Entrevistas
El jazz cubano y un Premio Nóbel para la mona Chita. Entrevista con Paquito D'Rivera
Antonio Gómez Sotolongo

Pregunta. ¿El Grammy reporta verdaderos beneficios económicos para los músicos, o es solamente un reconocimiento a la obra realizada?
Respuesta. Reporta un aumento en el timbrar del teléfono, y por ende en el precio del premiado. Además es bueno para alimentar el ego.
P. ¿Están todos los que son y son todos los que están en los Grammy?
R. Grandes artistas murieron antes, o recibieron tarde en sus vidas el reconocimiento merecido. Es una combinación de muchas cosas, y en muchas, demasiadas ocasiones, se premia a gente que no lo merece, y se ignora a otros de mucho mérito. Yo gané un premio nacional de periodismo en el 2002 por escribir precisamente un articulo titulado Un Premio Nóbel para la mona Chita (te lo incluyo en Ingles), en ocasión de que un parlamentario sueco propuso al barbudo [Fidel Castro] para un Nóbel de la paz. Mira que contradicción.
P. ¿Existe un jazz cubano?
R. Yo me encontré una vez en París con Orlando Valle “Maraca” un magnífico músico joven cubano que toca la flauta, el piano y escribe muy bien la música cubana. Después de invitarlo a tocar un par de numeritos con mi quinteto, tomando una cervecita en el camerino del Jazz-club New Morning le pregunté por qué la música de Cuba sonaba cada vez más agresiva y ansiosa. Como no esperaba la pregunta, el flautista lo pensó por un momento y luego me contestó: -Yo creo que es que allí hay una tremenda ansiedad general, que se refleja en la música, ¿no te parece?
-Y yo qué se de eso, Maraca. […] A mí lo único que me produce ansiedad es tener que pagar los impuestos a fin de año. Y después agregué en serio: “Conmigo TIENE que bailar”, “tírala por el balcón”, “los metales del terror”, “fulano apretó a mengano”, “yo SI tengo el uno”, “dale con la punta-el palo…” todo es una guapería deportiva que ha ido destruyendo el carácter alegre y amistoso de la música cubana. Hay mucha gente por acá que, aunque admiran a los músicos cubanos, ya comentan que les resulta difícil escuchar las grabaciones “de arriba-abajo”, debido precisamente al exceso de tensión. La música no tiene ni un momento de relax, ni siquiera las escasas baladas, que son aún mas tensas, exageradamente lentas e insinceras, como queriendo justificar algo. […]
Yo he oído a pianistas de mi tierra elogiar la madurez de su joven colega venezolano Ed Simon, y hablar del uso que del espacio y el silencio hace Thelonious Monk; y tras la última palabra subirse en la motoneta y pasarle a mil por encima al teclado, como si para ellos estas normas estéticas no aplicaran. […]
El Jazz es como el Son y el Tango, un género musical muy difícil; No es una carrera de relevos, de modo que no se puede medir la calidad de un músico por la velocidad o la cantidad de notas que logre meter en un compás. […] Pero por otro lado, y poniendo aparte estos turbo-detalles y cualquier otro defecto que con mejor o peor intención pudieran encontrar sus detractores, la realidad es que mientras miles de músicos de Jazz alrededor del mundo se contentan con la mera imitación de los grandes maestros del Norte, los cubanos de todas las generaciones, muchas veces sin información ni recursos materiales apropiados y luchando dentro de una atmósfera francamente hostil, han sido mucho mas originales y creativos, aportando audazmente elementos de su idioma musical materno al lenguaje jazzístico. Todo esto trae como consecuencia que fuera de los Estados Unidos, país de origen del género, y quizás con la única excepción del Brasil, pueda hablarse con propiedad de un movimiento de Jazz cubano, tanto por su continuidad, como por la cantidad de intérpretes y grupos que cultivan y realmente aportan algo substancialmente novedoso al estilo y al repertorio de este género. Al César lo que es del César que no vamos tampoco a negarles sus muchos méritos a Chucho, Changuito, Irakere o Rubalcaba, ¿O.K.? (Tomado de mi libro Mi Vida Saxual)
P. ¿Qué música sonaba a tu alrededor y cuáles eran los lugares más concurridos por los jazzistas cubanos cuando te diste cuenta que querías y podías tocar jazz?
