Italia

Un nuevo gran Rossini

Jorge Binaghi
lunes, 13 de septiembre de 2010
Pesaro, domingo, 15 de agosto de 2010. Teatro Rossini. Sigismondo (Venecia, La Fenice, 26 de diciembre de 1814). Libreto de G. Foppa y música de G. Rossini. Puesta en escena: Damiano Michieletto. Escenografia: Paolo Fantin. Vestuario: Carla Teti. Luces: Alessandro Carletti. Intérpretes: Daniela Barcellona (Sigismondo), Antonino Siragusa (Ladislao), Olga Peretyatko (Aldimira), Andrea Concetti (Zenovito/Ulderico), Manuela Bisceglie (Anagilda) y Enea Scala (Radoski). Coro (preparado por Paolo Vero) y orquesta del Teatro Comunale de Boloña. Director: Michele Mariotti
0,0002437 Dos años sólo habían pasado desde Demetrio e Polibio, que por ese mismo hecho habría que conocer, cuando hete aquí que surge otra gema musical (porque el libreto es débil). Donde uno menos se lo espera aparece un gran Rossini, ya desde la impresionante obertura. Como si fuera un laboratorio en perpetua ebullición, claro que aquí hay fragmentos que luego se reutilizan y/o reelaboran según las situaciones, pero nacen aquí y muy bien puestos que están (por ejemplo, el coro serio que abre el segundo acto aparecerá un par de años después en la introducción del Barbero, en un momento diametralmente opuesto al de ahora), la intención de reducir las arias o el virtuosismo por sí mismo, la decisión de pintar vastos frescos, de grandes proporciones, que suelen desembocar en una escena de conjunto (pero incluso los dúos, todos los dúos).

En dos años apenas -ya ha habido alguna prueba mayúscula entremedio- Rossini ha hecho buen uso del precepto "impara l'arte e mettila da parte", y sería difícil encontrarle aquí convenciones o concesiones al gusto de los cantantes o de la época "porque sí". La figura del protagonista es un buen ejemplo: tiene una cavatina casi arioso en su primera aparición y una gran escena final que desemboca en un brevísimo concertante. En un mundo perturbado por una injusticia cometida, que sólo se recuperará cuando todo salga a la luz y se repare, no hay momentos 'divertidos' o 'virtuosísticos', aunque sí muy difíciles.



Escena de conjunto
© 2010 by Studio Amati Bacciardi

Y la puesta en escena del cotizado Michieletto, rápidamente convertido en intocable y musa para la ‘inteligentsia’, crítica o no, italiana y a veces extranjero, si bien tiene muy buenas ideas, lo que tiene son demasiadas que se exponen todas juntas o unas a continuación de las otras. Tanto loco suelto o en manicomio termina mareando o fastidiando y no hacía falta, sobre todo si se quería establecer un paralelismo entre el protagonista culpable, pero ignorante, que sana, y el traidor fementido que va enloqueciendo por el miedo y los remordimientos. Pero hay momentos muy felices (la violencia del dúo entre tenor y soprano, por ejemplo; la entrada del protagonista), excelente iluminación, muy buena dirección de actores. Luego, si la escena única fuerza que en la original escena 2 del acto primero el tal 'Zenovito' se convierta en el médico del manicomio, mejor sería hacer un cambio de escena y que no fuera única.



Siragusa como Ladislao
© 2010 by Studio Amati Bacciardi

Más de acuerdo estaría en decir que quien ha hecho verdaderamente (re)descubrir esta ópera ha sido el talentosísimo Michele Mariotti (debutante en el Festival) al frente de su orquesta y coro (muy bien preparado), con los que hay gran entendimiento y que supo extraer de cada nota el detalle o el matiz apropiado, sin cubrir jamás a los cantantes y teniendo todo en su puño (o su batuta). No es la primera vez que lo oigo y hay aquí simplemente un gran maestro italiano.



Barcellona como Sigismondo
© 2010 by Studio Amati Bacciardi


Daniela Barcellona, muy bien dirigida por Michieletto, hizo el mejor papel de su vida en el protagonista; canta siempre magníficamente, pero la intensidad en la actuación y en la dicción fueron formidables. También se destacó Olga Peretyatko, cada vez más sólida en su canto y excelente actriz que vive con gran participación sus personajes. Antonino Siragusa tuvo mucho éxito y es un valor seguro por el estilo y la técnica: sin embargo, el timbre suena cada vez más ingrato, los recitativos suelen ser enfáticos incluso en volumen y más de un agudo empieza a parecerse a un grito; interpretó con pasión al malvado de turno (tuvimos el 'tenor padre', el 'tenor elegíaco y el 'tenor antihéroe' en las tres noches, así de paso recordamos que estamos lejos de 'Arnoldo' y de todo el tenor romántico posterior a Rossini). Andrea Concetti, en el primer papel (doble, además) de tipo serio que le veo desplegó una voz que no le conocía y fue el cuarto elemento de valía. Muy interesante Manuela Bisceglie, aunque su personaje (muy bien interpretado) tiene un rondó de 'seconda donna' que parece el único momento más endeble musicalmente de la partitura (y un absoluto detenerse de la acción cuando menos hace falta). El joven Enea Scala hizo muy bien lo poco que tenía que hacer.

Y con esta nota propia de un gran festival rossiniano cerramos por este año la visita a Pesaro.
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