Entrevistas

Miloš: "No quiero tocar solo para guitarristas".

Mikel Chamizo
lunes, 10 de febrero de 2014
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A sus 30 años Miloš Karadaglić se ha convertido en la figura más mediática de la guitarra clásica. Transitando entre el repertorio clásico y el crossover, el montenegrino está logrando acercar al gran público un instrumento que se ha mantenido a la sombra de otros como el violín o el piano. Tras Mediterráneo y Latino, ambos en Deutsche Grammophon, Miloš presenta ahora su tercer disco, que recoge el Concierto de Aranjuez, la Fantasía para un gentilhombre y la Invocación y danza de Joaquín Rodrigo junto a la London Philharmonic Orchestra y Yannick Nézet-Séguin. El CD, que verá su lanzamiento el próximo 17 de febrero, ha sido preludiado por seis actuaciones de Miloš junto a la Orquesta Sinfónica de Euskadi en Donostia, Bilbao, Vitoria y Pamplona.

Pregunta: El Concierto de Aranjuez es una de los obras más carismáticas del repertorio para guitarra. ¿Era un paso deseado tras sus discos anteriores, “Mediterráneo” y “Latino”?

Respuesta: El Concierto de Aranjuez en realidad me viene acompañando desde hace mucho tiempo, porque como ocurre con cualquier guitarrista, tuve que aprenderlo en el conservatorio, en mi caso en la Royal Academy of Music de Londres. De todas formas, y aunque lo he tocado muchas veces, es un concierto que hay que dejar madurar con el tiempo, porque es complejo y conlleva una curva de aprendizaje hasta hacerlo completamente tuyo. Con Deutsche Grammophon había grabado con anterioridad dos discos muy distintos, y pensé que el Concierto de Aranjuez, una obra de gran envergadura, podía ser el último paso en mi presentación al público como artista. Ahora se me abre la puerta a tocarlo con muchas grandes orquestas a lo largo y ancho del mundo y estoy muy orgulloso, porque los guitarristas, a diferencia de los pianistas o violinistas, no tenemos muchas oportunidades de colaborar con orquestas.

P: El Concierto de Aranjuez es famoso en todo el mundo, pero en España es extraordinariamente popular. ¿Siente respeto ante el reto de interpretarlo para un público que lo conoce tan bien?

R: En realidad me ocurre todo lo contrario: me siento especialmente excitado por la oportunidad de presentar mi visión ante un público que comprende esta música al cien por cien. Se trata de un repertorio natural para la guitarra, y tocarlo en la cuna del instrumento es la mejor forma de demostrar mi arte. He de aclarar que no he escogido el Concierto de Aranjuez porque sea muy famoso, sino porque se sitúa en el centro de la revolución de la guitarra que se produjo a mediados del Siglo XX. Es un punto de partida para todas las demás piezas que contiene el disco, entre ellas la Fantasía para un gentilhombre, también de Rodrigo. Esta grabación es mi personal homenaje a la historia de la música española y a su enorme contribución a la evolución de la guitarra.

P: Casi todos los grandes guitarristas han tocado el Concierto de Aranjuez: Paco de Lucía, Narciso Yepes, Manuel Barrueco, también extranjeros como John Williams. ¿Se ha inspirado usted en alguno de estos referentes para construir su versión?

R: Mi principal referente es el instinto, siempre he creído en él. Cuando estudio una obra escucho grabaciones, pero lo hago solo como referencia, nunca para compararme con ellas. No es bueno comparar, todos tenemos nuestra forma de hablar a través de la música y una no es necesariamente mejor que las demás. Hay infinidad de grabaciones del Concierto de Aranjuez, algunas muy famosas y que respeto mucho, pero yo he modelado la mía a partir de mi propio instinto. Y creo que en la grabación está todo donde debería estar: el director, Yannick Nézet-Séguin, la London Philharmonic Orchestra, la producción...

