Entrevistas
Entrevista con la soprano Isabel Rey (II)
Alberto Rosas
En esta segunda parte de la entrevista que Isabel Rey ha mantenido con Mundoclasico.com, la soprano nos habla de su voz, su carrera y su repertorio, de algunos de los músicos con los que ha trabajado y de sus proyectos de futuro.
Pregunta: Actualmente, ¿cómo definiría las características de su voz?
Respuesta: Yo empecé siendo una ligera pura, con gran facilidad en el agudo y sobreagudo. Poco a poco, gracias a una correcta elección del repertorio y sin forzar el cambio, fui evolucionando naturalmente hacia una lírica ligera y en estos momentos, fruto de un trabajo vocal muy intenso, me encuentro en un periodo de asentamiento de lo lírico, no de una lírica piena, pero si más lírica que ligera. La voz se ha enriquecido en el centro, tiene más color y no ha perdido la flexibilidad ni la facilidad en el agudo.
Curiosamente sigo cantando los mismos papeles de siempre, aunque voy incorporando nuevos más líricos como ‘Margherite’, ‘Antonia’, ‘Micaela’, sin dejar a ‘Norina’, ‘Gilda’ o ‘Adina’.
P: ¿Es correcto decir que su repertorio se centra en las óperas de Mozart, Rossini y Donizetti?
R: No, como he dicho antes mi recorrido ha conformado un repertorio muy extenso que no se puede reducir a tres compositores. Nunca ha sido así. He cantado mucho Mozart, pero también todos los demás; necesito el bel canto Belliniano, Donizettiano y verdiano, y mi alma romántica necesita la belleza de Poulenc, Debussy, Strauss, y la pasión que me provoca Puccini, por ejemplo. Necesito abrirme a todas esas facetas, ya que en todas ellas me siento cómoda.
P: Hablando de Mozart, y ya que usted es una destacada interprete de las óperas de este compositor, en alguna ocasión leí una de declaración que realizó el legendario Alfredo Kraus (a propósito de su interpretación de ‘Ferrando’ en Cosi Fan Tute con Karl Böhm) en la que señalaba que no le gustaba interpretar personajes de las óperas de Mozart, porque aunque era un reto interpretarlos por ser casi perfectos desde el punto de vista vocal, le parecían superficiales y poco interesantes en su psicología. ¿Qué opinión le merece aquella aseveración?
R: ¡No había oído eso nunca! Lo que si es cierto es que hay que interpretarlos en la época en la que se escribieron, y que vistos desde una perspectiva de varios siglos, pueden parecer algo simples, pero no me parece que la ‘Sophie’ del Rosenkavalier sea más profunda y más interesante que la ‘Susana’ de las Bodas de Fígaro, por poner un ejemplo.
Por otro lado, vocalmente perfectos no quiere decir que no estén exentos de dificultades. La orquestación a veces es muy liviana y esto requiere un gran control del instrumento para ofrecer un sonido tan cristalino como el de la misma orquesta. En Mozart se está al descubierto siempre. Es un autor que reclama una gran perfección vocal. En otros repertorios esto no es tan evidente.
P: Generalmente los intérpretes de óperas belcantistas tienen una estrella relación con las obras del periodo barroco ¿Cuál es su relación con ese repertorio?
R: Ha sido muy variada, pues he hecho Monteverdi y Purcell con Harnoncourt, y Rameau con Christie. Luego he hecho con ambos mucho Haendel, y siempre ha sido un placer infinito trabajar con estos maestros. Es quizás más placentero el aprendizaje que el hecho de cantar esta música (risas). Aunque el caso de Haendel es especial, ¡está tan cerca del bel canto!.
P: Su carrera ha estado estrechamente ligada a la Ópera de Zurich ¿Qué le ha aportado su paso de tantas temporadas por ese teatro?
R: Al comienzo iba a ser una especie de escuela/trampolín, pues entré con 25 años, pero ya desde el principio confiaron en mis posibilidades a pesar de ser una perfecta desconocida, y me daban todo el repertorio que a mi me interesaba, roles principales, con primeras figuras y grandes maestros. Entonces me di cuenta que el objetivo que buscaba lo tenía allí. Yo preparé todo el repertorio italiano (Gilda, Adina, Norina, Nannetta) con Nello Santi, y el repertorio Mozartiano con Harnoncourt. Por lo que ¿Dónde iba ha estar mejor que allí?
