Montecarlo
Notables voces masculinas
Jorge Binaghi
La sala Garnier es un sueño para cualquier espectador o artista. De dimensiones reducidas, en una de las alas del fantástico edificio que alberga el Casino del diminuto principado de Mónaco, tiene una acústica sensacional.
La reposición del cada vez más raro y siempre difícil título verdiano había concitado la atención de público y especialistas. El resultado fue bueno, pero pudo ser mejor. La producción, debida al siempre inquieto director Grinda, en coproducción con su anterior casa, la Ópera de Lieja, fue absolutamente tradicional, de vestuario fastuoso, un inmenso espejo que ampliaba el escenario y causaba los efectos buscados en la platea, con lo que la historia del drama de Hugo se siguió perfectamente y los cantantes estuvieron cómodos para cantar. La pena es que en un drama ya de por sí sombrío ni siquiera los momentos de ‘tregua’ tuvieron iluminación más clara.
El director de orquesta pesa siempre en Verdi y si la de Callegari fue una versión de indudable oficio y siempre atenta a las necesidades de los cantantes, no sólo tuvo algunos tiempos lentos (ya desde el preludio) y algunos innecesariamente precipitados (como el ataque de la cabaletta del tenor, la única que no se repitió) sino que, sobre todo, se quedó en una muy buena lectura sin ahondar más.
'Ernani' de Verdi. Dirección musical, Daniele Callegari. Dirección escénica, Jean-Louis Grinda. Montecarlo, Palais Garnier, abril de 2014
El coro cumplió una buena labor y la orquesta es sumamente apreciable. También los comprimarios estuvieron adecuados (los escuderos del rey y de Silva, Maurizio Pace y Gabriele Ribis, y, algo menos por la escasa visibilidad que ofrece el rol, la Giovanna, camarera de Elvira, de Karine Ohanyan).
El joven bajo Vinogradov cumplió una muy buena labor como Silva, pese a las evidentes diferencias de edades entre personaje e intérprete, y sobre todo después del aria de salida mostró un buen registro grave (los agudos y el centro estuvieron presentes desde el principio y dieron buena cuenta de la cabaletta añadida ‘Infin che un brando vindice’, esta sí, como las otras, repetida).
Vargas, Tezier y Coro en 'Ernani' de Verdi. Dirección musical, Daniele Callegari. Dirección escénica, Jean-Louis Grinda. Montecarlo, Palais Garnier, abril de 2014
El protagonista y el gran rol de la ópera (el rey Carlos, barítono) se confiaban por primera vez a Vargas y Tézier. El resultado fue muy bueno para el primero (sólo con la reserva de que habría que ver qué ocurre con el volumen en una sala más grande), si recordamos que el primer protagonista no era un tenor de los que luego hemos llamado ‘spinto’ o ‘dramático’ aunque encontraba pesada la parte. Vargas impuso su voz luminosa, su estilo, su técnica y su fraseo: no hay muchos de su clase (en todos los sentidos del término) que puedan hoy hacer frente al cometido con iguales resultados.
Tézier fue simplemente ideal, más que notable. Cantó con tranquilidad, gusto, volumen, y se empeñó (y lo consiguió) en seguir la gran tradición de la interpretación de este regalo que Verdi hizo a su cuerda sin pretender impresionar sólo por el volumen. Su capacidad de ligar las notas fue extraordinaria (y un fragmento ‘traidor’ como ‘Vieni meco, sol di rose’ lo puso en evidencia de forma clarísima, con un canto ‘a fior di labbra’ estupendo), así como su capacidad para los grandes recitativos (el de entrada, con la diferente marcación sobre ‘potere’ y ‘amore’ dio la medida exacta del personaje y del artista ante quienes nos encontrábamos). En esas condiciones su tercer acto (recitativo, aria y concertante, el sueño de un barítono) fue, como debía ser, superlativo.
'Ernani' de Verdi. Dirección musical, Daniele Callegari. Dirección escénica, Jean-Louis Grinda. Montecarlo, Palais Garnier, abril de 2014
No es la primera vez que hay que agradecer a Grinda las oportunidades que da a este cantante, o la buena idea de hacer debutar la parte a Vargas. Por eso asombra más que el único papel femenino importante fuera confiado a una soprano tan inadecuada. Aparte de que no se entendían más que palabras o, con suerte, frases aisladas, no sé si a esta Elvira le causaron más daño los graves huecos e innaturales o los agudos permanentemente crecidos cuando no directamente gritados de Vassilieva: que el rol sea difícil no quita que esta vez se haya tratado de la peor versión de todas las que he visto o escuchado (no hubo prácticamente una media voz y por trino no suele entenderse un ligero temblor de la voz).
El público premió a todos.
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