España - Castilla y León
Ciclo JASP de piano en Eutherpe
Roberto San Juan
Alessandro Taverna, la técnica al servicio de la expresión
06/02/2011. F. Mendelssohn: Fantasía en Fa sostenido menor, op. 28 ‘Sonata Escocesa’. F. Busoni: Kammer-Fantasie sobre Carmen, BV 284. A. Scriabin: Sonata nº 10 op. 70. R. Schumann: Fantasía en Do mayor, op. 17. Alessandro Taverna, piano.
Este joven pianista italiano, alumno de Sergio Perticaroli en la Academia Santa Cecilia de Roma, posee una sólida técnica al servicio de un pianismo expresivo y elegante. En su interpretación de la Fantasía op. 28 de Mendelssohn mostró un gran control de la sonoridad, igualdad de ataque en los pasajes con medio pedal y poco calado del primer movimiento, así como una gran habilidad para destacar la línea de canto sobre el entramado textural del ‘Presto’ final. Tras otra Fantasía, la de Busoni, donde el pianista recreó con elegancia y estilo una serie de temas extraídos de la ópera Carmen, fue en la Sonata nº 10 de Scriabin donde Taverna se mostró más expresivo, ofreciendo una versión de esta pieza tímbricamente preciosista, con rasgos impresionistas y cuidada pedalización.
La segunda parte del recital estuvo dedicada de nuevo a una Fantasía, la op. 17 de Schumann. Tras un primer movimiento con bellas melodías cantabiles y donde se podría haber abundado aún más en el fortissimo de determinados pasajes, el segundo movimiento, muy enérgico, fue resuelto con solvencia para dar paso a un maravilloso tercer movimiento, ‘Langsam getragen’ (lento, solemne) sugerente y expresivo, con un fraseo natural y una sonoridad en pianissimo con la que Taverna consiguió crear una atmósfera casi mágica. Tanto fue así que el pianista, bromeando, pidió disculpas por romper el ambiente de ensoñación imperante al final de su recital, eligiendo como propina tres de las diez piezas para piano Play Piano Play de Friedrich Gulda, de marcada influencia jazzística.
Kotaro Fukuma, seguridad y virtuosismo
07/02/2011. R. Schumann: Novelletten, op. 21. F. Chopin: Nocturno nº 13 en Do mayor, op. 48 nº 1; Balada nº 4 en Fa menor, op. 52. F. Liszt: Estudio de concierto S144/R5 nº 3 ‘Un suspiro’; Estudio de perfeccionamiento S142/R4a ‘Ab irato’. G. Ligeti: Estudios, Libro 1: nº 4, nº 5, nº 6. S. Liapunov: Estudios op.11, Libro 4, nº 12 ‘Elegía en memoria de Liszt’. F. Liszt: Grandes Estudios de Paganini S141/R3b, nº 3 ‘La Campanella’. Kotaro Fukuma, piano.
Flamante tercer premio en el XVI Concurso Internacional de Piano de Santander en 2008, Kotaro Fukuma es un joven pianista japonés que protagonizó el recital técnicamente más exigente del ciclo. Su versión de las ocho Novelletten op.21 de Schumann fue magistral, resolviendo con autoridad y seguridad los bruscos cambios de carácter de la música, desde la agitación de los ataques en staccato, precisos y limpios, hasta la delicada calidez de los pasajes líricos. Este lirismo sincero y convencido fue también el rasgo más destacado de las dos piezas de Chopin que siguieron, con una versión de la Balada nº 4 misteriosa, rica en matices, sutil en los rubati, ampulosa en las formas -especialmente en la sección final- pero contenida en la expresión.
La segunda parte estuvo dedicada a Estudios de diversos autores. Los tres Estudios de corte programático de Ligeti permitieron mostrar una nueva faceta de este gran intérprete, pasando desde las reminiscencias impresionistas de ‘Arc-en-ciel’ hasta la rotundidad del pasaje martellato descendente con el que concluye ‘Automne à Varsovie’. Haciendo honor a la memoria de Liszt, los difíciles pasajes del Estudio nº 12 de Liapunov fueron resueltos por este intérprete con la potencia y energía emanadas de su madurez artística y su solvencia técnica. Con el pianista entregado en una interpretación cada vez más espectacular, ‘La Campanella’ de Liszt resultó absolutamente impresionante. La ovación final forzó una propina: un delicadísimo Liebestraum, nº 3, también de Liszt.
