España - Galicia

Muchas interferencias y pocas nueces

Paco Yáñez
jueves, 7 de julio de 2011
Santiago de Compostela, martes, 28 de junio de 2011. Centro Galego de Arte Contemporánea. Rubén Barros, guitarra eléctrica. Ángel Faraldo, electrónica. S@X21. Pedro Rebelo: Exposure. Fausto Romitelli: Trash TV Trance. Rico Gubler: Loud-Speakers. Ángel Faraldo: Feedback Study #3b - “Slow Motion”. Germán Alonso: If God is in the TV, then Rock is Deader than Dead. Franck Bedrossian: Propaganda. Ocupación: 25%.
0,0003632 Segundo concierto en el Centro Galego de Arte Contemporánea del ciclo ‘Música e arte. Correspondencias sonoras’, de cuya primera entrega -vinculada a la exposición de la artista ítalo-brasileña Anna Maria Maiolino- dimos cuenta el pasado mes de abril en Mundoclasico.com. En esta ocasión, la propuesta que S@X21 presenta en su ciclo compostelano, bajo el titulo ‘SOUND TV / TV SONS (Propaganda)’, venía ligada a la exposición ‘Estades preparados para a televisión?’, muestra comisariada por Chus Martínez que se puede visitar en el cGac hasta el 18 de septiembre, y cuya correspondencia musical también parece haber mimetizado parte del bochornoso estado de la televisión, al menos en España, que podríamos definir con aquello de ‘Mucho ruido y pocas nueces’.

En una costumbre que (afortunadamente) se está extendiendo a numerosas citas con la música actual, la programación del concierto formaba parte de un todo orgánico que comprende no sólo la mencionada exposición, sino una visita guiada a la misma que el cGac había fijado para una hora y media antes del concierto, con el objeto de que los interesados pudieran participar de forma sintética en la propuesta artístico-musical. Me he acercado a esta visita guiada, que dirigió Xaime Fandiño, profesor de la Universidad de Santiago de Compostela y veterano director de programas en la Televisión de Galicia. La verdad es que ha resultado decepcionante y en exceso improvisada. Si algo demanda de nosotros el actual estado de la televisión es una confrontación profundamente crítica con un potentísimo medio de comunicación que está siendo instrumentalizado para producir la mayor alienación vulgarizadora de la que tenemos noticia en siglos, estando como lo está en manos de grandes grupos de poder mediático vinculado a los poderes fácticos político-económicos. Las reflexiones de Fandiño básicamente se han referido al elemento más puramente técnico del medio (en su vertiente más simplificada), así como a sus recuerdos y anécdotas personales, descartándose él mismo como teórico artístico o sociológico sobre el tema; enfoque éste que creo debería primar en un centro como el cGac. Cierta complacencia con los derroteros televisivos llegaron a resultar hasta exasperantes, especialmente cuando aquellos que dirigen esta debacle colectiva exponen su conciencia sobre ello y prácticamente lo asumen como un rasgo definitorio ‘inevitable’ de las sociedades contemporáneas...

Afortunadamente, en la exposición del cGac uno se puede encontrar con un compendio de programas televisivos y reflexiones sobre el medio a cargo de músicos, artistas, cineastas, escritores y pensadores como John Cage, Joseph Beuys, Bill Viola, Jean-Luc Godard, Albert Serra, Samuel Beckett, Guy Debord, Martin Heidegger, Michel Foucault o Gilles Deleuze, entre muchos otros, que ahondan de forma más lúcida en las entrañas de ese monstruo que tantos posibles alberga y que de tantos vacíos atiborra nuestra sociedad abducida por sus brillos (creen) miríficos. Como señala Chus Martínez, la televisión se encuentra en una encrucijada a comienzos de este siglo XXI por la poderosísima irrupción de internet en nuestra vida cotidiana. En su revisión a las relaciones entre el medio televisivo con el arte y el pensamiento, Martínez ha rescatado otros modos de hacer televisión que se distancien de una moda que señala «No describe realidades, sino que las prescribe: nos muestra tácitamente lo que deberían ser». De herramienta de poder que genera imaginarios colectivos en manos del sistema, la televisión pasa a ser crítica reflexiva confrontada al pensamiento único cuando ésta se encuentra en manos de los artistas y pensadores, proliferando a menudo más preguntas que respuestas, cuestionando más que prescribiendo... Una visita a esta programación televisiva en doce espacios-canales puede ser una rica interpelación a nuestra forma de acercarnos y conformarnos vía TV: una invitación a desaprender lo inculcado a base de cátodos y hercios, a re-pensar la realidad desde nuevas ópticas discrepantes...



