Argentina

La Bohème en un espacio no convencional

Gustavo Gabriel Otero
viernes, 9 de mayo de 2008
Buenos Aires, martes, 6 de mayo de 2008. Ciudad Cultural Konex. Giacomo Puccini: La Bohème, ópera en cuatro cuadros. Libreto de Giuseppe Giacosa y Luigi Illica, basado en ‘Scènes de la vie de bohème’ de Henri Murger. Horacio Pigozzi, dirección escénica., Facundo Lozano y Ana Repetto, escenografía. Martín Churba y Julieta Ascar, vestuario. Sandro Pujía, iluminación. Mariela Schemper (Mimí), Carlos Duarte (Rodolfo), Laura Penchi (Musetta), Luis Gaeta (Marcello), Fernando Grassi (Schaunard), Walter Schwarz (Colline), Oscar Grassi (Benoit y Alcindoro), Sebastián Russo (Parpignol). Orquesta de la Ciudad Cultural Konex. Coro de la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires. Director del Coro: Martín Palmeri. Coro de Niños. Directora: Rosana Bravo. Dirección musical: Mario Perusso
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A pasar del prolongado silencio operístico del Teatro Colón, que durará al menos todo este año 2008, la actividad lírica de Buenos Aires y sus alrededores no se detiene. A las reconocidas puestas de varias entidades independientes en el Teatro Avenida y en otras salas alternativas se suma, ahora, este espacio en la denominada Ciudad Cultural Konex, surgido de una vieja fábrica de aceite, construida alrededor de 1920 y en actividad hasta la década del ’90, del porteño barrio del Abasto. Interesante arquitectura reciclada que conjuga ladrillo a la vista en las fachadas, un amplio patio de acceso, una monumental escalera de metal pintada de amarillo con reminiscencias de La Villette o el Centro Pompidou de París y, ya dentro de la sala, cabriadas metálicas estructurales a la vista, un amplio espacio sin foso, la conformación de una platea escalonada (con capacidad para unas seiscientos cincuenta personas) y un tratamiento acústico elaborado y sumamente logrado.

Ante un espacio no convencional de estas características en lo primero que se piensa es en espectáculos operísticos contemporáneos. Pero contrariamente a lo esperado la programación lírica de este año incluye esta inaugural Bohème, un Barbero de Sevilla para niños (en versión castellana y abreviada) y en el mes de agosto Don Pasquale de Donizetti. Las opciones no podrían ser más conservadoras, máxime teniendo en cuenta el espacio donde se desarrollan.

La novedad en este caso se limita a una puesta atemporal y al compartir la escenografía con el musical Rent -La vida es hoy de Jonathan Larson, que se presenta en paralelo con La Bohème y que permite comparar los dos enfoques completamente distintos para la historia de los bohemios: el siglo XIX en París y el XX en Nueva York.


Fotografía © 2008 by Liliana Morsia. Gentileza de la Ciudad Cultural Konex

La versión

Diseñado por Facundo Lozano y Ana Repetto, el escenario es una conjunción de viejo loft de Nueva York con una fábrica abandonada, con lo que los límites entre la realidad del espacio verdadero de la Ciudad Cultural Konex y la escenografía se confunden. Razonable resulta el marco para la bohardilla de los bohemios, apenas adecuado en la gran escena exterior del Café Momus y sin dudas escaso y poco logrado en el tercer cuadro que debe desarrollarse en la Barrière d’Enfer. Adecuada la iluminación de Sandro Pujía.

El vestuario de Martín Churba y Lulieta Ascar resulta moderno y a la vez intemporal, sin mucho que destacar y con corrección general. Ambos coros visten pantalones de denin y guardapolvos grises con manchas de aceite, lo que produce extrañeza en el espectador, y que se supone es un homenaje a los antiguos trabajadores de la fábrica de aceite que ocupaba el lugar.

Como expresamos no hay foso, lo que implica que la distancia entre escena y platea es mínima, como en el teatro de prosa. Que la acción transcurra a muy pocos metros de distancia, fue convertido por Horacio Pigozzi en la posibilidad de remarcar la actuación de los solistas. Las decisiones estéticas y de puestas son tradicionales (Mimí entra con una vela no con farol), lo novedoso es la adaptación a las condiciones espaciales y escénicas.

El cuarteto vocal luce homogéneo bajo la experimentada batuta de Mario Perusso al frente de unos treinta músicos (que utilizan la versión para orquesta reducida de Mario Parenti) agrupados a la izquierda del escenario y ocupando un cuarto, aproximadamente, del mismo.


Fotografía © 2008 by Liliana Morsia. Gentileza de la Ciudad Cultural Konex

La pareja protagonista conformada por la soprano Mariela Schemper y el tenor Carlos Duarte luce amalgamada. Mariela Schemper tiene buena línea de canto aunque es un poco fría en la interpretación vocal y algo monocorde en el fraseo. Su mejor momento resultó el cuarto cuadro. A su lado Carlos Duarte demuestra conocimiento de la parte, convicción dramática y algunas licencias sobre la vocalidad de ‘la speranza’ en su aria. Con todo, sus mejores momentos se encontraron en el tercer cuatro.

La otra pareja conformada por Luis Gaeta (Marcello) y Laura Penchi (Musetta) derrochó histrionismo y calidad. Gaeta pone todo su profesionalismo y capacidad en su rol mientras que Penchi, a pesar de una voz pequeña, logra brillar en su personaje y luce seductora y desenvuelta.

Muy bien cantados y actuados el Schaunard de Fernando Grassi y el Colline de Walter Schwarz y un pequeño lujo Oscar Grassi como Benoit/Alcindoro.

La pequeña orquesta de la mano de Mario Perusso suena ajustada, con elegante fraseo y convicción pucciniana.

Más entusiasta que pulido el desempeño del coro de la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires que dirige Martín Palmeri y con lo justo el de niños, dirigido por Rosana Bravo. Marcados aquí como el personal de la fábrica y niños de algún reformatorio.

En suma: una experiencia interesante con una Bohème en un espacio no convencional y con buena calidad general.

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