Discos

Alma germánica

Paco Yáñez
lunes, 22 de febrero de 2010
Manuel Hidalgo: Große Fuge opus 133; Cuarteto de cuerda Nº2; Cuarteto de cuerda Nº1 ‘Hacia’; Einfache Musik; Sechs Bagatellen opus 126 –‘Ciclus von Kleinigkeiten. WDR Sinfonieorchester Köln. Ensemble Resonanz. Lothar Zagrosek, Barbara Bultmann y Juditha Haeberlin, directores. Harry Vogt, Barbara Fränzen y Peter Oswald, productores. Christoph Gronarz y Erasmus Ruppert, ingenieros de sonido. Un CD DDD de 66:55 minutos de duración grabado en la Kölner Philharmonie y en la WDR Funkhaus de Colonia (Alemania), el 10 de marzo de 2006, del 12 al 15 de junio de 2009, y el 6 de julio de 2009. Kairos 0012982 KAI. Distribuidor en España: Diverdi
0,00028 Nueva entrega de la serie que el sello austriaco Kairos, en colaboración con la Fundación Caja Madrid, dedica a la música española actual; con una remesa que mantiene el altísimo nivel artístico e interpretativo hasta ahora alcanzado y que nos presenta monográficos dedicados a Ramón Lazkano, Jesús Torres y Manuel Hidalgo.

El andaluz Manuel Hidalgo (Antequera, 1956) es, como Cristóbal Halffter, Mauricio Sotelo o José María Sánchez-Verdú, no sólo uno de los nombres mayores en nuestra música contemporánea, sino un creador constantemente atraído por el ámbito musical germánico, topos sonoro en el que encuentra esa otredad cultural reconocida que se sintetiza con su bagaje hispánico, con esa fisicidad tan matérica del sur, para crear un lenguaje tan personal como contundente y atractivo, nunca exento de la reflexión sobre las raíces históricas del hecho acústico, como veremos en este mismo compacto.

La fascinación de Hidalgo por la música de ese genio absoluto de la historia de la humanidad que fue Ludwig van Beethoven es algo que viene de lejos y que se ha concretado en una serie de arreglos y orquestaciones de un enorme atractivo que revelan no sólo esa filiación sino la maestría en el tratamiento de los materiales originales. Esto es algo que podemos escuchar de forma explícita, en obras como Introduktion und Fuge (2004), compuesta para acordeón y orquesta a partir del ‘Largo - Allegro risoluto’ de la Hammerklavier-Sonate beethoveniana, o asimilado de un modo más implícito y sutil en el desarrollo de piezas como el Cuarteto de cuerda Nº2.

La primera de las composiciones beethovenianas que escuchamos en este compacto de Kairos es la sublime Große Fuge para cuarteto de cuerda opus 133 (1825), en un arreglo para orquesta realizado en el año 1992 por Manuel Hidalgo. Obra cumbre de la historia para tantos compositores y pieza siempre moderna, como la calificaba Igor Stravinsky, la Große Fuge es una de esas obras que, como Die Kunst der Fuge o la Musikalisches Opfer, se prestan a nuevas lecturas y reinterpretaciones manteniendo una vigencia, frescura y actualidad apabullantes, fruto de su intrínseca genialidad. Tajante, Hidalgo afirma que “arreglar música no es un arte”, sino un oficio y una artesanía que reflejan tanto el dominio técnico como las manías del compositor que profundiza en su conocimiento de la obra original a través de nuevas formas de hacerla actual. Ello da lugar a un arreglo en el que “oímos lo mismo pero de otro modo, pudiendo descubrir así diversas capas o aspectos que nos eran desconocidos”. Hidalgo respeta, de este modo, de forma escrupulosa la estructura de la Große Fuge, para él una sinfonía en cuatro movimientos (allegro, adagio, scherzo y finale con coda), que según Patrick Hahn trata al modo de un concierto para orquesta, dado su trabajo minucioso y dialogante entre los instrumentos que incorpora al cuarteto de cuerda original. Junto a la incisividad en el elemento rítmico, destaca el trabajo de timbres que efectúa Hidalgo al orquestar el original beethoveniano con otros instrumentos. El efecto final no es desconcertante, dada la filiación tonal con las alturas y bloques contrapuntísticos originales, pero sí provocador en el sentido de que los nuevos timbres convocados alteran la textura y el color, variando de este modo la naturaleza del discurso y hasta su concepto, aquí menos aguerrido y racial que en el cuarteto de cuerda, y por la contra más humorístico y hasta ‘esperpéntico’ en el uso de ciertas maderas y metales con sordina. No es un humor mordaz ni paródico, sino juguetón y atrevido, y en todo caso rendido admirador de un Beethoven siempre en el núcleo de un arreglo que nos reserva en los compases finales un gesto de respeto por su conclusión desnuda para cuarteto de cuerda, devolviendo la voz y la naturaleza tímbrica a la obra germinal de la que surge todo este universo.