P: Dicen que el Concierto de Aranjuez no es tan guitarrístico como parece, que es muy difícil de tocar. ¿Lo ve usted así?

R: Rodrigo escribió mucha música para guitarra, pero la abordaba de una forma singular al no ser él mismo guitarrista, sino pianista. Por eso, y aunque consigue extraer siempre un sonido bellísimo de la guitarra, no siempre su música se ajusta a la mano del guitarrista. Es una particularidad típica de Rodrigo, que los guitarristas aceptamos porque al fin y al cabo escribió tanta buena música para guitarra. Pero a menudo hay que adaptarla un poco. El Concierto de Aranjuez, en concreto, tiene el handicap de la proyección del sonido, que en la guitarra es muy escasa frente los momentos intensos y dramáticos que atraviesa la orquesta. Además el primer y tercer movimiento son realmente difíciles. Para mí el secreto radica en no obsesionarse con que la ejecución sea perfecta, sino procurar que la interpretación sea inspirada. No comprometer las ideas musicales por el hecho de querer superar algo que, siemplemente, es demasiado difícil. Es mejor buscar una versión chispeante y llena de energía, que la vida es corta.

P: Usted estuvo en Andalucía para aprender a tocar flamenco. ¿Le dio esa experiencia otra perspectiva a la hora de abordar este repertorio?

R: Absolutamente. El flamenco es un mundo importante cuando tocas la guitarra. Como yo nací en Montengro no crecí con el flamenco y eso siempre me ha puesto muy celoso. Además he descubierto que adoro el flamenco. Ir a Granada y recibir una lección no fue en absoluto suficiente, está entre mis planes volver allí por un mes o seis semanas para seguir estudiándolo con más profundidad. Aún no me siento completo como artista, pienso que debo mejorar y tengo la intuición de que el flamenco es un paso importante en esa evolución.

P: Sus primeras experiencias musicales, cuando era niño, fueron con otros estilos muy distintos, cercanos al pop y al rock. ¿En qué momento se decantó por la música clásica?

R: En Montenegro yo crecí en una familia sin pasado musical y la escena clásica allí es muy escasa. Yo quería ser una estrella del rock, cantar y saltar y todas esas cosas. Pero para mejorar mi técnica de la guitarra mi padre me apuntó a una escuela de música clásica. Al principio no me gustaba nada, me aburría muchísimo. Pero en algún momento me enamoré de la música clásica, y me percaté de que mucha gente puede hacer pop y rock, rasgar cuatro acordes y tener mucha actitud, pero muy poca puede hacer sonar la guitarra de una forma única. Se me abrió un mundo nuevo y decidí dedicar mi vida a la guitarra.

P: El circuito de la guitarra clásica es muy amplio y activo, pero parece que siempre se ha mantenido en un segundo plano, un tanto apartado del circuito principal de la música clásica. Usted parece querer escapar de ese ámbito especializado, buscando ser un guitarrista mediático.

R: Cuando tocaba en público en Montenegro no me encontraba con una audiencia especializada. La mayoría de las personas que me escuchaban no sabían nada de la guitarra. Pero cuando tocaba para ellos algo en el ambiente cambiaba, y pensé que quizá podía aportar algo al mundo con mi guitarra. Me introduje totalmente en el ambiente de la música clásica, tuve muy buenos profesores y escuché a los mejores guitarristas del mundo, pero pronto vi que el círculo en el que había elegido vivir era muy pequeño. Yo no quería tocar solo para otros guitarristas, quería hacerlo para todo el mundo.

