Discos

Klang: horas 13, 16, 17, 20 y 21

Paco Yáñez
lunes, 23 de mayo de 2011
Karlheinz Stockhausen: Cosmic Pulses; Uversa; Nebadon; Edentia; Paradies. Michele Marelli, basseto. Christine Chapman, trompa. Marcus Weiss, saxofón. Kathinka Pasveer, flauta y voz. Antonio Pérez Abellán, loops y sincronización. Karlheinz Stockhausen, electrónica. Günther Kasper, ingeniero de sonido. 5 CDs DDD de 77:00, 47:30, 45:00, 40:00 y 38:00 minutos de duración grabados en el Sound Studio N de Colonia (Alemania), los días 2 de septiembre de 2007, 15 de noviembre de 2008, 21 de marzo de 2009, 12 y 13 de diciembre de 2009, y 17 de julio de 2010. Stockhausen Verlag CDs 91, 94, 95, 98 y 99
0,0004713 Penúltima entrega del repaso que en Mundoclasico.com venimos realizando a las grabaciones discográficas de Klang (2004-07), el que fue último ciclo compuesto por el alemán Karlheinz Stockhausen (Mödrath, 1928 - Kürten-Kettenberg, 2007) antes de su muerte. En esta ocasión, abordamos cinco de las 24 horas del día que describe Stockhausen en Klang, tras desgranar en su heptalogía operística Licht su visión de los siete días de la semana. Nos encontramos hoy con un conjunto de piezas compuestas todas ellas en el año 2007, y cuyo denominador común es estar escritas para electrónica o instrumentos de viento con electrónica. Se trata de las horas 13, Cosmic Pulses; 16, Uversa; 17, Nebadon; 20, Edentia; y 21, Paradies.

Cosmic Pulses, decimotercera hora de Klang, es la única pieza del ciclo compuesta íntegramente para electrónica. Supone, igualmente, un punto de inflexión, pues desde la decimocuarta hora a la vigésimo primera todas estas composiciones estarán escritas para electrónica con voz o instrumentos de viento, haciendo alusión al ascenso del alma humana a través de las regiones cósmicas hacia el paraíso. De esta decimotercera hora tomarán las siguientes sus partes electrónicas de las distintas capas que la componen, por lo cual se convierte en un generador musical para las últimas piezas del ciclo, así como en su garante de coherencia. Cosmic Pulses es una de las horas más atractivas y logradas de Klang. Se basa en una serie de 24 loops electrónicos, cada uno de los cuales tiene un diferente número de tonos entre 1 y 24, que van rotando en 24 tempi y 24 registros con un rango de aproximadamente 7 octavas, siendo la primera capa el tempi más rápido y la tesitura más aguda, y la capa 24 la más lenta y grave. Fácilmente se deriva la enorme combinación de probabilidades sonoras a lo que ello da lugar, a lo que se añade que estos loops son sucesivamente dispuestos en capas que se remontan entre sí en función de sus velocidades metronómicas. A ello se suma que las melodías que establece cada uno de estos loops electrónicos son reguladas manualmente en vivo, para dotar de mayor individualidad y personalidad a cada ejecución de Cosmic Pulses, a través de accelerandi y ritardandi del tempo de dichas melodías, así como gracias a glissandi ascendentes y descendentes que perfilan la tesitura tonal de cada versión.

