España - Andalucía

Revivir Carmen

Redacción
viernes, 24 de julio de 2009
Granada, viernes, 3 de julio de 2009. Palacio de Carlos V. Carmen, Ópera Cómica en cuatro actos de Georges Bizet, libreto de Henri Meilhac y Ludovic Halévy sobre la novela homónima de Prosper Mérimée. Versión de concierto. Solistas: Anna-Caterina Antonacci, Andrew Richards, Anne-Catherine Gillet, Nicolas Cavallier, Virginie Pochon, Anne Gill, Francis Didziak, Vincent Ordonneau, Matthew Brook, Ricardo Novaro, Simon Davies, Lawrence Wellington.. Coro Presentación. The Monteverdi Choir. Orchestre Révolutionnaire et Romantique. John Elliot Gardiner, director. 58 Festival Internacional de Música y Danza.
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Siempre sorprende leer: “Carmen, Ópera Cómica en cuatro actos”. La historia de 'Carmen' poco tiene de cómica. Si se llama así es porque originalmente en vez de recitativos tenía diálogos, que es como John Elliot Gardiner la ha presentado hace un par de semanas en el lugar de su estreno, la Opéra Comique de París, y ahora en Granada, en una admirable versión de concierto. Supliendo con creces la ausencia de escenografía y vestuarios, se sacó el máximo partido al espacio escénico que incluyó partes del Palacio de Carlos V.

La protagonista fue Anna Caterina Antonacci, que si buen fue una Carmen vocalmente intachable, minó la credibilidad de su personaje al aparecer un tanto ajena a la visceralidad y pathos que se le supone, en particular en el cuarto y último acto en el que parece aceptar con resignación su destino antes que desafiarlo. ¿No son acaso sus últimas palabras “Mátame o déjame pasar”?

Por su parte, Andrew Richards fue un Don José sorprendente, haciendo de su transformación, de ejemplar soldado e hijo a desertor y asesino, una tragedia desgarradora y muy a la altura de la de Carmen.

En esto, mucho tuvo que ver el genial contraste del personaje de Micaela, todo bondad y pureza, bordado con emoción y extraordinaria musicalidad por Anne-Catherine Gillet, que tuvo especial reconocimiento por el público durante la ovación final. Al igual que el bajo barítono Nicolas Cavalier, que aportó un muy creíble punto de chulería y endiosamiento al torero Escamillo. El resto del elenco sobresalió a gran altura, pero no podemos dejar de señalar la temple vocal y picardía de Frasquita, Virginie Pochon.

Maravilló The Monteverdi Choir con su perfecta integración de elementos musicales y teatrales, una admirable movilidad escénica, amen de una indiscutible compenetración con la intensidad y visceralidad que Elliot Gardiner imprime a su Orchestre Révolutionnaire et Romantique. El director inglés logra, como siempre, que el punto de crudeza sonora de su orquesta revivifique la música con matices psicológicos, subrayando los leitmotiv, revelando texturas de forma diáfana y exquisita. Si el genial Bizet convirtió a Carmen en leyenda, esta versión nos enseña porqué.

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