España - Euskadi
La vuelta al mundo en 80 minutos
Willem de Waal
San Sebastián, jueves, 26 de julio de 2001.
Kursaal, Sala de Cámara. Kronos Quartet. David Harrington, violín; John Sherba, violín; Hank Dutt, viola; Jennifer Culp, violonchelo. Artistas invitados (en cinta): Zakir Hussain, tabla; Martyn Jones, batería. Obras: Steve Reich, Triple Quartet; Charles Mingus (arr. Sy Johnson), Myself When I Am Real; Aníbal Troilo (arr. Golijov), Responso; Rahul Dev Burman (arr. Golijov), Aaj Ki Raat; Osvaldo Golijov, Doina; Margarita Lecuona (arr. Golijov), Tabú; Enrique Rangel (arr. Golijov), La muerte chiquita; Aleksandra Vrebalov, Pannonia Boundless; Silvestre Revueltas (arr. Stephen Prutsman), Sensemaya; Michael Gordon, Potassium. Bis: Juan Gabriel (arr. Golijov), El Sinaloense; Richard Monsour a.k.a. Dick Dale / Nicholas Roubanis (arr. Golijov), Misirlou Twist. 36º Donostiako Jazzaldia. Aforo: 625 localidades. Ocupación: completa.
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Aunque el Kronos Quartet no sea ajeno a los escenarios de jazz, invitarlo para presentar su polifacético repertorio de música contemporánea frente a un público de aficionados precisamente al jazz sigue siendo una apuesta arriesgada. Sin embargo, en el contexto del Heineken Donostiako Jazzaldia, la apuesta se ganó con mucho, y el conjunto estadounidense dejó al público, sin paliativos, muy contento. Una única voz discrepante, interviniendo antes de la última pieza en euskera e inglés, sólo logró extrañar a los asistentes y a los músicos, y no tuvo ninguna resonancia. El público ayudó a los intérpretes superar este momento algo tenso con un aplauso que les relajó visiblemente. La misma voz tampoco obtuvo adhesiones al abuchear a los músicos durante el aplauso final. Al contrario: los aplausos calurosos e insistentes que entonces se produjeron resultaron en dos bises.La Sala de Cámara del nuevo Kursaal de San Sebastián, un modesto aforo de unas 625 localidades, permitió conservar la intimidad que caracteriza a las actuaciones de cualquier cuarteto de cuerda, mientras que la amplificación de los instrumentos, presente en todo momento, creaba cierta objetividad. Los instrumentos grabados en cinta —tabla en la pieza de Burman, percusión en la composición de Revueltas y batería en la pieza de Dale— fueron integrantes de pleno derecho durante la actuación, y forzaron a borrar la barrera entre el sonido de los instrumentos en directo (controlado por live electronics) y el de los instrumentos grabados (condicionado por las decisiones durante las anteriores tomas en el estudio).Si en las tres piezas mencionadas hubiera sido posible tocar todas las partes en directo y sin utilizar ningún medio electrónico, esto no ocurre en la primera pieza; por lo menos, no está previsto por el compositor ni por los propios músicos, que son quienes le hicieron el encargo. En esta obra, que es, como indica su nombre, un triple cuarteto, el Kronos Quartet toca dos partes de la partitura en cinta y una tercera en directo. El hecho de que los primeros sonidos de la pieza —y en este caso, también del concierto— fueran los de la cinta, sorprendió al empezar. Pero esta circunstancia no debería constituir un criterio de valoración en el contexto de la música contemporánea, donde el recurso a la cinta "pregrabada" es muy habitual.En el contexto del jazz hay dos opciones: ampliar el abanico de sus propias ideas estéticas, o bien, rechazar este recurso. La segunda opción no es necesariamente una señal de una mentalidad estrecha tampoco, pues, ciertamente, la utilización de sonidos pregrabados afecta a las convicciones más básicas vigentes en el mundo del jazz. Pero el Kronos Quartet, al fin y al cabo, no es un conjunto de jazz, y sería poco adecuado valorar su actuación con criterios muy ajenos a su propio mundo. Por otra parte, aún evitando la confusión de criterios, lo cierto es que sigue existiendo una fricción entre estos dos universos musicales con hábitos mentales tan distintos y prácticas musicales tan diversas.El programa de este concierto presentó una disposición particular que logró convencer, aunque contaba con muchas piezas que en otras presentaciones en directo y también en disco —principalmente Kronos Caravan de 2000— conocen configuraciones diferentes. Enmarcadas por dos composiciones de música "de autor" —el Triple Quartet de Reich y Potassium de Gordon— hubo una serie de piezas en que se dio la vuelta al mundo, con referencias a los tópicos musicales de cada escala. Se visitó la Europa del Este con el Pannonia Boundless de Vrebalov y la Doina de Golijov. La India, especialmente en su imagen sonora del cine, dio lugar a una estancia con Aaj Ki Raat (Tonight Is The Night) de Burman. Pasando por las Américas Latinas se escucharon el tanguero Responso de Triolo, el habaneresco Tabú de Lecuona, el vals mejicano La muerte chiquita de Rangel y la ranchera El Sinaloense de Gabriel. La composición de Revueltas, presentada en este concierto en su tercera instrumentación, utiliza también tópicos mejicanos, como igualmente el Misirlou Twist hace referencia de una manera aún más general a lugares comunes musicales españolizantes. Y con esta pieza llegamos ya a los Estados Unidos.La referencia más directa al mundo del jazz se hizo con la pieza de Charles Mingus, Myself When I Am Real, que es un viaje musical en sí mismo. Es sorprendente quién resulta ser Mingus cuando dice que es realmente él mismo: se encontraban con facilidad elementos de música impresionista a la Debussy y Ravel, de canciones a la Porter, etcétera, en su obra. Parece que Mingus tiene razón, y que lo que pasa es que llevamos todos estos mundos musicales tan distintos dentro. Osvaldo Golijov, responsable de la mayoría de los arreglos usados en este concierto, conoce varios de ellos lo bastante bien como para poder recrearlos para el cuarteto de cuerda. Y el hecho de que este concierto dejara contento al público parece indicar que también cada asistente fue capaz de recrearlos escuchando.
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