España - Andalucía
Tradición vienesa y novedad
Xoán M. Carreira

Recordaba a la Orquesta Ciudad de Granada (COG) como una orquesta de mediana plantilla, excelentemente equilibrada y con muy buenos solistas (su clarinetista principal es nada menos que José Luis Estellés). En un programa tan bien diseñado para esa plantilla como el que dirigió en día consecutivos Manuel Hernández Silva (asistí a los dos conciertos, el del abono general del viernes y el recien creado abono del sábado, de sólo cinco conciertos), mi memoria -lejos de verse defraudada- se encontró ampliamente desbordada. Sigue siendo una orquesta de apenas 50 miembros, sigue teniendo solistas de primera pero sobre todo sigue siendo un instrumento dúctil y generoso.

Fotografía © 2010 by M. Rodríguez /OCG
La Serenata de Chaicovsqui es un estupendo test para la cuerda de una orquesta. Hubo diferencias notables entre los dos días que dicen mucho a favor de los profesores de la COG y de Hernández Silva, pues la interpretación del sábado demostró que tras la perfecta ejecución del viernes, orquesta y director ya habían alcanzado -, en su segundo encuentro en concierto- la compenetración que les permitía arriesgarse en aras de una expresión más suelta, natural y danzable. ¡Cuanto se nota la admiración de Chaicovsqui porr Johann Strauss II en esta pieza!
Hablaba antes de la excepcional calidad de algunos de los solistas de la orquesta y entre ellos está sin duda el alicantino Juan Carlos Chornet quien hizo una brillante versión del efectista Concierto para flauta y orquesta de Ibert, espléndidamente concertado por Hernández Silva quien una vez más exhibió su cintura rítmica y su paleta tímbrica. Como buen músico de orquesta, Chornet hizo un regalo 'orquestal': su solo en la 'Danza de los espíritus benditos' del Orfeo de Gluck.

Fotografía © 2010 by M. Rodríguez /OCG
Hernández Silva tuvo la fortuna de vivir y formarse en Viena, cuando la vida musical de la ciudad parecía estar protagonizada por Lenny Bernstein veinticuatro horas al día, y al margen de que los horarios de Bernstein pudieran chocar con las costumbres vienesas -para felicidad de Hernández Silva y otros músicos latinos allí residentes- lo que no parece tener discusión es que fue una de las épocas áureas de la Viena musical. Y tampoco parece tener discusión que Hernández Silva es un director de tradición vienesa hasta la médula. Nunca le había escuchado dirigir Schubert -sí Mozart y Haydn- y este fue el motivo de mi viaje hasta Granada. Con muy buen sentido, Hernández Silva prefiere la nueva edición Bärenreiter que recupera las versiones originales de Schubert en todo su esplendor y con todas sus "contaminaciones" de la música contemporánea que anegaba las calles y los cafés vieneses en la segunda década del siglo XIX. En ese aparente batiburrillo estructural en el que se entrecruzan discursos mientras brillan maravillosas melodías y todo ebulle incansable, es donde Hernández Silva demuestra su enorme potencial como director de la mejor tradición a la vez que de la más poderosa actualidad. Pues es capaz de seleccionar con enorme precisión los mejores recursos retóricos y expresivos de la historia de la interpretación orquestal para ponerlos al servicio de un texto musical totalmente nuevo, la nueva edición de la Sinfonía Trágica, y de reconstruirla como una nueva obra de 2010, nuestra, que nos habla a nosotros, de nuestras emociones y en nuestro lenguaje.
La Orquesta Ciudad de Granada tocó entregada desde el primer al último compás, en ambos conciertos, mostrando empaste, flexibilidad y capacidad de lucir su mejor paleta tímbrica. El público supo reconocer que había estado ante una interpretación soberbia y así lo recompensó con sus aplausos y sus comentarios mientras atravesaban los preciosos jardines del Auditorio Manuel de Falla.
Comentarios