Los primeros tres años estuve como fija, pero luego hice un contrato por noches que me desligaba del ensamble de la ópera de Zürich y me permitía cantar en otros teatros y sigo así, soy llamada cada temporada para hacer diferentes cosas y estoy muy contenta con la experiencia. En muchas ocasiones sigo leyendo en programas y noticias que soy cantante fija de la ópera de Zürich, lo cual no es cierto.
Mi relación con este teatro es muy especial, pero también lo es con el Teatro Real donde empecé a cantar en el 98 y donde he hecho 6 producciones y ya tengo varias más firmadas y otras apalabradas. Otro lugar de España donde me llaman mucho es en la que considero mi tierra de adopción: Las Palmas de Gran Canaria. Debuté en el 93 con Alagna y Álvarez en Elixir de Amor con Los Amigos Canarios de la Ópera. Desde entonces siempre han contado conmigo, de hecho fue el único teatro que me llamaba regularmente en mis primeros años en Zürich. Ya llevo hechas 7 u 8 producciones, y tengo proyectos para tres más.
En este año tan especial cumpliré 600 representaciones de ópera, sin contar recitales, ni conciertos y me siento muy afortunada por haber podido cantar ópera en tantos sitios. Aunque nunca en Valencia, ni en el Palau, ni en Les Arts, pero ya se sabe lo del profeta. Eso si, me siento profeta en Las Palmas (risas).
P: Ya que menciona al director musical Nicolás Harnoncourt, con quien ha trabajado en múltiples ocasiones ¿Qué tipo de consejos le habrá dado una personalidad como el?
R: Harnoncourt es la pasión total por el trabajo, un ser que vive por y para la música. Es música lo que corre por sus venas y lo que ilumina sus extraordinarios ojos. Una insignificante corchea en una frase, para él, puede ser media hora de trabajo con el cantante o con la orquesta para buscar lo que tiene en la cabeza, y más que consejos, da imágenes, ejemplos que a veces son muy divertidos. Es fascinante presenciar su trabajo con la orquesta, ya que los músicos han empezado a recopilar las frases que dice para sugerir colores o ritmos que dice sin pensar en el efecto que pueden tener sus pensamientos dichos en voz alta en los músicos que tiene delante. ¡Tiene más imaginación que un niño! A mí una vez me dijo que para hacer un sonido de la 'Susana', tenia que imaginar una piscina llena de salsa Cumberland. Tuve que ir al supermercado a comprarla para entender de qué estaba hablando. La salsa en cuestión es densa y dulce. Una imagen así, no se olvida en la vida.
Nadie vive la música como él. Harnoncourt tiene su ideal sonoro e intenta transmitírtelo con tanta pasión y efusión que te transporta a su mundo. Se convierte en lo más importante para ti, conseguirle ese sonido que busca, y cuando se lo das, sus ojos te dan las gracias. Hay una comunicación constante entre el foso y el escenario. Muy pocos son capaces de escuchar orquesta y cantantes con atención en una función y reaccionar con placer o sorpresa ante lo que escucha. Es ¡Fantástico! ¿Verdad?
P: Ha participado en óperas de escena modernas, incluso controvertidas como aquel Rigoletto de Graham Vick en el Teatro Real de Madrid ¿Qué opina de este tipo de puestas en escena?
R: Para mí, sinceramente, no fue una producción controvertida, quizás se vivió así en Madrid, y con otro público y en otro teatro habría pasado más desapercibida.
En realidad, la gran dificultad de una escena poco tradicional o diferente consiste en averiguar si como cantante uno es capaz de crear el personaje que sabe que puede y necesita hacer, y conciliar las propias ideas con la visión del director de escena, para que el público pueda comprender el salto en el tiempo, o la nueva ubicación de la acción, o lo que quiera que proponga el responsable de la escena. Pero preferiría seguir hablando de música.
P: Bueno, hablemos de música ¿Cuántos papeles contabiliza en su repertorio, y cuales considera -o le interesaría- incorporar en un futuro?
R: Hasta el momento debo estar en torno a los 55 papeles, y ahora que la voz está empezando a ocupar su lugar justo, quiero probar algunos nuevos y retomar otros que he cantado hace muchos años y darles un nuevo enfoque. Quizás en el futuro haya algunas sorpresas. Pero necesito el tiempo necesario para estudiarlos vocalmente en profundidad y eso, como digo, requiere un tiempo. Los compromisos son tantos que quizás tendré que forzar la pausa para estudiarlos.
P: ¿Qué nos dice del repertorio español y la zarzuela? ¿Le interesan?