Todo este bagaje de elementos combinatorios se vuelca a escena a través de 8 altavoces, que presentan patrones de movimiento particulares para las 24 capas melódicas. Ello genera un total de 241 trayectorias que se espacializan entre los 8 canales, generando un campo móvil muy rico y vivo, para Stockhausen correlación con las trayectorias orbitales de los planetas y lunas del sistema solar, cuyos pulsos redirige a esta decimotercera hora de su estudio del día. Es habitual este tipo de interacciones numéricas en la obra del compositor alemán entre elementos temporales y físicos, entre lo cotidiano y lo estelar, parte de su cosmovisión de marcada espiritualidad panteísta. El resultado global, cuya sincronización realiza el español Antonio Pérez Abellán, nos remite a una sonoridad masiva y magmática, cual un inmenso órgano espacial repleto de melodías que se transforman, superponen, metamorfosean, nacen y mueren, con una atracción hipnótica. Es una pena que la Stockhausen Verlag no haya optado por una edición en formato multicanal de todos estos compactos que hoy reseñamos, pues aun a pesar de su extraordinario sonido, la audición en estéreo resta veracidad a estas piezas en lo referente a la música electrónica, sin que podamos ser plenamente conscientes de la espacialización y movimiento de las abigarradas capas entre sus ocho fuentes emisoras, con sus patrones móviles. En todo caso, la experiencia es también en este formato poderosa y atrayente, siendo muy aconsejable alternar su audición con altavoces y cascos para probar diferentes acústicas. El compacto presenta, asimismo, ejemplos de las 24 capas sonoras, presentadas por el propio Stockhausen, en línea con el carácter didáctico de muchos de los compactos de la Stockhausen Verlag.

La decimosexta hora, Uversa, está escrita para basseto y electrónica, proviniendo ésta última de las capas melódicas 18, 17, y 16 de Cosmic Pulses. La escritura para basseto no resulta especialmente compleja, en línea con el proceso de depuración sonora que preside Klang, de forma que el carácter abigarrado y poliforme de la pieza se deriva no tanto del apartado instrumental, sino de su relación con el entramado electrónico y el recitado de Kathinka Pasveer del texto a través del cual Stockhausen articula las secciones de Uversa. Si la cuarta hora de Klang, Himmels-Tür (2005), abría una suerte de invocación a los valores morales del ser humano, que llegaría hasta la hora duodécima, esta invocación es llevada ahora a un plano espacial; ámbito éste, el de las regiones cósmicas, que preside las horas de la decimocuarta en adelante, como transubstanciación del ascenso del alma hacia el paraíso, en correlación al carácter más agudo y acelerado de las capas de Cosmic Pulses en cada hora subsiguiente de Klang hasta la vigésimo primera, Paradies. Michele Marelli, que efectuó el estreno de la pieza, se encarga de una interpretación muy refinada y técnica, tomando el relevo de la habitual intérprete de basseto de la obras de Stockhausen, la clarinetista norteamericana Suzanne Stephens. Tanto Uversa, como los compactos con las horas 17, 20 y 21, incluyen no sólo la versión completa de cada pieza con su instrumento y electrónica, sino la parte electrónica independiente, para aquellos músicos que deseen ensayar cada obra con la fuente sonora original, cuyos tracks en el disco se corresponden con minutajes precisos de la partitura para hacer más fácil la práctica de la misma.
 
Nebadon, para trompa y electrónica, decimoséptima hora de Klang, sigue el mismo esquema que hemos visto en Uversa, en este caso a partir de las capas 15, 14 y 13 de Cosmic Pulses. La escritura para trompa presenta un carácter instrumental muy próximo a la de Uversa, y de nuevo Kathinka Pasveer se encarga del recitado de una serie de palabras para estructurar la obra, en este caso uniendo los nombres de las regiones espaciales a diversos santos y exhortaciones cristianas. Christine Chapman, que estrenara la obra en Colonia -encargo de la MusikTriennale-, es la intérprete en este compacto, que como los restantes del ciclo están encomendados a los artistas del círculo más estrecho de Stockhausen, aquellos que dieron a conocer unas partituras que estudiaron con el propio compositor, por lo cual todas sus lecturas presentan, además de su carácter histórico, las mayores credenciales estilísticas.

