DVD - Reseñas

Teatropercusión

Paco Yáñez
lunes, 26 de agosto de 2013
Georges Aperghis: Les guetteurs de sons y Le corps à corps. Mauricio Kagel: Dressur y L’art bruit. Vinko Globokar: Toucher y ?Corporel. Javier Álvarez: Temazcal. Jean-Pierre Drouet: Variations sur un texte de Victor Hugo. Parker Bert, Eric Derr, Ben Duinker, Diego Espinosa, Aiyun Huang, Sandra Joseph, Shawn Mativetsky y Fernando Rocha, percusión. Brian Brandt y Aiyun Huang, productores ejecutivos. Gabriel Ferreyra, Gonzalo García, Jemi Sitanayah y Nick Squire, ingenieros de sonido. Un DVD de 128 minutos de duración grabado en la Concordia University y en la McGill University (Estados Unidos), los días 15 a 17 de abril de 2008, 2 y 3 de mayo de 2009, 10 a 12 de mayo de 2010, 12 y 13 de marzo de 2011. mode 242
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Tal y como señalamos en nuestra última reseña sobre la obra para conjunto de percusión de John Cage, es esta una familia instrumental cuya evolución se desarrolló de forma prácticamente exponencial a lo largo del siglo XX, a través ya no sólo de una ampliación de las fuentes sonoras, que abarcan multitud de culturas y áreas geográficas de procedencia (con sus correspondientes timbres y tradiciones), sino de la interacción con fuentes electrónicas o con los más diversos elementos escénicos, pues la composición cageana con frecuencia es una invitación a la fusión entre música y escena, ya sea en su vertiente de performance, teatro y/o danza (además de una ruptura de la frontera del ruido como material musical de pleno derecho: una de las grandes revoluciones y conquistas de las vanguardias del pasado siglo).

Es ésta una línea de trabajo inherente durante décadas al parisino Trio Le Cercle, compuesto por tres históricos de la percusión contemporánea como Willie Coquillat, Jean-Pierre Drouet y Gaston Sylvestre. A finales de los años noventa, la protagonista y promotora de este nuevo DVD del sello mode, la percusionista taiwanesa Aiyun Huang, tuvo la oportunidad de formarse y tocar con los miembros del conjunto francés, y ya desde entonces vislumbró la posibilidad de llevar tales experiencias al formato audiovisual, sin duda el más adecuado para las piezas en este lanzamiento recogidas, parte de las cuales pierde notablemente su sentido sin poder ser visualizadas en escena o a través de nuestros televisores (gracias, en este caso, a una muy cuidada realización de imagen, que nos sumerge en el corazón de estas piezas que son tanto teatro como percusión, una vez desdibujados e integrados sus límites como categorías artísticas).

Abre la propuesta de Aiyun Huang una partitura del compositor griego Georges Aperghis (Atenas, 1945), su trío Les guetteurs de sons (1981). Se trata de una pieza que reflexiona sobre el gesto percusivo, sobre la fisicidad del músico como auténtico instrumento en la percusión, con las palmas de sus manos y sus dedos atacando las membranas. No queda ahí su temática; la comunicación entre los miembros del trío es también sometida a análisis, con sus dificultades y reflexiones sobre la crucial necesidad de la escucha. Es algo que se define especialmente en la producción de ‘no-sonidos’, de ataques no resueltos, con la ilusión acústico-visual que generan, llegando a la creación de toda una polirritmia gestual que acompaña a la voz en sus diversos registros a modo de canto ritual y mantra. En general, pesa más en Les guetteurs de sons lo conceptual que lo puramente sonoro, que no alcanza una gran altura artística. Es algo que también sucede con Le corps à corps (1978-79), obra para voz y pequeño tambor de mano, de carácter narrativo, pero musicalmente vacua y en absoluto interesante.

Más sustancia posee Toucher (1973), partitura del francés Vinko Globokar (Anderny, 1934) que exige a su percusionista la selección de siete instrumentos que recreen la sonoridad de las vocales francesas, para dar así relieves sonoros a la lectura de la Vida de Galileo (1938-39), de Bertolt Brecht, que realiza mientras activa metales, maderas y membranas que acompañan a unos diálogos que la propia Huang realiza dando vida a los diferentes personajes. La prosodia del texto como alfaguara de timbres, alturas, ritmos, dinámicas y estructuras, con una superposición de tiempos y visiones de las esferas celestes que van del mito a la ciencia, pasando por la religión y sus iglesias: esas fábricas de dogmas y barreras para el pensamiento humano, cuando no brazo ejecutor de los más nefandos castigos frente a la mínima desviación con respecto a lo establecido. De nuevo, mayor interés en lo conceptual y narrativo que en lo más puramente musical. También de Globokar, ?Corporel (1985) es una propuesta radicalmente diferente, en la que el cuerpo es explorado como fuente sonora. Golpeos y roces en sus más diversas partes, así como sonidos guturales, soplidos, castañeo de dientes, gritos, canto y ronquidos buscan conocer las resonancias que nuestra orgánica puede producir, no exento todo ello, por momentos, de una apariencia ritual, de una verdadera catarsis.

