Reino Unido

Demasiado correcta

Teresa Cascudo
miércoles, 23 de junio de 2010
Londres, martes, 8 de junio de 2010. Royal Opera House, Covent Garden. Georges Bizet: Carmen, opéra comique en cuatro actos. Francesca Zambello, dirección de escena; Duncan Macfarland, director de la reposición; Tanya McCallin escenografía; Paule Constable, iluminación; Arthur Pita, coreografía. David Kimberg (Moralès), Maija Kovalevska (Micaëla), Bryan Hymel (Don José), Nicolas Courjal (Zuniga), Christine Rice (Carmen), Elena Zanthoudakis (Frasquita), Paula Murrihy (Mercédés), Caroline Lena Olsson (Lillas Pastia), Argis Argiris (Escamillo). Coro y Orquesta de la Royal Opera House. Renato Baldasonna, director del coro. Constantinos Carydis, director musical. Coproducción con la Ópera Nacional de Noruega y con la Ópera de Australia. Ocupación: 99%
0,0001387 Esta puesta en escena de Carmen, firmada por Francesca Zambello ha sido la primera filmada en 3-D por la Royal Opera House y el día al que se refiere esta crítica, fue retransmitido en directo en pantallas gigantes distribuidas por varias ciudades del Reino Unido. Les deseo toda la suerte del mundo con estas iniciativas, que se revelan decisiones acertadas en el contexto de recesión global en el que nos encontramos. Tanto el montaje como la ópera, desde luego, están bien escogidos para ambos proyectos. No hay opéra comique tan conocida, aunque sea por sus números célebres, como Carmen, y su protagonista es, sin duda, uno de los personajes líricos más populares de la historia. Con la excepción de la Reina de la Noche y Figaro, ahora mismo no se me ocurre otro que se le compare. Lo que hace Zambello se podría calificar de costumbrista en un sentido cinematográfico (por ejemplo, la manera como utiliza los colores y la iluminación, así como en el movimiento sobre la escena) y alcanza un peculiar equilibrio entre la elegancia y el realismo. Tiene sus toques de espectacularidad (que incluyen una gallina viva, un par de burros y un caballo negro, montado por Escamillo en su primera aparición), aunque, francamente, es tan correcta que, a veces, llega a cansar.

Esa fue, igualmente, la impresión que me dejó Christine Rice que, del resto, es una magnífica cantante. A mí me gustó particularmente la textura cremosa de su voz, que me suscitó la curiosidad de escucharla interpretando algún papel escrito por Jules Massenet. Además, su francés es bastante bueno. En cambio, para Carmen, me parece preferible una interpretación más tremenda. En la última escena, donde el sentido de la dignidad de Carmen puede más que su prudencia (de la que, por lo demás, carece), a Rice le faltó poco para consolar a Don José. Me la imaginé diciendo “poor thing”. En lo que se refiere a este personaje, me va más el modelo instaurado por María Gay a principios del siglo pasado, aunque, por supuesto, no es la única posibilidad que me interesa. Es sólo una forma de decir que, por ejemplo, el “laisse-moi passer” y el “tiens” del final necesitan bastante más orgullo y acidez. Sin embargo Rice, en otros momentos (el “Non, tu ne m’aimes pas” del dueto ‘Là-bas, là-bas’ o en el trío ‘Mêlons, coupons’) estuvo magnífica.

Volviendo a la representación y a su corrección, no extrañará, por lo tanto, que Maija Kovalevska estuviera de sobresaliente en el papel de Micaëla. La voz joven soprano, nacida en Riga, tiene un timbre puro y homogéneo, es siempre natural, bien emitida y con foco. Es además muy expresiva. Elena Zanthoudakis y Paula Murrihy, por su parte, estuvieron muy bien como Frasquita y Mercédés.

En lo que se refiere a los personajes masculinos, en mi opinión, el mejor fue el bajo Nicolas Courjal. Además de tener una escuela vocal excelente y el donaire que el personaje de Zuniga requiere, era el único cantante del reparto cuya lengua materna es el francés. Esto, en el género de la opéra comique, es un triunfo a priori. Tanto Argis Argiris como Bryan Hymel, al contrario, tienen problemas con el francés, que son particularmente graves en el caso del tenor americano. Era la primera vez que lo escuchaba en vivo y, como parece un artista entregado, no querría ser injusta, pero la impresión que me dio es de que intentaba aclarar el color para parecer, precisamente, más francés y el resultado era una voz evidentemente sonora y poderosa, pero como aprisionada. Fue, no obstante, muy aplaudido. Argis Argiris, con su amplia voz y buena técnica de emisión, compuso un Escamillo en el que dejó aflorar la particular sensibilidad del personaje.

En el foso estaba un compatriota de Argiris, el maestro griego Constantinos Carydis. Ya en el preludio, prometió que aquélla iba a ser una buena noche de ópera (a pesar de los reparos expuestos) y, desde luego, lo cumplió. Dirigió a la Orquesta de la Royal Opera House con una mezcla adecuada de leveza e ímpetu. El aplauso también es para los miembros del coro de la casa y del coro infantil que participaba en la producción.
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