Anna Petrova, pianista intelectual e introspectiva
08/02/2011. L. van Beethoven: Sonata nº 6 en Fa mayor, op.10 nº 2. B. Bartók: Suite op. 14, BB 70. M. Ravel: Sonatina. F. Chopin: Sonata nº 3 en Si menor, op. 58. Anna Petrova, piano.
Esta joven pianista búlgara, afincada en Nueva York, regresó a León para ofrecer un recital donde de nuevo exhibió una madurez artística sólida, que parece surgir del dominio tanto técnico como intelectual de las obras, logrado tras un proceso de interiorización de las mismas. Su versión de la Sonata nº 6 de Beethoven fue muy clara en las líneas y sobria en el uso del pedal. La Suite op. 14 de Bartók fue brillantemente resuelta desde una concepción más intelectual que pasional y su última sección, con rasgos impresionistas, constituyó un excelente preámbulo para la Sonatina de Ravel, pieza que Petrova interpretó recreándose en cada frase, masticando cada motivo, a modo de paseo a través de un crisol de colores y matices.
Ya en la segunda parte, Anna Petrova ofreció una versión de la Sonata op. 58 de Chopin cálida y expresiva, en una interpretación introspectiva que pareciera huir del exhibicionismo formal. Hubo deliciosos pasajes en pianissimo en el tercer movimiento, un ‘Largo’ misterioso y doliente, con rubati contenidos y un excelente trabajo de fraseo melódico. Tras concluir el ‘Finale’ de carácter decidido y agitado, Petrova ofreció una propina: el Estudio nº 10 ‘Aprendiz de brujo’ de Ligeti, recogido en el Libro 2.
Andrey Yaroshinsky, sobriedad formal y profundidad en el mensaje
09/02/2011. F. Chopin: 24 Preludios, op. 28. F. Liszt: Sonata en Si menor S178/R21. Andrey Yaroshinsky, piano.
Yaroshinsky, Primer Premio en el Concurso Internacional de Piano José Iturbi de Valencia en 2010, se mantuvo fiel al altísimo nivel artístico que caracteriza sus recitales, concibiendo cada uno de los 24 Preludios op. 28 de Chopin a modo de una breve e intensa reflexión poética, en una interpretación que se convirtió en toda una experiencia estética para el oyente. Magistral fue igualmente su versión de la Sonata en Si menor de Liszt, donde las notas parecían desgranarse con una limpieza y agilidad impecables. Un buen trabajo tanto desde el pedal como en la articulación melódica permitió definir líneas de canto con una claridad cristalina, y el sabio control ejercido en la gradación de la intensidad expresiva hizo que ésta no llegara nunca a saturar al oyente, como a veces ocurre en otras versiones.
El pianista se mostró generoso en las propinas, ofreciendo un total de tres: comenzó con una Sonata de D. Scarlatti, interpretada con un medio pedal también generoso con el que logró una sonoridad envolvente, incluso en los pasajes en staccato; a continuación sonó un Preludio de J. S. Bach, en una versión alejada de las interpretaciones puristas, pero muy interesante y coherente en su planteamiento estético. Por último, el recital concluyó con un Estudio de S. Rachmaninov.
Tomoaki Yoshida, técnica y academia
10/02/2011. W.A.Mozart: Sonata nº 13 en Si bemol mayor KV 333. L. van Beethoven: Sonata nº 31 en La bemol mayor, op. 110. F. Chopin: Rondo a la Mazurca en Fa mayor op. 5; Nocturno en Si mayor op. 9, nº 3; Rondo en Mi bemol mayor, op. 16. F. Liszt: Rapsodia húngara S244/R106 nº 9 en Mi bemol mayor, ‘El Carnaval de Pest’. Tomoaki Yoshida, piano.
