Estados Unidos

Un espectáculo visualmente inmejorable

Horacio Tomalino
martes, 29 de abril de 2014
Nueva York, sábado, 15 de febrero de 2014. Metropolitan Ópera House. Lincoln Center for the Performing Arts. Die Fledermaus (El Murciélago). Opereta cómica en tres actos con música de Johann Strauss hijo (1825-1899) y libreto en alemán de Henri Meilhac (1831-1897) y Ludovic Halévy (1834-1908), basada en la obra francesa " Le Réveillon" de Karl Haffner (1804-1876) y Richard Genée (1823-1895). Estreno: Theater an der Wien de Viena el 5 de abril de 1874. Jeremy Sans, dirección escénica. Elenco: Michael Fabbiano (Alfred), Jane Archibald (Adele), Susanna Phillips (Rosalinde), Christopher Maltman (Gabriel von Eisenstein), Mark Schowalter (Dr. Blind), Paulo Szot (Dr. Falke), Patrick Carfizzi (Frank), Betsy Wolfe (Ida), Anthony Roth Constanzo (Príncipe Orlofsky). Coro y Orquesta del Teatro. Adam Fischer, director musical. Temporada 2013-4
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Para su gala de fin de año de la actual temporada 2013-14, el Metropolitan Ópera presentó con toda la pompa imaginable una nueva producción escénica de la ópera El Murciélago de Johann Strauss Jr. encomendando la dirección escénica y los textos cantados en inglés al talentoso escritor, traductor, arreglador musical, compositor y libretista británico Jeremy Sans y la ampliación de los textos hablados al dramaturgo americano Douglas Carter Beane, quienes llevaron a cabo un trabajo remarcable que los coronó como las grandes figuras de la representación.

Siempre con sede en la ciudad de Viena, la escenografía que firmó Roberto Jones trasladó la acción a la noche del 31 de diciembre de 1899 deslumbrando por los bellísimos y coloridos decorados art nouveau de la casa de los acomodados von Einsenstein así como por el rico y elegante salón de baile del palacio del excéntrico príncipe ruso Orlovsky, donde con gran efecto colocó una enorme versión invertida de la cúpula de oro del edificio de la Secesión vienesa. Tanto la dirección de escena de los interpretes y del coro, así como las coreografías de los bailarines no pudo ser ni mejor cuidada, ni más efectiva. Ambos elementos le agregaron aun más jerarquía a un espectáculo visualmente inmejorable.

Vocalmente las cosas no anduvieron todo lo bien que se hubiese deseado. De las voces masculinas, quien se llevó todos los laureles de la representación fue Paulo Szot quien compuso un chistoso Dr. Falke de gran carisma escénico y deslumbrante vocalidad que concentró toda la atención en cada una de sus intervenciones. Consumado hombre de teatro, el barítono brasileño fue el único capaz de extraer de sus diálogos todo el potencial requerido por su parte sin resultar en ningún momento sobreactuado y luciendo siempre una voz de gran calidad, intachable musicalidad y naturalidad.

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No le fue a la zaga el enamoradizo tenor Alfred del vocalmente exultante Michael Fabiano, quien le sacó brillo a la parte gracias unos medios vocales robustos, bien timbrados, de agudos de acero y cuidada emisión. Como actor también su labor mereció ser destacada.

Finalmente, el Gabriel von Eisenstein de Christopher Maltman no pareció del todo cómodo en la tesitura de la parte, sobre todo en sus incursiones en la zona aguda donde su voz tendió a perder el color y a sonar un tanto forzada. Así y todo, su desempeño general puede ser juzgado de más que correcto y en ello mucho contribuyó tanto la belleza de su voz en los pasajes más liricos, como la ductibilidad y el refinamiento que pasó de manifiesto en su interpretación.

Exacerbadamente gay, el príncipe Orlovsky del contratenor Anthony Roth Constanzo mostró efectividad vocal pero hubo de lamentarse que su desempeño general se viera empobrecido por una caracterización sobreactuada y payasesca impuesta por el director de escena que más que sumar, restó.

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El elenco femenino fue francamente para el olvido. Bien intencionada y poseedora de buenas dotes histriónicas para defender la parte, Susanna Philips corrió de un lado al otro del escenario, bailó y defendió a capa y espada una caracterización loable sólo en lo escénico de la vengativa Rosalinda. En lo vocal, a pesar de lucir una voz redonda y bien esmaltada no convenció. Los agudos cuando no sonaron forzados, fueron cortos y la coloratura fue menos que aproximativa, lo que en su famosa 'Czarda' quedó bien en evidencia.

No le fue mucho mejor a la Adele de timbre metálico y coloratura mecánica e inexpresiva de la extremadamente sobreactuada Jane Archibald, quien no obstante brilló en su aria del segundo acto y sobre todo en la del tercer acto donde se la oyó muy por encima de lo que fue su labor general en el resto de la ópera.

De los personajes secundarios, Mark Schowalter y Betsy Wolfe le dieron buenos momentos a la velada interpretando al Dr. Blind y a Ida respectivamente.

Un rotundo éxito obtuvo el comediante Danny Burstein a cargo de la parte del ayudante de carcelero Frosch, quien divirtió a mas no poder a un publico con muchos deseos de reírse -sin importar de qué- con un monologo que pareció no terminar nunca.

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Al coro de la casa se lo oyó muy bien preparado bajo la atenta batuta del siempre eficiente Donald Palumbo.

A cargo de la vertiente musical, la batuta experta de Adam Fisher ofreció una lectura bien colorida, dinámica e inspirada de la partitura de Johann Strauss pero sobre todo plena de carisma y estilo.
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