España - Madrid

Noche de paz

Juan Krakenberger
martes, 7 de enero de 2014
Madrid, martes, 17 de diciembre de 2013. Sala Sony de la Fundación Albéniz. Concierto de la Camerata E.ON. Solistas: Julen Zelaia, violín y Bengü Aktan, oboe d’amore. Director y concertino: Gordan Nikolic. Obras de Benjamin Britten, Wolfgang Amadé Mozart y Johan Sebastian Bach. Aforo: 85%
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La Camerata E.ON consta de seis primeros violines y seis segundos violines, cuatro violas, tres violonchelos, dos contrabajos, dos oboes y dos trompas, todos alumnos de la Escuela Superior de Música Reina Sofía de Madrid. El conjunto se formó a finales del año 2003, y esta vez trabajaron a las órdenes del maestro y violinista serbio Goran Nikolic, que se diplomó como profesor y violinista en Basilea, en los años 1987 y 1990. Nikolic tiene la costumbre de dirigir desde la silla del concertino, y demostró en este concierto su plena capacidad, porque las cuatro obras que escuchamos sonaron muy bien, musicalmente y técnicamente. Fue un acierto a traerlo a Madrid para esta tarea.

El concierto se inició con una excelente versión del Preludio y fuga para orquesta de cuerdas op 29, del británico Benjamin Britten. Utiliza diez violines, tres violas y dos contrabajos, y empieza con una Introducción pausada con un solo de violín sobre un unísono de la orquesta. Luego se pasa a la Fuga que empieza con una serie de breves solos, a cargo de cada uno de los músicos, empezando por el segundo contrabajo y subiendo a razón de un compás por instrumento. Muy divertido. Desemboca en un lento unísono, y un solo del concertino, para terminar festivamente con un final enérgico y brillante. Muy fina música, muy bien tocada por la Camerata, que mereció los agradecidos aplausos de la audiencia.

A continuación sonó el Concierto para violín y orquesta Nº5 K 219, de Mozart, con Julen Zelaia como solista, Este concierto tiene el sobrenombre de “Turco” debido a un pasaje de su 3º movimiento. Se compone de tres: I) Allegro aperto, II) Adagio, y III) Rondeau: tempo di minuetto Mozart lo compuso a los 19 años de edad, y su madurez y sabiduría se manifiestan brillantemente en el 1º movimiento. Muy lograda la colaboración de la orquesta con el violín solista: acompañándolo siempre con un volumen que permitía oírlo bien, lo que condujo a unos pasajes en piano muy bellos y emocionantes. La cadenza -provista de pasajes donde el propio solista se acompaña con pizzicati- es muy impresionante. El Adagio que sigue es muy ensoñado y sonó muy, muy bien, y el movimiento final tuvo la alegría y el ímpetu que el compositor quiso expresar. La labor del solista Julen Zelaia fue admirable, tanto musical como técnicamente, y en esto ayudó el maestro Nikolic, muy eficaz al frente de la orquesta. Gozamos plenamente de esta música, bastante conocida por cierto, en una versión como no es posible escuchar con frecuencia. Tenía nivel internacional, y así lo comprendió el público que con sus prolongados aplausos obligó al solista a salir y saludar varias veces. ¡Notable!

Después del intermedio, sonó el Concierto para oboe d’amor BWV 1055m con sus tres movimientos: I) Allegro, II) Larghetto, y III) Allegro ma non troppo, con la joven oboísta Bengú Aktan como solista. La orquesta era de cuerdas en una formación 4/4/3/2/1 y un clavecín. El oboe d’amor es algo mayor que el oboe normal, y tiene un sonido algo más pastoso. Sonó muy bien en manos de la solista, que consiguió mucha soltura y dinamismo en el primer movimiento. El segundo movimiento, en un ritmo ternario lento, nos trajo preciosa música, lo mismo que el tercero, igualmente en ¾. Este último movimiento me sonó más familiar, probablemente porque este y muchos otros conciertos estaban perdidos y solo renacieron el siglo pasado y su música también haya sido recogida en otra obra. Muy buena música, muy bien tocada por la oboísta y por el conjunto de cuerdas que la acompañó, bajo la sabia dirección del maestro Nikolic. Calurosos aplausos del público premiaron la labor de éstos músicos.

La última obra del programa, la Sinfonía Nº28 K 201 de Mozart, una de las más populares de su pluma, fue tocada por la orquesta en pleno, todos de pie, (violonchelos exceptuados). Se habían previamente retirado las sillas y extendido los atriles. Consta de cuatro movimientos: i) Allegro moderato,  II) Andante,  III) Menuetto-Allegretto. Trío, y IV) Allegro con spírito. En el primer movimiento destacaron los preciosos contrastes dinámicos, que le dieron a los pasajes piano un encanto muy especial, de gran delicadeza. El Andante que le siguió, muy lindo y expresivo, recibió un tratamiento sonoro muy especial. ¡Una gozada! El Minuetto fue tomado en un tiempo bastante ligero, y con los abruptos cambios de forte a piano y viceversa hizo su impacto, contrastando con el Trío más bien calmo. Y el final tenía el espíritu de su título: las notas rápidas tuvieron una precisión admirable y la orquesta pudo lucir su calidad y soltura de forma magistral. Los aplausos fueron muy intensos y merecidos. Habíamos escuchado un Mozart como solo raramente suena: muy convincente. ¡Bravi!

Como no cejaron los aplausos, el público recibió un bis muy oportuno: La célebre canción de navidad Noche de paz recibió una versión muy bella, lindo final de un concierto de calidad extraordinaria que consiguió entusiasmar a los presentes. ¡Felicitaciones a todos los que lo hicieron posible!

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