España - Valencia

Todo un lujo

Fernando Galicia
viernes, 5 de octubre de 2001
Alicante, domingo, 30 de septiembre de 2001. Teatro Principal. Joven Orquesta Nacional de España. Director: Roberto Fabbriciani. Gabriel Erkoreka: Kantak; Bruno Maderna: Serenata nº 2; Anton Webern: Passacaglia, Op. 1; Luigi Nono: A Carlo Scarpa architetto ai suoi infiniti possibili; Arnold Schönberg: Sinfonía de cámara nº 2, Op. 38. XVII Festival de Música Contemporánea.
0,0001117 De nuevo la JONDE se presentaba ante el público para ofrecer su tercer concierto en el XVII Festival de Música Contemporánea, de nuevo en el Teatro Principal de Alicante. El programa de esta noche se antojaba también complicado, pero de nuevo la orquesta hizo alarde de su potencial para ofrecer un concierto extraordinario.Kantak era la obra menos conocida del programa, pero no por ello desmerecedora del mismo. La obra, para piccolo y conjunto de cámara, salió a la perfección; sobre todo las dinámicas, las subidas y bajadas de intensidad, con cambios muy suaves y sin sobresaltos. El piccolo sonó muy bien, con un sonido alto y claro, y gran precisión en sus entradas y fraseos, así como una técnica impecable. Destacó el final, muy preciso por parte de todo el conjunto. El compositor, presente en el concierto, se mostró agradecido por la interpretación que se hizo de su obra, y por la buena acogida por parte del público.La Serenata nº2 de Bruno Maderna es la que resultó más pesada de todas las obras que se interpretaron esta noche. Composición paradigmática del puntillismo musical, que fue llevado a la perfección por la orquesta. Es una obra melódica, y como tal se pudo escuchar, con un sonido muy nítido por parte de todos los instrumentos, gracias al cual ese puntillismo mencionado resultó bellísimo. La sonoridad fue muy buena en general, como bloque, pero cierto es también que en esta ocasión la interpretación resultó muy lineal.En tercer lugar interpretaron la Passacaglia Op.1 de Anton Webern, tal vez uno de los platos fuertes de la noche. Destacó la gran cohesión de la sección de cuerdas, que condujo a la orquesta a formar un excelente conjunto, y que sonó como tal. De nuevo volvieron a marcar la dinámica de una manera brillante, realizando unos fantásticos fff, así como unas buenísimas llegadas y salidas de los mismos mediante grandiosos crescendos y diminuendos. Lo único que falló un poco fueron los metales, que a veces avasallaron al resto de la orquesta. Contrastando con lo dicho, de lo mejor de la obra resultó un grandioso final en pianíssimo, donde esta vez el viento metal sí se mostró perfecto. Fue una obra que gustó muchísimo y fue muy aplaudida.Tras el descanso vino A Carlo Scarpa architetto ai suoi infiniti possibili, de Luigi Nono. Como es habitual en Nono, esta obra está llena de simbolismos y de carga social. Utiliza los microtonos (hasta dieciseisavos de tono). Hay que indicar que en la interpretación de esta obra existió cierta descoordinación entre la orquesta, debido a las pésimas entradas que daba el director, Roberto Fabbriciani; entradas que no estaban nada claras y que creaban confusión. Muy bien sin embargo la percusión, sobre todo las campanas; mientras que los triángulos no consiguieron la exquisita coordinación requerida, por las causas ya mencionadas. El final de los cellos, en pianíssimo, fue algo espléndido.Por último, la Sinfonía de cámara nº2, Op.38, de Arnold Schönberg, fue todo un alarde de saber hacer de la orquesta. El primer movimiento resultó algo monótono; los cambios de dinámica quedaron algo olvidados, pero sonó muy bien en conjunto; a resaltar el trabajo de los contrabajos, muy serios en su papel, de base para la orquesta, y el trabajo de la trompeta y de la viola solista, muy nítidas ambas en sus intervenciones y con unas entradas dignas de mención. El segundo movimiento ganó en riqueza melódica, en sonido y en interés. La sección de viento se mostró muy bien asentada, destacando el papel de unas trompas muy comedidas (algo que ya ocurrió durante el primer movimiento). La sección de cuerda, en especial los violines, estuvieron muy compactos, con detalles de gran calidad, como los pizzicatos tan precisos, o los impecables cambios de intensidad con los que arrastraron a toda la orquesta a ejecutar la dinámica de una manera ejemplar. Los pequeños dúos existentes entre contrabajos y trompas resultaron de lo más vistoso, dando paso a un final sostenido in crescendo que puso el punto y final al concierto de una manera grandiosa, y que provocó el entusiasmo del público.En cuanto al director, Roberto Fabbriciani, no estuvo muy afortunado en su papel, sobre todo con las entradas en parte fuerte, nada claras y que llevaron a las ya mencionadas confusión y a la descoordinación a la orquesta.En resumen un programa bien diseñado que sirvió como nueva demostración del gran nivel de la JONDE, que sigue necesitando un mayor protagonismo en el panorama musical español e internacional. El público respaldó a la orquesta con grandes aplausos que duraron varios minutos. Todo un lujo.
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