España - Andalucía
Sobrio Brahms
José Amador Morales

De festín brahmsiano podemos calificar el programa preparado por la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla para este decimotercer concierto de la presente temporada de abono. En esta ocasión, Antoni Wit fue el encargado de la interpretación de las citadas obras de Brahms que se hayan en el repertorio habitual de cualquier formación sinfónica que se precie.
Ya desde la Obertura para un festival académico advertimos dos elementos definitorios de de toda la velada: la corrección estilística del maestro polaco y la excelente respuesta orquestal. En cualquier caso, esta corrección no pudo soslayar cierto déficit de tensión, no tanto dinámica como expresiva. Esta falta de intensidad, de emoción, fue parcialmente superada en el estimable arranque de la Sinfonía nº 2 pero Wit volvió a ceder casi hasta la coda.
No obstante, la presencia de Renaud Capuçon como solista había contribuido de manera notable a elevar el nivel artístico en el Concierto para violín y orquesta. Particularmente desde la cadencia del primer movimiento, el violinista francés puso de manifiesto su compromiso entre musicalidad y un virtuosismo. Ante las aclamaciones del público, Capuçon obsequió una sensible interpretación de la “Danza de los espíritus benditos” del Orfeo y Euridice de Gluck en versión de Kreisler.
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