Canadá

Una velada francamente inolvidable en homenaje a Robert Savoie

Horacio Tomalino
lunes, 12 de noviembre de 2007
Québec, sábado, 27 de octubre de 2007. Ópera de Quebec. Grand Theatre de Quebec. Otello, ópera en cuatro actos con música de Giuseppe Verdi y libreto de Arrigo Boito, basado en la tragedia del mismo nombre de William Shakespeare. Estreno: Milán, Teatro alla Scala, el 5 de febrero de 1887. Brian Deedrick, dirección escénica. Elenco: John Mac Master (Otello), Michele Capalbo (Desdemona), John Fanning (Yago), Kurt Lehmann (Cassio), Emilia Boteva (Emilia), Gregory Atkinson (Montano), Benoit Boutet (Roderigo), Joseph Rouleau (Ludovico). Coro y orquesta de la Ópera de Québec. John Keenan, director musical. Temporada 2007-8
0,0002872 Con la calidad de siempre, la Ópera de Québec inició su temporada 2007-8 presentando el Otello verdiano, un titulo ausente desde hacia ya bastante tiempo de los escenarios locales.

A cargo del rol protagonista, el tenor canadiense John Mac Master -quien hacía a la vez su debut en el rol- demostró poseer los medios adecuados para encarar esta devastadora parte. La voz se mostró potente, compacta y bien proyectada, lo que en buena medida resultó clave para evaluar su rendimiento general. En lo particular, el personaje debe evolucionar tanto en el aspecto vocal como en lo interpretativo. Si su ‘Gia nella notte densa…’ fue todo lirismo y virtuosismo, no puedo decirse lo mismo de su ‘Esultate!’ donde el tenor no se encontró todo lo cómodo a esperar en los agudos, ni en su ‘Dio mi potevi…’, donde su caracterización careció de toda esa violencia tan propia al personaje. De todos modos, Mac Master tiene un importante capital vocal que seguramente irá afianzándose en sus próximas incursiones en este rol.



John Mac Master (Otello) y John Fanning (Yago)
©2007 by Louise Leblanc. Gentileza de la Ópera de Quebec

A diferencia del tenor canadiense, quien no tuvo ni los medios ni la capacidad interpretativa para componer el rol del alférez ‘Yago’ fue John Fanning. El barítono canadiense posee una voz grande que sólo impactó por el hecho de estar adecuadamente encauzada y técnicamente bien controlada, pero no obstante este hecho, su ‘Yago’ terminó haciendo agua por los cuatro costados. En este tipo de roles es vital el modo en que se dice cada palabra y la intencionalidad con la cual se refuerza cada frase, pues bien, Fanning está bien lejos de poder brindarle a su parte nada de todo esto. Por momentos incluso hasta se tiene la sensación de que no conoce lo que se está diciendo o sucediendo. Y es así como, ni su ‘Credo’ ni nada de lo que hace o dice en la ópera asusta, y termina convirtiendo un rol que da para infinitamente mucho más en una sombra de si mismo.

Como ‘Desdémona’, la soprano canadiense Michele Capalbo desbordó de nobleza y absoluto dominio del personaje, deslumbrando ya desde su entrada por una voz rica en matices y una apabullante facilidad para las notas en piano y filadas. Sin duda, el momento más emocionante de la noche vino de la mano de su emotiva aria y de su ‘Ave Maria’, no apta para cardíacos.



Michele Capalbo como ‘Desdémona’
©2007 by Louise Leblanc. Gentileza de la Ópera de Quebec

Sólido y bien plantado, el ‘Cassio’ del tenor Kurt Lehmann contribuyó a elevar aun más el ya de por si alto nivel de los solistas.

El resto de los roles comprimarios fueron eficientemente cubiertos por elementos vocales entre los que destacó la magnifica ‘Emilia’ de la mezzo-soprano búlgara Emilia Boteva. Un desmedido lujo para un rol de tan poco lucimiento.

Un comentario aparte merece la prestación del veterano y ya mítico Joseph Rouleau como ‘Ludovico’, quien con una descomunal presencia escénica volvió a encarar el mismo rol que cincuenta años antes había debutado junto a Joan Sutherland y Ramon Vinay en el Covent Garden. ¡Chapeau!



Momento de la representación
©2007 by Louise Leblanc. Gentileza de la Ópera de Quebec


El coro de la entidad estuvo a la altura de las circunstancias, más allá de que resultó un tanto insuficiente por falta de gente en el ‘Fuoco di gioia’.

La orquesta de la Ópera de Québec fue dirigida con brío y ejemplar tensión dramática por el Mtro. John Keenan, quien siempre se mostró atento al trabajo de cada uno de los integrantes sin por ello caer en una lectura condescendiente.

La puesta en escena de Brian Deedrick fue otro de los factores que hicieron de este espectáculo una de las mejores presentaciones de las cuales la compañía tenga memoria. La labor de Deedrick fue un ejemplo de como aun con un tratamiento minimalista pero con mucho criterio y buen gusto se pueden revelar cada uno de los elementos de la escena solo insinuándolos. Por mucho tiempo quedará en la memoria de los asistentes su delicada concepción del último acto de la ópera verdiana, que fue el broche de oro de una velada francamente inolvidable.

Con esta producción la compañía rindió homenaje a la memoria del barítono canadiense Robert Savoie fallecido recientemente (1927-2007).
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