Tomé la decisión de no presentarme a concursos para guitarra. Solo fui a uno y no me gustó la experiencia, porque, en mi opinión, los que tenían más talento fueron eliminados en la primera ronda. Decidí coger mi guitarra y presentarme a concursos de todo tipo de instrumentos, compitiendo contra violonchelistas o pianistas. Trabajé muy duro, porque con mi guitarra debía enfrentarme a los instrumentos centrales de la tradición occidental. Y aunque intentaron desanimarme varias veces, diciéndome que no podría desarrollar una gran carrera con una guitarra, yo persistí en ello. Sabía que tenían que estar equivocados, porque la guitarra, si lo piensas, es el instrumento más extendido del mundo. Al final fui obteniendo oportunidades cada vez mayores, logré un buen management y firmé con la discográfica clásica más importante del mundo. Desde que comenzó mi carrera internacional, hace tres años, creo haber hecho mucho no solo por mí mismo, sino por cualquier guitarrista, porque la percepción de la guitarra clásica está cambiando y ahora es un poco más fácil ser guitarrista. Estoy muy feliz por eso y por no haber escogido el camino estándar.

P: Algunos de sus trabajos anteriores se acercan por igual a obras clásicas y populares, a veces desde una perspectiva crossover. ¿Es parte de su estrategia para hacer llegar el repertorio de la guitarra al gran público?

R: No realmente. Creo que la música que tocas es un reflejo de tu compás interior, y este compás es el que debe guiarte en cada momento. La motivación para un proyecto musical debería salir siempre de una buena idea y no de su viabilidad como negocio. En mi primer disco, Mediterráneo, grabé la música que me inspiró para ser guitarrista, composiciones que me acompañan desde la adolescencia: Tárrega, Albéniz, Domeniconi, Granados o Boccherini. Tras muchos años en que la guitarra no ha sido demasiado popular, pensé que estas piezas podían despertar el interés de la gente por el instrumento, tal y como ocurrió conmigo. El segundo disco, Latino, fue un homenaje a la música latina, que me fascina y es una parte vital del repertorio para guitarra, desde Villa-Lobos y Brouwer a Cardoso y Ponce. Pero en este proyecto quise también experimentar y escoger entre toda la buena música latina existente, no solo la clásica. Por eso incluye arreglos de piezas de Carlos Gardel, Osvaldo Farrés, Armando Manzanero, Antonio Jobim, el Libertango de Piazzolla o el Bolero de Ravel. Nos divertimos mucho grabando ese disco, porque la música latina representa para mí buena diversión. Sin embargo, en este tercer disco no hay ni una sola pieza que pueda denominarse crossover. Es un reto más profundo, que completa mi presentación como guitarrista.

P: Como en el caso de las hermanas Labèque o Jean Yves-Thibaudet, parece usted ser muy consciente de que una imagen moderna y atractiva es también importante, como lo es estar en las redes sociales, grabar videoclips... ¿Cree que los músicos clásicos deberían avanzar más en esta dirección?

R: Depende de cada artista. No pienso que deba hacerse, sino que ha de hacerse solo si el músico se siente bien con ello. Yo soy joven, me gusta estar a la moda y en contacto con el mundo en el que vivo. Si todo el mundo hace una cosa, yo, probablemente, también lo haré, porque me gusta probar muchas cosas además de música. El mercado de la música clásica está cambiando dramáticamente y las compañías y agencias experimentan con nuevas formas de hacerla viable, pero lo importante es tener un compromiso contigo mismo y preservarte como eres.

P: Su recital a solo en el Carnegio Hall, ante miles de personas, fue su consagración definitiva. En otros recitales que ha ofrecido desde entonces, dicen que logra usted crear una atmósfera especial. ¿Cuál es su secreto para hechizar a cientos de personas con solo una guitarra?

R: La época en que vivimos implica un cambio de actitud en nosotros los artistas. A diferencia de lo que ocurría en el pasado, ahora tenemos que invitar a la audiencia a que llegue hasta nosotros, tenemos que abrirnos a ellos y no esperar que sea al revés. Esto es cierto tanto para el marketing como para la interpretación. Cuando toco la guitarra en el escenario soy la persona más feliz del mundo y me gusta compartir esa alegría con la gente. Creo que ese es el secreto, nada más.

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