Según Patrick Hahn, en el Cuarteto de cuerda Nº2 (1993-94) ciertos tañidos tonales que recorren el cuarteto permiten descubrir en los cambios tímbricos producidos por reiteración el motivo principal de la Quinta Sinfonía de Beethoven. No se trata de una alusión explícita, sino de una asimilación producida como herencia de quien recibe un bagaje sonoro que desde el genio de Bonn se ha venido desarrollando a través de los Wagner, Mahler, Schönberg, Webern o Lachenmann; compositor éste último al cual el Cuarteto de cuerda Nº2 está dedicado. La impronta de Lachenmann se aprecia de un modo mucho más nítido en Hacia (1980), primer cuarteto de Hidalgo, escrito en plena fascinación tras el descubrimiento de la obra del alemán. Hacia indaga en la producción sonora a través de la ‘música concreta instrumental’, en su fisicidad y radicalidad discursiva. Rasgados, pizzicatos, golpeos, etc., se mueven por este campo de ruinas en perspectiva, con un fondo abigarrado de tonalidad grave que va apareciendo y desapareciendo como si quisiera poner dos mundos en comunicación, con un gesto convulso y desconcertado en el primer plano y una realidad intangible hacia la que se desemboca como algo inevitable en el horizonte final. Este diálogo de figura-fondo-plano-gesto tiene mucho de matérico, de espiritual, de interconexión de realidades encontradas, no siempre en concordancia o armonía, así como de dolor en el umbral donde arden las pérdidas.

El Cuarteto Nº2 no opta ya por esa vía tan extrema en la producción musical, y su desarrollo es casi el de una serie de sombras que se mueven por un espacio deshabitado, por un topos sonoro en el que el silencio resuena con una elocuencia redescubierta. Sigue aflorando una impronta lachenmanniana, cierto discurso noniano, pero en Hidalgo el lenguaje es ahora mucho más libre y personal, se adentra en las consonancias tonales sin temor, y de ellas obtiene filiaciones históricas -como la antes expuesta- y auras tímbricas que nos remiten a otras sonoridades, a otros instrumentos, como a su querido acordeón, por la conjunción de ciertos registros agudos de los primeros violines con la gravedad del violonchelo en ‘continuo’ como telón de fondo.

Einfache Musik (1989) anticipa, de algún modo, al Segundo cuarteto, o cuando menos algunas de sus sonoridades aisladas, no tanto sus relaciones internas (en el cuarteto más desarrolladas). Según Hahn, “La armonía de las cuerdas al aire pone en evidencia la materialidad de la orquesta de cuerda”, una orquesta que en su trabajo tonal se acerca a ciertas ambigüedades del flamenco, y que en todo caso sirve de magnífica prueba de fuego para los jóvenes instrumentistas para los que la pieza está pensada.

Beethoven vuelve a hacer acto de presencia con las Sechs Bagatellen opus 126 –‘Ciclus von Kleinigkeiten’ (1823-24), ‘arregladas’ por Hidalgo para orquesta de cuerda en el año 2009. El trabajo del andaluz se centra aquí en desvelar toda la potencialidad de estas breves ‘pequeñeces’ a partir de una música que ahora dialoga consigo misma a través de un desdoblamiento de las voces. El resultado es bellísimo, de un refinamiento y lirismo deliciosos en bagatelas como el ‘Andante con moto’ o el ‘Quasi allegretto’, mientras que en el ‘Allegro’ o en el ‘Presto’ nos encontramos una apuesta de carácter, fuerza y ritmo típicamente beethoveniana. Sin lugar a dudas, uno de los más bellos (en el pleno sentido de su semántica) arreglos a partir de música de Beethoven que uno haya escuchado recientemente.

Las interpretaciones de todas estas composiciones son realmente soberbias, tanto la de la WDR Sinfonieorchester Köln a las órdenes del ubicuo Lothar Zagrosek para la Große Fuge, como las del Ensemble Resonanz para el resto de las obras. Zagrosek da en el clavo en tempo y carácter, con una versión desenfadada y clarísima en cuanto a la exposición de timbres y materiales. Por su parte, el Ensemble Resonanz vuelve a impresionarnos con una de las mejores secciones de cuerda de la música actual, como ya habíamos escuchado en su excelente registro de la música para cuerdas de Xenakis (Mode 152; comentado en su día en Mundoclasico.com). La calidad de su ejecución, el color de sus cuerdas, las texturas que dibuja en el espacio, etc., ponen ante nosotros un universo de ricas estructuras y espacios resonantes donde los tiempos confluyen y se va afirmando una personalidad musical, la de Manuel Hidalgo, de forma cada vez más nítida en cada composición.

Las tomas sonoras procedentes de la WDR alemana son, como siempre, perfectas en todos los sentidos, haciendo de la audición de este compacto una auténtica gozada. El libreto, con numerosas fotos y ejemplos de partitura, viene firmado por el ya mencionado Patrick Hahn, que profundiza con rigor y sentido poético en la explicación de estas composiciones dentro del marco global de la estética de Manuel Hidalgo y sus relaciones con sus dos ámbitos culturales de referencia: el español, del que procede, y el alemán, en el que se ha establecido. Un disco, así pues, magnífico y que no deben olvidar no sólo los amantes de la creación contemporánea, sino los seguidores de la buena música en general, especialmente aquellos que quieran ‘rastrear’ la pervivencia de la forma a través de su reinterpretación, de lo que algunos denominan ‘metamúsica’.

Este disco ha sido enviado para su recensión por Diverdi.
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