Alemania

Imaginativo Salonen

María Santacecilia
jueves, 11 de octubre de 2012
Bonn, miércoles, 3 de octubre de 2012. Sala Beethoven de Bonn. Sinfonía 1 en Do Mayor, de Ludwig van Beethoven. Concierto para violín y orquesta, de Unsuk Chin. Sinfonía 7 en La Mayor, de Ludwig van Beethoven. Viviane Hagner, violín. Orquesta Philharmonia de Londres. Director, Esa-Pekka Salonen. Festival Beethoven de Bonn. Aforo 95%
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La relación de la Orquesta Philharmonia de Londres con el ciclo sinfónico de Beethoven es larga y fecunda. Herbert von Karajan, Otto Klemperer, Wolfgang Sawallisch y, más recientemente, Nikolaus Harnoncourt lo han dirigido completo en Londres. El reto correspondía en esta ocasión al siempre inquieto titular de la orquesta inglesa, Esa-Pekka Salonen. El compositor y director finlandés, consciente cuando tomó las riendas de la Orquesta Philharmonia del competitivo panorama orquestal londinense, se propuso desde el primer momento diferenciarse de las otras formaciones con sede en la ciudad del Támesis. ¿Cómo? Entre otras cosas, a base de echar fantasía e imaginación a sus programas.

En esta ocasión, el ciclo sinfónico beethoveniano no se quedaba en casa sino que viajaba hasta el mismísimo Bonn, ciudad natal del compositor alemán. Aludiendo a los Juegos Olímpicos que tuvieron lugar este año en Londres, Salonen pensó que sería bonito tocar las Nueve sinfonías de Beethoven a lo largo de cinco días -los cinco continentes, los cinco aros olímpicos-, junto con una obra contemporánea de un compositor actual procedente de cada una de las cinco áreas del globo terrestre. Comenzó la maratoniana cita el 3 de octubre, día festivo en que se conmemora la Unidad Alemana, con las Sinfonías 1 y 7 y el Concierto para violín de la compositora de origen coreano Unsuk Chin.

Chin ha construido en esta obra multipremiada un mundo de brillante minuciosidad, lleno de efectos tímbricos para el instrumento. Deudor en estructura y espíritu del Concierto para violín de quien fuera su profesor, György Ligeti, la pieza supone un auténtico tour de force para la parte solista, en este caso la muniquesa Viviane Hagner, que lo estrenó en Berlín en 2002. La compositora coreana tiene gusto, oficio y pasión por el detalle mínimo, cualidades que, junto a la tendencia a no sobresaltar en exceso al público, la han catapultado donde está ahora mismo: en el circuito de las grandes salas sinfónicas de concierto. Bellísima su imitación para violín del gorjeo del ruiseñor y el lirismo del segundo movimiento.

Analiza Salonen en las notas al programa de los cinco conciertos las peculiaridades del ciclo sinfónico beethoveniano. Mantiene el finlandés la necesidad de seguir más el criterio de la musicalidad y el sentido común, que el de la fidelidad total a la partitura y mucho menos a las indicaciones metronómicas de Beethoven. Se apoya Salonen en la tradición interpretativa de la Philharmonia y en su propia forma de entender la música, siempre analítica y cuidada hasta el detalle, pero no exenta de fantasía. Hubo muchos detalles de buen gusto en la Primera Sinfonía y un acercamiento a la Séptima basado en la dinámica y en el contraste, tanto rítmico como de planos sonoros. En cualquier caso, producto de un trabajo sólido con la orquesta londinense, que el público de Bonn supo agradecer.

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