Vigésima hora de Klang, Edentia está compuesta para saxofón soprano y una electrónica emanada de las capas 6, 5 y 4 de Cosmic Pulses. La versión de Edentia que ahora escuchamos es la de Marcus Weiss, saxofonista que estrenó la partitura en Hamburgo. Como en las anteriores horas, la electrónica aporta un trasfondo abigarrado -aquí muy vibrátil, con preponderancia de melodías en tesituras agudas- sobre el que Weiss explora su instrumento con un discurso muy fragmentario y libre en base a numerosos trémolos, glissandi, microtonalidad, staccati, etc., a la par que Pasveer realiza nuevos recitados que prolongan la invocación cósmico-religiosa que capitaliza este gran subgrupo de horas finales en Klang. Como se puede observar en la sucesión de instrumentos de viento, algo que también sucede con las voces de las últimas horas de Klang, la tesitura de cada instrumento es progresivamente más aguda: basseto - trompa - saxofón soprano - flauta (en las voces: bajo - barítono - tenor - soprano), proceso que es un trasunto tonal del ascenso del alma en su viaje hacia el encuentro con Dios.

Paradies, vigésimo primera hora de Klang, fue la última composición del ciclo finalizada por Stockhausen (si bien su testamento musical lo constituyen sus Fünf Sternzeichen, completado el día antes de su muerte). Escrita para Kathinka Pasveer, que interpreta con magisterio y refinada sensibilidad en este compacto la parte para flauta, Paradies responde, según la flautista holandesa, a un cambio o evolución en el último Stockhausen, que habría llegado a un nuevo umbral de inspiración musical. En la entrevista que en Mundoclasico.com mantuvimos con Pasveer, en marzo de 2008 [leer entrevista], la flautista nos informaba de que Stockhausen "no dejó ningún boceto ni esquema para las últimas tres horas que restaban por componer" de un ciclo que para ella se cierra definitivamente con Paradies, sin que nadie lo pueda completar. Esta última hora se basa en las agudísimas capas electrónicas 3, 2 y 1 de Cosmic Pulses, aquí dispuestas como un pulso vibrante casi en continuo, a las que se une la melódica flauta solista y los recitados de la propia Pasveer, todo ello mezclado posteriormente en estudio. De nuevo, la pieza está estructurada en 25 secciones ininterrumpidas articuladas a través de un texto escrito por Stockhausen, en este caso de carácter metamusical, pues nos va desgranando el sentido de la obra, así como algunas de sus operaciones y recursos musicales para flauta, como las pausas ad libitum, su articulación libre, sus pasajes de legato o staccato, la disposición de 24 líneas de notas para la solista, un tempo flexible, etc.; todo ello finalizado con una invocación a modo de plegaria a la eternidad de Dios, para cuyo gozo habría escrito Stockhausen este juego musical de voz, flauta y electrónica que conserva cierta ingenuidad, un carácter infantil y una espiritualidad primigenia.

Las grabaciones de todos estos compactos, como las propias interpretaciones, son excepcionales, a cargo del alma máter sonora de estos discos: el ingeniero Günther Kasper, encargado de dotar de homogeneidad a los últimos números de la Stockhausen Verlag, cuyo sonido es extraordinario a todos los niveles, pudiendo ponérsele tan sólo como pega su limitación a dos canales en estéreo, cuando las partes electrónicas están pensadas para una espacialización multicanal que sería más fiel a las intenciones del compositor. En todo caso, para aquellos que pretendan ejecutar estas obras con la fuente original para ocho altavoces, la Stockausen Verlag anuncia la posibilidad de hacerse con la cinta octofónica, para lo cual es preciso remitirse directamente a la fundación alemana, que suministra dichos materiales.

Como siempre, las ediciones son completísimas en cuanto a información sobre las composiciones, liturgia interpretativa y datos concernientes a la grabación de estos compactos. Buena parte de ellos incluyen numerosísimos gráficos, esquemas y ejemplos de partituras, así como fotografías. Por último, recordar a los lectores que deseen hacerse con los registros fonográficos de estas horas de Klang, que pueden realizarlo a través de la web de la Stockhausen Verlag -a la que se accede desde esta misma reseña-.

Estos discos han sido enviados para su recensión por la Stockhausen Stiftung
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