Italia

Norma, entre el bien y el mal

Alejo Palau
miércoles, 29 de agosto de 2012
Roma, miércoles, 1 de agosto de 2012. Terme di Caracalla. Norma, tragedia lírica en dos actos con música de Vincenzo Bellini y libreto en italiano de Felice Romani (basado en la tragedia Norma, ossia L'infanticidio de Alexandre Soumet), estrenada en La Scala de Milán el 26 de diciembre de 1831. Producción del Teatro dell'Opera di Roma. Andrea De Rosa, director de escena; Andrea De Rosa, Carlo Savi, Matthew Spender, escenario; Alessandro Ciammarughi, vestuario; Pasquale Mari, iluminación. Reparto: Fabio Sartori (Pollione), Riccardo Zanellato (Oroveso), Julianna Di Giacomo (Norma), Carmela Remigio (Adalgisa), Alessia Nadin (Clotilde), Flavio (Enrico Cossutta). Coro y Orquesta del Teatro dell'Opera di Roma. Gabriele Ferro, director musical. Temporada estiva 2012. Ocupación: 70%
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El siglo XX ha aportado un sin fin de Normas a la historia de la ópera. De Cigna a Sills, pasando por Cerquetti, Sutherland o incluso Bumbury. Pero si dos intérpretes han marcado un antes y un después en la interpretación del rol, esas han sido Maria Callas y Montserrat Caballé. Ambas, Normas distintas, con rasgos y personalidades muy diferentes, pero con una fuerza que ha traspasado y traspasará fronteras y épocas.

Con esto, es imposible que hoy las nuevas generaciones de cantantes se enfrenten a este complejo personaje ignorando lo hecho por sus predecesoras. De hecho, lo más común, hablando con unas y con otras, es que tengan a una Norma de referencia. En este caso, Julianna di Giacomo, la joven soprano americana que se ha convertido en la sacerdotisa para el Festival de Caracalla, ha seguido la estela dejada por Montserrat Caballé. La de esa Norma que, pese a su aparente fortaleza, y contrariamente a la interpretada por la Callas, jamás haría daño a sus hijos.

Di Giacomo defendió el rol con un nerviosismo inicial que empezó a disiparse al final del primer acto, en el dueto con Adalgisa. Su voz, que próximamente pondrá a la Suor Angelica del Real, no es grande, robusta, ni muy prolífica en agudos, pero tiene algo imprescindible que muchas cantantes no poseen: una amplia sensibilidad y un buen sentido musical. Ello le permitió bordar la álgida 'Casta diva' e interpretar un 'Ah! Bello a me ritorna' que, si bien no fue lo efectivo y preciso que cabría esperar, no defraudó ni sonó decadente. De ahí en adelante, la cantante hizo una notable ejecución, en especial en el segundo acto, en el que su voz apareció con mucho más cuerpo, y en los ensembles, cuando fluyó con mayor seguridad. No obstante, no ha logrado integrarse completamente en el rol, quizás también porque esta ha sido su primera Norma y es todavía muy joven. Pero démosle tiempo.

Fabio Sartori (Pollione), Carmela Remigio (Adalgisa) y Julianna Di Giacomo (Norma)

© 2012 by Lelli y Masotti

Impresionante fue la Adalgisa de Carmela Remigio, estrella indiscutible de la velada, que contrarrestó la parcial debilidad de Di Giacomo con una ágil coloratura, un timbre elaborado y la convicción del trabajo bien hecho. La cantante, posiblemente una de las mejores Adalgisas de la actualidad, es muy notoria y valorada en Italia, donde canta regularmente en los teatros de todo el país, y no es para menos, pues independientemente del apartado vocal, sabe sacar partido a la parte dramatúrgica del personaje.

Pollione recayó en Fabio Sartori, que no brilló ni demostró los dotes que cabría esperar y, en algún pasaje, hizo gala de una nasalidad un tanto incómoda, como en la cavatina 'Meco all'altar di Venere', que, aparte, tampoco fraseó correctamente. Sí lo hizo Riccardo Zanellato, con un interesante Orovesto de vibrante vocalidad y una línea que se escuchaba incluso en los momentos en que cantaba junto al coro. Este último, sonó vigoroso durante toda la función, acorde con su importante función dentro de la obra y la trama.

Julianna Di Giacomo (Norma) y Coro

© 2012 by Lelli y Masotti

Lo que más cabe lamentar es la dirección del maestro Gabriele Ferro, que fue decepcionante y deficiente, conduciendo a la Orquesta del Teatro dell'Opera a los abismos más profundos de la degeneración musical. Y ya no hablamos solo del estilo, sino de cosas tan fundamentales como mantener un tempo concreto o trabajar de forma apropiada los matices reflejados en la partitura. Sin ir más lejos, su caos llevó a que en la propia obertura las arpas fueran al revés de la orquesta y los vientos sonaran repetidamente a destiempo. Fue algo palpable a lo largo de toda la función, en la que pareció incluso sorprender a los cantantes en algunos pasajes. Tanto es así que algunas de las mejores escenas sonaron vacías, como la que cierra la ópera, que llegó al público rígida, sin intensidad y como un jarro de agua fría.

Momento de la representación

© 2012 by Lelli y Masotti

En cuanto a la producción, con el precioso fondo de las Termas, Andrea De Rosa ha firmado un nuevo montaje basándose en un decorado no invasivo que focaliza elementos rotativos en el centro, como una luna luminosa que asciende mientras suena 'Casta diva', un gran árbol abatible o una cama que funciona como refugio-prisión de los hijos de Norma. En este caso, lejos de la tradición, los hijos de la protagonista son dos bebés gemelos a los que, llegado el momento, se dispone a asesinar cogiendo por los pies, cual conejo. Una licencia obviamente innecesaria, sobre todo cuando, al igual que Caballé, Di Giacomo es la Norma mater, la Norma que nunca mataría a sus hijos. La Norma que representa el amor, la naturaleza, lo primigenio.

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