podremos saber si fue la redención de un nihilista.

Este disco ha sido enviado para su recensión por Diverdi

Notas

(1)    Concierto celebrado en París en la Sala Pleyel, el 31 de octubre de 1963, con la Orquesta Nacional de Francia y el Coro de la Radio Televisión Francesa, siendo los solistas Pilar Lorengar, Marga Höffgen, Josef Traxel y Otto Wiener. Existe al parecer también un documental de la BBC titulado Expansiva y dedicado a Carl Nielsen, en el que puede verse a Horenstein dirigiendo la Quinta Sinfonía del compositor danés.

(2)    Cuando Richard Osborne ha criticado en Gramophone diversas sinfonías de Bruckner por Horenstein, se inclina en la actualidad claramente por el Horenstein bruckneriano antes que mahleriano. Véanse los números de septiembre de 1999, para la Octava y Novena de Bruckner (BBC Legends 4017-2) y el número de julio del 2000 para la Quinta (BBC Legends 4033-2). La pionera grabación de Horenstein de la Séptima de Bruckner con la Filarmónica de Berlín (1929) ha sido siempre unánimemente elogiada.

(3) Véase el artículo completo


  (4) La obra Reencuentro de Fred Uhlman (Tusquets, Barcelona 1987) es una novela corta pero de gran hondura y sensibilidad. Su continuación se encuentra en Un alma valerosa (Cuadernos del Bronce, Barcelona 1996); y junto con la más cruda, El retorno (Cuadernos del Bronce, Barcelona 1997), forman una trilogía imprescindible.
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