Fotografía © 2011 by Paco Yañez

Pasando a un plano más estrictamente musical; como antes señalaba, el programa me ha parecido un tanto decepcionante en cuanto a calidad artística de las composiciones, que en algunos casos parecían reflejo de la decadencia del medio televisivo, con una cansina proliferación de clichés musicales de un nivel bastante mediocre. Quizás sólo las composiciones de Pedro Rebelo y Franck Bedrossian se escapen a una línea general calificable de pobre, por más que los miembros de S@X21 brindaran sus habituales niveles de calidad interpretativa; insuficientes hoy para salvar las piezas programadas.

Nos dice Pablo Coello, en sus siempre informadas notas al programa, que ‘SOUND TV / TV SONS (Propaganda)’ tiene como punto de partida «la consideración de la televisión como medio de transmisión de mensajes, que pueden llegar a ser transformados y/o manipulados en sentidos muy diferentes». En esa línea de manipulación de los materiales por parte de sus mediadores, en este caso a través del filtro electrónico, se encuentra la pieza para cuarteto de saxofones Exposure (2009-10), del portugués Pedro Rebelo (Viseu, 1972), que juega de forma extendida con un espacio musical entre lo determinado y lo indeterminado, a partir de materiales acústicos producidos a través de disyunciones en las técnicas interpretativas y manipuladas posteriormente por la electrónica, creando la mencionada ambigüedad en un discurso intervenido. Rebelo configura una abigarrada polifonía en la que los elementos concordantes y discrepantes entran en constante pugna, dibujando un mapa sonoro vibrante e inestable, de rica deriva sonora en la que proliferan materiales a caballo entre técnicas canónicas reformuladas y asomos de técnicas extendidas; todas ellas complejizadas por la reinterpretación electrónica de estos recursos. Continuas irrupciones de las diferentes voces se elevan a lo largo de sus diez minutos de duración sobre una suerte de continuo inestable que va adoptando soluciones en continuo desarrollo progresivamente más vivo y crispado hasta su sereno final en morendo.

El italiano Fausto Romitelli (Gorizia, 1963 - Milán, 2004) cuenta con una creciente legión de fieles seguidores en el terreno de la música contemporánea, especialmente tras su prematura desaparición, que lo ha elevado a los altares de ciertas camarillas posmodernas. Buena parte de sus propuestas se sitúan en un terreno de fusión que vampiriza muchos lenguajes y recursos técnicos sin llegar a fraguar un estilo sustantivo, especialmente en las piezas más cercanas al pop-rock y al entorno de las nuevas sonoridades urbanas. Trash TV Trance (2002), para guitarra eléctrica, es una de estas piezas. Concebida como una suerte de crescendo que amalgama técnicas derivadas del rock más virtuoso, su sucesión de efectos resulta un tanto hueca y cansina (en esto sí resulta tan televisiva como realizar un zapeo a la parrilla de la insufrible TDT), dejando tras su electrizante y catártico final una sensación de fuegos de artificio sin mucha sustancia musical más allá de una repetitiva letanía de desgarros efectuados con diversos objetos sobre las cuerdas de la guitarra.

También la obra del suizo Rico Gubler (Richterswil, 1972) nos deja una sensación similar. Loud-Speakers (1999) dispone los cuatro saxofones que interpretan la pieza alrededor del público para crear un efecto cuadrofónico en el que los materiales musicales acumulan un buen número de clichés harto reconocidos. Resulta interesante adentrarse en sus procesos homofónicos y heterofónicos utilizando ya sea en pares o en cuarteto las cuatro fuentes emisoras, creando así efectos-contraste de unidad/discrepancia que constituyen lo más sustantivo de esta composición. Presentan también cierto atractivo las irrupciones más expresionistas del tramo intermedio de una obra que en sus seis minutos de duración al menos mantiene activa nuestra discriminación auditivo-espacial, pero en el otro extremo un tanto aletargada nuestra capacidad de sorpresa con respecto a la originalidad y personalidad de los materiales.

Habitual colaborador de S@X21 dentro del proyecto Fonos 21, el compositor, artista sonoro, improvisador y diseñador de instrumentos digitales Ángel Faraldo (Ferrol, 1980) presentaba en estreno absoluto su pieza para electrónica en vivo Feedback Study #3b - “Slow Motion” (2011). Forma parte esta obra de la serie Feedback Study, que comprende cinco grupos de obras en las que la electrónica retroalimenta bien instrumentos acústicos, bien danza, bien electrónica, bien instalaciones u obras digitales. El tercer grupo de esta serie, en el que se inscribe como segunda entrega la pieza hoy escuchada, aborda la retroalimentación interna de aparatos electrónicos, en este caso para una mesa no-input mixer. De este modo, es la propia mesa la que trabaja con sus propios bucles de voltaje, produciendo sonidos a partir del tratamiento de estos. Según el propio Faraldo, el subtítulo“Slow Motion” alude a la indicación del compositor para que sus intérpretes realicen las alteraciones en los procesos de retroalimentación de forma lenta y gradual a lo largo de los casi diez minutos que dura la obra. Tanto por su planteamiento conceptual, como por sus resultados musicales, me han parecido más logradas piezas de Faraldo escuchadas en Compostela durante el pasado año, Estudo sobre feedback (2010) y Sartnam (2010). Feedback Study #3b - “Slow Motion” resulta un tanto monótona en sus densos primeros cinco minutos, despertando nuestra atención quizás en su segunda gran sección, más hipnótica, aunque muy insidiosa en su carácter repetitivo, antes del despojado y latiente final de esta obscura escultura sonora.



