España - Madrid
Un feliz fin de temporada
Juan Krakenberger

Un ameno y excelente programa, digno de un feliz fin de temporada, nos entretuvo durante hora y media con música muy interesante y emocionante.
En primer lugar sonó el Quinteto de Vientos nº 1 de Jean Françaix, compuesto en el año 1948. Lo interpretó el Quinteto Enara, formado por Laura Dudley, flauta, Mª del Valle Gonzalez, oboe, Javier Povedano, clarinete, Borja Ocaña, fagot, y Roberto Sánchez, trompa. Este Quinteto consta de cuatro movimientos 1) Andante tranquilo – Andante assai 2) Presto 3) Tema. Variación 1-4 y 4) Tempo di marcia francese. Se trata de música muy amena, llena de humor. El primer movimiento empieza con un breve cantabile, suave, que da paso al Allegro assai, muy movido y de buen humor. El Presto que sigue tiene dos partes diferentes: una primera, de carácter festivo y siempre bien humorado, y luego un vals simpático. El movimiento termina como empezó. Luego sigue un tema con cuatro variaciones. El tema lo expone el oboe, pero luego le siguen los otros instrumentos. La primera variación es un 6/8 Andante y melodioso, la segunda es tranquila con un bonito solo de flauta, la tercera es rápida y la cuarta un 6/8 lento. El último movimiento continúa con el buen humor, y tiene mucha marcha. Hay un corte abrupto, para arrancar de nuevo. Todo esto suena muy bien, y da placer al escucharlo. La versión fue espléndida, y cosechó muchos aplausos.
La segunda obra del programa fueron las Diez piezas para quinteto de vientos de György Ligeti, compuesto en 1968 cuando él ya se había instalado en Alemania -en Darmstadt- donde enseñó. Fue interpretado por el Quinteto Orfeo, formado por Rui Borges, flauta, Juan Manuel Garcia-Cano, oboe, Ana Maria Carvalho, clarinete, Manuel Arellano, fagot, y Miguel Morales, trompa. Se trata de diez piezas, algunas muy breves, pero muy variadas, en el lenguaje típico de Ligeti, con el uso inteligente de disonancias. La primera pieza 1) Molto sostenuto e calmo se forma de acordes largos, disonantes, que acaban en una larga nota unísona pero que se disuelve nuevamente en disonancias. 2) Prestíssimo minaccioso e burlesco consta de abruptos, para burlarse 3) Lento nos ofrece largas notas tenutas que derivan en lentas disonancias y un unísono hacia el final 4) Prestíssimo leggiero e virtuoso es ejecutado por flauta y clarinete, con el fagot acompañando discretamente. Las piezas 5) y 6) ambas bajo el título Presto, staccatíssimo e leggiero son muy similares, muy rápidas y breves. El Nº 7) Vivo, energico es abrupto y violente y el 8) Allegro con delicatezza da al clarinete una parte relevante, y luego ofrece unos acentos que llaman la atención. El Nº 9, Sostenuto stridente, es exactamente lo que su título dice: una nota final de oboe y clarinete termina en disonancias estridentes; y para terminar el Nº 10) Presto, bizzarro e rubato consta de ruidos breves que mantienen alerta al oyente. Como se advierte, se trata aquí de una obra para entretener, dentro del estilo exuberante y agresivo de Ligeti. La ejecución fue de gran categoría: todo estaba en su sitio, tanto rítmica como sonoramente. Creo que no es tarea fácil hacer justicia a esta obra, pero el Quinteto Orfeo lo logró, y cosechó los aplausos que se merecieron.
Después de un breve intervalo, sonó el Sexteto op 71, para dos clarinetes, dos trompas y dos fagotes, de Beethoven. Se trata de una obra de juventud que el compositor rescató muchos años después de componerlo. Como los instrumentos no son los mismos del quinteto de vientos clásico, se juntó un grupo ad hoc de alumnos para ejecutarlo: Horacio Almeida y Joan Torino, clarinetes, Oscar Pérez y Hyun-Sung Jang, fagotes, y Manuel Escauriaza y Pablo Cadenas, trompas. La obra tiene los cuatro movimientos de rigor, o sea 1) Adagio-Allegro – 2) Adagio – 3) Menuetto: Qusi Allegretto / Trío – y 4) Rondó-Allegro. El primer movimiento se inicia con un unísono solemne, pero breve y abre el paso al Allegro con un pasaje muy virtuoso para el primer clarinete. El conjunto repitió la exposición, o sea la primera mitad de este Allegro, seguramente porque luego el desarrollo no es muy extenso. El movimiento termina como se inició, predominando el primer clarinete y la primera trompa, que tocaron sus respectivas parte con primor. El final del movimiento, muy efectivo. El Adagio que sigue (segundo movimiento) empieza con un solo del primer fagot. Si bien hay un pasaje central más movido, el movimiento es dominado por un cantábile muy bonito. El tercer movimiento nos trae dos pasajes en ¾ muy divertidos, correspondientes al Menuetto y al Trío. Y el cuarto y último movimiento se inicia con un tema punteado que se presta a pasajes virtuosos y que conduce finalmente a un interludio algo más tranquilo, para volver al inicio y un final muy efectivo y resultón. La ejecución fue intachable. Se advierte el bien que el cultivo de la música de cámara hace a los alumnos instrumentales, que por lo visto disfrutaron de su trabajo. El público recibió la obra con satisfacción y muchos aplausos.
Y para terminar el programa, otra obra de J. Françaix, compuesta en 1947 o sea un año antes que la composición que escuchamos al inicio de este concierto. Se trata de L´heure du Berger, para quinteto de vientos y piano. Lo tocaron los integrantes del Quinteto Enara con la asistencia del pianista Ricard Rovirosa. Son tres piezas, con títulos sugerentes, como queriendo avisarnos que habrá humor y tomaduras de pelo. Las tres piezas se intitulan 1) Les vieux beaux – 2) Pin-up Girls y 3) Les petits nerveux. En efecto, la primera pieza está plena de buen humor con algún dejo de ironía. La segunda tiene varios tempi (Andante molto serioso – Tempo giusto e poco meno vivo – Meno mosso – Piú vivo – Vivo). El clarinete lleva la voz cantante. Y el tercer trozo es nuevamente chistoso y siempre de muy buen humor, efectivo y resultón. Llega hasta el extremo de un pasaje vulgar -música popular de la barata- pero se nota que esto es intencionado. Una inteligente forma para divertir al auditorio. El público así lo entendió y aplaudió con ganas. Habíamos pasado un rato muy agradable. Hay que reconocer que Jean Françaix era un maestro en este terreno del humor musical. La época post-guerra se prestó para esto: había que empezar a reírse de nuevo, después de tanta tragedia.
Para expresar todo esto hubo un fin de fiesta muy original: la oboísta del conjunto hizo venir al maestro Eduard Brunner -un veterano clarinetista suizo- a recibir un regalo, dentro de un envoltorio. Le invitó a abrirlo, y salió una muñeca de vis cómica. El maestro Brunner tuvo que acercarse nuevamente al estrado para que la instrumentista le pudiera colocar una corbata a la muñeca. Todo este proceso fue aplaudido por el público, que aclamó este agradable fin de fiesta.
Otro concierto de fin de temporada, de buena calidad y mucho atractivo. Ojalá pueda repetirse la próxima temporada, amenazada por cortes debido a la presente crisis financiera. ¡Que salga todo bien!
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