Al igual que ocurriera con Alessandro Taverna, la impronta del maestro Sergio Perticaroli se reconoce en otro de sus alumnos, Tomoaki Yoshida, a través de una técnica absolutamente magistral. La Sonata KV 333 de Mozart fue interpretada con un toque aterciopelado y elegante, cuidadoso con los matices y muy ajustado al estilo del maestro de Salzburgo. En la breve y brillante cadenza del último movimiento, ‘Rondo: allegretto grazioso’, Yoshida ofreció interesantes detalles tanto en la digitación como en el tipo de ataque, en una versión de esta pieza puntillista y muy cuidada. Tras una interpretación de la Sonata nº 31 de Beethoven más que correcta, siguieron tres obras de Chopin relativamente infrecuentes en las salas de concierto. En su ejecución Yoshida mostró seguridad y musicalidad. Sin embargo, fue en la Rapsodia húngara nº 9 de Liszt donde este pianista puso de manifiesto hasta dónde puede dar de sí su técnica, con una sucesión de pasajes virtuosísticos y un despliegue de recursos sobre el teclado en lo que parecía ser la búsqueda del más difícil todavía. Precisamente por ello, en ciertos pasajes de auténtica pirotecnia pianística el sonido no fue todo lo limpio que debiera. Algo parecido ocurrió en algunos otros pasajes de la Polonesa nº 6 op. 53 de Chopin que Yoshida ofreció como propina y que fue interpretada a una velocidad endiabladamente rápida. Para compensar, también hubo momentos que destacaron por su claridad prístina, con muy bellos detalles en la articulación de la línea melódica.
Gerhard Vielhaber, cierre de ciclo
11/02/2011. L. van Beethoven: Sonata nº 14 en Do sostenido menor, op. 27 nº 2 ‘Claro de Luna’. J. Brahms: Variaciones sobre un tema original en Re mayor, op. 21 nº 1. W.A.Mozart: Sonata nº 9 en Re mayor KV 311. M. Ravel: Valses nobles y sentimentales. F. Chopin: Balada nº 3 en La bemol mayor, op.47. Gerhard Vielhaber, piano.
El último de los conciertos de este ciclo tuyo como protagonista a Gerhard Vielhaber, alumno de Jacques Rouvier en Berlín, quien es conocido en León por haber sido uno de los maestros de la pasada edición del Encuentro de Jóvenes Pianistas desarrollado bajo el patrocinio de la Fundación Eutherpe. Vielhaber fue, a mi juicio, el intérprete que tuvo una actuación más irregular en este ciclo. Su lectura de la Sonata nº 14 de Beethoven fue muy contenida, con un discreto uso del pedal en el ‘Adagio sostenuto’ inicial, lo justo para recrear la atmósfera nocturna requerida y mantener la continuidad de la línea melódica. Tanto el ‘Allegretto’ como el ‘Presto agitato’ fueron ejecutados con un tempo rígido, sumamente rápido en el caso de éste último y sin apenas concesiones a la expresión, que quedó enjaulada bajo un tempo metronómicamente constante.
Tras una interpretación correcta de las Variaciones op.21 nº 1 de Brahms, su versión de la Sonata nº 9 de Mozart, ya en la segunda parte, resultó magistral. El primer movimiento, ‘Allegro con spirito’, destacó por una línea melódica cristalina, con unos trinos en staccato muy bien ejecutados y una perfecta articulación. El movimiento central, ‘Andante con espressione’, fue una auténtica obra de arte, en una lectura preciosista que constituyó también el rasgo más destacado del ‘Rondo’ final. Este altísimo nivel no se mantuvo, sin embargo, en los Valses nobles y sentimentales de Ravel. Quizás debido a un comienzo un tanto accidentado, hubo momentos de cierta inseguridad seguidos por otros de bellas y sugerentes armonías muy bien logradas. El recital concluyó con una correcta versión de la Balada nº 3 de Chopin, si bien la expresión pareció de nuevo verse condicionada por la rigidez del tempo imperante. Como propina, Vielhaber ofreció un Intermezzo de Schumann.
A modo de conclusión
No quisiera acabar esta reseña sin incluir una breve reflexión. En estos tiempos de crisis, donde muchos auditorios tienen que hacer auténticas filigranas presupuestarias para sacar adelante una programación de calidad e, incluso, se llegan a replantear la viabilidad de algunos proyectos, iniciativas como la patrocinada por la Fundación Eutherpe y el Auditorio de León pueden constituir un excelente modelo. Para auditorios de provincias, que cuentan con presupuestos modestos, es ahora el momento de recurrir a la cantera de jóvenes talentos que están iniciando una carrera internacional y que pueden ofrecer conciertos de calidad a precios asequibles.
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