Fotografía © 2011 by Paco Yañez


También estreno mundial era la obra de Germán Alonso (Madrid, 1984) If God is in the TV, then Rock is Deader than Dead (2011), igualmente encargo de S@X21 para la ocasión. Basa conceptualmente su pieza Alonso en un texto de Hans Magnus Enzensberger; un escrito que afirma que «cuando nuestra concentración alcanza su punto culminante, ya no la podemos diferenciar de la desconexión mental, y al revés: la desconexión de la mente da paso a un estado hipnótico. (...) Desde esta perspectiva se podría explicar sin grandes dificultades la veneración casi religiosa que disfruta el medio cero: significa la aproximación técnica al nirvana. Podemos afirmar, por lo tanto, que el televisor es la máquina budista». A partir de aquí, la pieza de Germán Alonso se concreta en un «programa sonoro sin programa, en el que los episodios se suceden sin relación causa-efecto». La composición se desvincula de cualquier tipo de desarrollo orgánico e incide en la deformación, repetición y acumulación de materiales emanados de cuarteto de saxofones y guitarra eléctrica. Alonso afirma que el absurdo adquiere carta de naturaleza al imperar la estética del ruido; una estética en la que no pretende transformaciones, sino cambios. Pues bien, aun con todo este andamiaje conceptual, la obra no aporta musicalmente una gran sustancia al concierto, pudiendo retomar de nuevo aquello de que escuchamos mucho ruido (o interferencias) y pocas nueces (musicales). Influenciada por la estética del rock progresivo, los resultados son un tanto toscos y de una personalidad musical más bien ruda y escasa.
 
Por último, la composición que considero de más enjundia del programa, Propaganda (2008), del francés Franck Bedrossian (París, 1971), vuelve a incidir en la manipulación de los materiales sonoros como vía de control sobre su contenido y forma. En el caso del compositor galo, me ha parecido más sustantiva la parte más puramente acústica de su escritura que la alteración electrónica del discurso instrumental. En Bedrossian se muestra un mayor dominio del lenguaje, un refinamiento en la escritura mucho mayor, y una disposición de técnicas extendidas de forma más musical y coherente con una construcción propia. Tan sólo algunos de los pasajes electrónicos lastran un tanto la pieza, entrecortando los materiales acústicos; pasajes en los que el relieve y la brillantez de la escritura pierden unos cuantos enteros, por más que conceptualmente se ajusten con los procesos de manipulación que Bedrossian nos quiere desvelar y que tan bien casan con el planteamiento de una muestra sobre la televisión, algunas de cuyas intenciones hemos visto a lo largo de esta reseña.

El capítulo de las interpretaciones vuelve a ser irreprochable. El trabajo de S@X21 siempre demuestra valentía a la hora de exprimir las partituras, una rotunda modernidad en su estilo interpretativo y unas capacidades técnico-expresivas encomiables. Aun así, su esfuerzo no es suficiente para mantener en pie algunas de estas piezas, cuyos valores musicales se tambalean a pesar de su entregada defensa por parte de los músicos gallegos. No puedo dejar de destacar hoy a Diego García, tanto en el saxofón barítono como en el tenor, instrumentos de los que ha extraído esta noche un sonido poderoso y un detalladísimo bajo para cimentar el edificio sonoro que elevan sus compañeros de cuarteto. En todo caso, el nivel medio es sobresaliente. Rubén Ramos también ha mostrado buenas dotes con la guitarra eléctrica, por más que no consigue la musicalidad en el terreno de la composición actual que sí logra el cuarteto de saxofones, que creo ha calado en mayor profundidad en las diversas partituras.

Así pues, y en general, se trata de un planteamiento que conceptualmente se sostiene y resulta afín a la muestra del cGac, pero que musicalmente podría haber deparado una selección más potente desde un punto de vista estético y artístico. Quizás esperaba más de la combinación tímbrica de cuarteto de saxofones y guitarra eléctrica, que sigo creyendo puede dar más de sí. En todo caso, musicalmente me ha parecido muy superior la primera cita de este ciclo de ‘Correspondencias sonoras’, confiada a cuarteto de cuerda y cuarteto de saxofones. Esperamos que la tercera y última entrega nos vuelva a sorprender tan gratamente como lo hizo la primera. Mientras, seguiremos en guardia y atentos a los cantos de sirena de esa caja tonta más plana que nunca.
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