Mucha más sustancia musical, escénica y artística que las piezas precedentes posee Dressur (1977), obra de un tan profundo conocedor del teatro musical (y de la percusión) como el argentino Mauricio Kagel (Buenos Aires, 1931 - Colonia, 2008). En este trío, Kagel concita un amplio abanico de instrumentos y objetos sometidos a percusión y roce, incluyendo, como Globokar, la percusión corporal y la voz, además de una notable carga humorística, en Kagel siempre entre lo profundamente humano y lo diabólicamente crítico, según hacia donde sus dardos se dirigieran. De este modo, soplidos contra cortinas de bambú, golpeos con matamoscas, castañuelas, reglas vibrantes, chillidos, zapateados con zuecos en diversas superficies, además de percusión de placas, sintetizan un paisaje tímbrico y rítmico mucho más heterogéneo, complejo y personal, en el que escucharemos citas musicales más o menos deformadas, poniendo de relieve la profusa variedad de tradiciones que estos instrumentos activan en nuestro recuerdo (el flamenco es sólo una de ellas). El final de la obra es toda una parodia sobre el poder; pero, paralelamente, también una desoladora reflexión sobre la incomunicación humana, sobre nuestra dificultad para expresarnos y llegar a los demás. Sobre ello versa la segunda obra de Mauricio Kagel recogida en este DVD: L’art bruit (1995), aquí en un ‘solo para dos’ en el que la percusionista busca al otro como soporte sonoro, como auténtico hombre-instrumento que nos va proveyendo de objetos sobre los que volcar nuestra voz. Se trata de toda una danza percusiva en la que Huang recorre el escenario activando superficies resonantes, produciendo la complementariedad que la comunicación busca. Pieza coreográfica y flexible, no alcanza la amplitud de Dressur.

Como extras, el DVD incorpora otras dos partituras, una de ellas totalmente ajena al entorno del Trio Le Cercle: Temazcal (1984), obra de Javier Álvarez (México DF, 1956); mientras que la segunda, escrita por Jean-Pierre Drouet (París, 1935), sí es parte sustancial de sus propuestas, Variations sur un texte de Victor Hugo (1991). Diametralmente opuestas entre sí son ambas obras. La del compositor mexicano está escrita para maracas y electrónica, y resulta bastante sencilla (cuando no simple). En ella se concitan lo ritual, la oscuridad de lo desconocido (recreada también a través de la escenografía) y, en su final, lo popular (algo tan frecuente en la cultura mexicana). Lo más interesante es la interacción entre electrónica y gesto, cuya intención acústica se desvela así plena; aunque siempre dentro de una musicalidad muy limitada.

Variations sur un texte de Victor Hugo presenta mayor enjundia, uniendo percusión, teatro y danza. Podríamos hablar de ella como la más completa del DVD, junto con Dressur. El texto de Victor Hugo genera acciones escénicas con hondo sentido narrativo y dramático (de fuerte corte reivindicativo) que parten del cuarteto de percusionistas activando tambores de diversos tamaños, ya sea con palmeo o baquetas. Se alternan estos compases con voz, acciones teatrales y manipulación de objetos; pasajes que desbordan todo un frenesí fonético que, unido a la plétora sonora activada, sintetizan un paisaje musical que hibrida partituras tan señeras en la avantgarde como Stimmung (1968), de Stockhausen, o Exotica (1971-72), de Kagel. De nuevo, una coreografía zapateada de corte flamenco nos remite a lo español y a lo atávico, en los compases más tensos y dramáticos de la pieza, que tendrá un largo final confiado a marimba a ocho manos, ya sea con baquetas o con arcos de instrumentos de cuerda, partes éstas asociadas en el texto de Victor Hugo a un alma que gravita en torno a la verdad y la luz, pura levedad, evanescencia y espiritualidad, antes del final desplome de los cuatro percusionistas sobre la marimba, lo que convoca un nuevo final violento y derrotado.

Por lo que al capítulo de interpretaciones se refiere, estas son excelentes, tanto a nivel musical como escénico; muestran una verdadera fe en las partituras y en su sentido conceptual y artístico, en el que profundizan, aun a costa de llegar a conclusiones y parajes del alma nada tranquilizadores, que percibimos a los intérpretes remueven las entrañas. Nada que ver con otras agrupaciones que se apropian de estas piezas -como de las del antes mencionado Cage- por puro esnobismo (de cara a la galería), poniendo el acento en lo efectista antes que en su mensaje y profundidad musical (es decir: una forma de utilizar el prestigio de una obra sin trabajarla con rigor). Aiyun Huang está presente en casi todas las piezas, por descontado en las solistas, mostrando sutilidad y una gran sensibilidad rítmica y tímbrica, además de una sabia (e importante) selección de músicos para acompañarla en las piezas de mayor calibre. En este sentido, destacan percusionistas como Sandra Joseph en Les guetteurs de sons, o el canadiense Shawn Mativetsky en Variations sur un texte de Victor Hugo; además del trío formado por Parker Bert, Eric Derr y Ben Duinker, soberbios en Dressur a todos los niveles.

A percibir la delicada interpretación de estas partituras contribuyen unas magníficas tomas de sonido, muy nítidas y cercanas (como veremos en los numerosos micrófonos en imagen), algo crucial en todas ellas, pero que llega al extremo en piezas como ?Corporel, donde escuchamos hasta el roce del pelo de Aiyun Huang, además de cada uno de sus susurros. La realización visual es otra baza de esta edición, con especial mención para el trabajo (que bien conocemos por DVDs previos de mode) del gallego Antón Cabaleiro, tanto en la cámara como en la dirección y el montaje. Nos conduce todo ello al núcleo de la producción sonora y a los diálogos entre los percusionistas (algo crucial en estas obras), además de jugar con los planos, las superposiciones y las tomas de forma tanto musicalmente coherente como artísticamente intencionada. Completan el DVD unas notas a cargo de Steven Schick y Aiyun Huang. Señalar, por último, que el sonido se ha editado en 2.0 Dolby Stereo, Dolby Digital 5.1 Surround y DTS 5.1 Surround, y que la imagen se presenta en 16:9, con región 0 y formato NTSC. Además, para las piezas con texto, éste se sirve con subtítulos en inglés y francés.

Este DVD ha sido enviado para su recensión por mode records

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