R. Mi padre fue un saxofonista clásico que nunca tuvo el talento para improvisar, pero amaba a Lester Young, Stan Getz y la orquesta de Benny Goodman. De modo que para mí era muy natural escuchar la versión de Goodman del Concierto en La de Mozart, y enseguida Let’s Dance o cualquier otra pieza con su orquesta de Jazz. Yo nací en una hermosísima ciudad de La Habana, donde sonaba todo tipo de música por todas partes, desde la Filarmónica en el teatro Auditorio hasta las tardes de Jazz los domingos en el Havana 1900 y los bailes populares de La Tropical. Mi viejo tenía una pequeña oficinita de importar instrumentos y accesorios musicales en el centro de la ciudad. Allí la clientela era gente como Cachao, Chocolate Armenteros, Bebo Valdés, Adolfo Guzmán y Chico O’Farrill, que venían a comprar cuerdas, cañas, instrumentos y música impresa. Vivíamos en Marianao, a diez cuadras de Tropicana, así que crecí entre bailarinas, luminotécnicos, cantantes, periodistas, jodedores de la noche, domadores de fieras, y los amigos de mi padre, los cuales heredé. Improvisaba casi desde la niñez, primero copiando los solos de Goodman, Lionel Hampton, Toos Mondello y otros solistas americanos, pero los que me pusieron en contacto con la realidad de ese mundo fabuloso fueron los músicos del conjunto "Los Armónicos”, y principalmente el guitarrista Pablo Cano y el pianista Paquito Echevarría, quien sustituyera a Felipe Dulzaides cuando los comunistas lo encarcelaron sin pruebas por dos años (Si hubieran encontrado pruebas, lo hubieran fusilado).
P. ¿Es la música cubana la que predomina en el jazz latino?
R. Si, así es, pero en las últimas décadas, músicos como Jorge Dalton, Oscar Feldman, Tom Jobim, Edmar Castañeda, Gato Barbieri, Claudio Roditi, Michel Camilo y Oscar Stagnaro han ido incorporando elementos de otras regiones de Latinoamérica, y principalmente de la maravillosa música del Brasil.
P. A pesar de la crisis por la que atraviesa el mercado del disco ¿Qué tan fuerte es hoy el posicionamiento del jazz latino en el mercado de Estados Unidos y Europa teniendo en cuenta además de las grabaciones las presentaciones en vivo?
R. A eso hay que incorporarle el importante mercado de Asia, y aunque yo no tengo mentalidad comercial en absoluto, el llamado “Jazz Latino” cada vez es más popular en los festivales alrededor del mundo, y por ende, en el –siempre cambiante – mercado del disco. No hay que olvidarse que hasta Ronald Reagan habló cierta vez de una abuela latina que tenía (¡globero!), [mentiroso en cubano] y es que lo Latino representa hoy en día, una fuerza económica que sirve de apoyo a movimientos artísticos y culturales.
P. ¿Cuál o cuáles han sido los músicos que más influenciaron tu música?
R. Ron Carter hubiera contestado a esa pregunta con un lacónico “Cualquiera que toque bien”. Yo tengo sentimientos similares, pero puedo citar entre mis influencias e inspiraciones como intérprete y compositor, desde mi padre, Marcel Moise, Benny Goodman, Ravel y Al Gallodoro hasta Stravinsky, Dizzy Gillespie, Chucho Valdés, Ernesto Lecuona y Charlie Parker, pasando por Paul Desmond, Mozart, Chic Corea, Rolando Laserie y Armando Romeu.
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