R: Con respecto a la zarzuela, yo he cantado muchas romanzas sueltas, pero nunca una función representada de las que serian mi repertorio natural. Nunca me la han ofrecido en estos veinte años, quizás mi voz no se adapta muy bien a papeles completos, no sé, pero si hay algunas romanzas que siempre he cantado en conciertos y que seguiré cantando porque me encantan. Siempre me ha gustado cantar el repertorio español, y en mis recitales siempre hay canciones españolas. Adoro a Antón García Abril, Granados, Turina y Obradors.
P: De la larga lista de directores de escena, directores musicales y colegas cantantes con los que ha trabajado, ¿Cuál o cuales le han dejado la mejor impresión por su forma de concebir e interpretar la ópera?
R: Si tuviera que dar nombres podría no acabar nunca, porque he trabajado con tantos artistas maravillosos e inspiradores, pero entre los maestros, los que más me han influenciado son Santi y Harnoncourt, entre los cantantes con los que he trabajado: Popp, Freni, Pons, Carreras, Kraus, Caballé, Baltsa, Raimondi, Chausson, Aragall, Nucci, Murray, Lott ¡son tantos¡ Con Placido Domingo solo he hecho una función de Fedora hace muchos años, pero coincidiré con él en el Real en el Tamerlano y será un autentico honor. Quizás algún día se haga realidad uno de los roles sorpresa de los que hablaba antes y lo pueda hacer con él, sería un auténtico sueño.
P: ¿Cuánto de su tiempo dedica a dar recitales y conciertos?
R: Intento hacer el mayor número de recitales posible pues disfruto muchísimo con ellos. Es el único momento en el que se es uno mismo y no un personaje. En ese momento soy la dueña de la música, de la decisión de las dinámicas o de las inflexiones en la voz. Solo obedezco a los sentimientos y a lo que esa música remueve en el alma. Se es uno mismo al cien por ciento, y son las emociones propias las que afloran y hay tanta música magnífica. Además yo cuento con mi media naranja musical que es Alejandro Zabala y con el que puedo pasar horas y horas trabajando y disfrutando, nos leemos el pensamiento. Sentimos la música del mismo modo, y ni yo apunto lo que él sugiere, ni él apunta donde voy a hacer un efecto. De algún modo lo sabemos
Esto da una libertad extraordinaria a la hora de crear. Tener que cantar una frase en piano siempre porque en el ensayo surgió así, se me antoja ahora como una prisión musical. No hay nada más hermoso que cantar una canción según los sentimientos que me embargan en el momento, sin tenerlo planeado. Esa frescura solo la encontré en Alejandro. Es un músico excepcional y me honra el poder hacer música con el.
P: Los cantantes generalmente hacen mayor énfasis en el estudio, la preparación e interpretación vocal de los roles pero ¿Qué hay de la parte escénica de un papel? Concretamente, ¿Que relación existe entre la parte escénica de una ópera y la música?
R: El trabajo actoral del cantante está íntimamente ligado a la música. Al estudiar un personaje, es en la música donde están las claves de su psicología e incluso de sus movimientos. Los textos a menudo se pretenden aislar de la música que los acompaña, algo que, curiosamente, el autor de cada ópera, sin ninguna excepción, trabajó especialmente para crear un todo, una obra de arte. Se debería respetar más este concepto en algunas ocasiones y eso es algo que es difícil de resolver, porque a veces se le pide al cantante que haga lo contrario, de lo que dice no ya el texto, sino la propia música. Y normalmente, es el cantante el que ha de encontrar el modo de resolver ese conflicto. Éste a veces no se resuelve, con lo cual la producción no llega al máximo que puede dar y el cantante queda atrapado en un limbo del que no puede escapar y donde no puede interpretar el personaje que lleva en su corazón. Ni musicalmente ni escénicamente.
P: Finalmente, ¿Qué retos le quedan por cumplir?
R: Seguir cantando. Seguir creciendo y aprendiendo, afianzando lo aprendido y compartirlo con el público. Descubrir nuevos papeles y disfrutar tanto con ellos como he disfrutado con los que he cantado hasta ahora. Seguir viviendo las vidas de las heroínas de la ópera en los escenarios y después ver como influyen en mi propia vida. Tengo un colega que dice que quién necesita psiquiatra si puede vivir las vidas de otros durante tres horas varias veces a la semana. Regalar sensaciones al público e intentar compartir un rato de felicidad gracias a la música. Seguir soñando con trabajar en esta maravillosa profesión y poder enseñar a otros todo lo aprendido para que no muera conmigo. ¡Hay tanto que comunicar y que saber!
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