Discos
Academia(s) de futuro (y presente)
Paco Yáñez
Stefan Beyer: In Terms of Eigentlichkeit. Eine Rodung. Friedrich Cerha: Quintett für Oboe und Streichquartett. Anthony Cheung: Hyperbaton. Unsuk Chin: Fantaisie mécanique. Hugues Dufourt: Euclidian Abyss. Dai Fujikura: Vanishing Point. Saed Haddad: L’Éthique de la Lumière. Chikage Imai: Simulgenesis. Seyko Itoh (1983): Going Forth By Day. Stefan Keller: Spring!. Johannes Kreidler: Kantate. No future now. Anna Mederith: Downhaul. Marko Nikodijević: objekt/raum. Tomi Räisänen: Abeyance. Steingrimur Rohloff: Colonies; Der Erste Mensch. Simon Steen-Andersen: Chambered Music. Valentine Collet, oboe. Ensemble Modern. IEMA-Ensemble 2012/13. John B. Hedges, Johannes Kalitzke, Vimbayi Kaziboni, Manuel Nawri, Alejo Pérez, Franck Ollu, Pablo Rus Broseta y Ryan Wigglesworth, directores. Roland Diry y Christiane Engelbrecht, producción ejecutiva. Thomas Eschler, Hendrik Manook, Wolfgang Packeiser y Rüdiger Orth, ingenieros de sonido. Tres CDs DDD de 223:52 minutos de duración grabados en Colonia y Frankfurt (Alemania), los días 3 y 4 de octubre de 2004, 16 de diciembre de 2005, 17 de febrero de 2007, 10 de mayo de 2009, 27 de noviembre de 2011, y del 22 al 24 de abril de 2013. Ensemble Modern Medien EMCD-021/022 y EMCD-023.
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De entre los sellos asociados a compositores, ensembles o auditorios que apuestan en sus registros de un modo especial por la música contemporánea, ya sean los de la London Sinfonietta, Casa da Música de Porto, Stockhausen Verlag, etc., parecen los proyectos alemanes los que más empeño están demostrando a la hora de mantener una producción discográfica continuada. Todo lo contrario ha ocurrido en España, donde sellos tan interesantes -y que tanta ilusión despertaban, además de que nos acercaban a Europa en cuanto a altavoces para dar a conocer nuestra heterogénea y potente creación actual- como Rozart -del Grup Instrumental de València- o Anemos apenas vivieron un par de hornadas antes de retirarse de un mercado del disco que, en líneas generales, parece encaminarse hacia su extinción tal y como lo conocemos desde el nacimiento del disco compacto; algo que a la música de nuestro tiempo afecta de un modo especial (y, repito: más en nuestro Estado). De entre los sellos asociados a ensembles que venimos siguiendo en Mundoclasico.com, el Ensemble Modern Medien parece el más activo en cuanto a revelar la vibrante programación con la que cada año recorre el mundo el conjunto alemán. La discográfica del Ensemble Modern de Frankfurt tiene abiertas diversas líneas de trabajo, de las cuales varias están siendo dadas a conocer a nuestros lectores, como la serie de retratos sonoros de sus instrumentistas (algunos de ellos también en su faceta de compositores). Nos centramos hoy en dos recientes lanzamientos del EMM que tienen como objetivo, por una parte, dar a conocer el trabajo de los jóvenes músicos que tomaron parte en la Internationale Ensemble Modern Akademie de 2012-13; y, por otro lado, en un doble CD que recoge obras de los compositores participantes en los seminarios internacionales de composición de la propia IEMA entre los años 2004 y 2011.
La primera edición, titulada they are, recoge en dos discos compactos (EMCD-021/022) algunas de las piezas estrenadas en la IEMA a lo largo de los 8 años antes especificados. Se trata del producto del trabajo con compositores y directores tan destacados como Helmut Lachenmann, George Benjamin o Johannes Kalitzke; cursos en los que se formaron codo con codo los jóvenes compositores, músicos, directores y musicólogos con figuras consagradas de la música actual. El resultado, como cabía esperar, muestra la amplitud de perspectivas que en la música de hoy convergen; heterogeneidad agudizada por el hecho de que, si bien con residencia artística en Europa, muchos de los creadores aquí convocados tienen una procedencia cultural muy diversa que trasciende los límites de nuestro continente.
Tal es el caso del jordano Saed Haddad (Zarka, 1972), que en L’Éthique de la Lumière (2004) sintetiza los aromas de la música oriental, sus modos y ecos, con técnicas extendidas netamente europeas, para crear un paisaje de fusión de gran belleza. Si la luz y sus gradaciones primaban en la pieza de Haddad, tomando su esencia como materia plástica, en la obra del serbio Marko Nikodijević (Subotica, 1980) objekt/raum (2004) lo que se despliega es un paisaje nocturnal que estudia los contornos de las figuras en un lienzo oscuro; un diálogo al que asoman influencias de otras músicas, como el jazz, y que carga de relieves urbanos su partitura. Por su parte, Dai Fujikura (Osaka, 1977), en Vanishing Point (2004), nos pone frente a una estética plenamente actual, que comparte la levedad del arte japonés con la firmeza discursiva de la música actual europea, de la que toma sus técnicas instrumentales. El proceso de continuas alternancias estilísticas que estos compactos despliegan nos lleva, sin remisión, a la música del finlandés Tomi Räisänen (Helsinki, 1976), que en Abeyance (2005) lleva a cabo un ejercicio de corte expresionista, muy emocional e impulsivo en lo rítmico, con un deje netamente rihmniano y un aliento de corte sinfónico. Completamente distinta es Downhaul (2005), de Anna Mederith (Londres, 1978), partitura que se adentra en el vacío y dibuja sus contornos a través de un lenguaje urbano, en el que las sonoridades con ecos del rock nos ponen sobre la pista de un abigarramiento estilístico fruto del mestizaje. Impulsos truncados, perfiles quebrados, una continuidad de discontinuidades forjan una música que se perfila entre el deseo de tramar estructuras y una arquitectura imposible. El danés Simon Steen-Andersen (Odder, 1976) presenta Chambered Music (2007), partitura con un deje paródico en el que la respiración y la gestualidad son fundamentales para poblar de organismos en distintos planos su escena musical, entre un fondo de metal prácticamente beodo y una figura principal que parece dibujar una escena nocturna en los pubs y las calles de una gran ciudad. Es algo que ya se había asomado a piezas como Double up (2010), con sus samplers que recreaban el medioambiente noctámbulo, y que en Chambered Music vuelve a adoptar análogos perfiles. Cierra esta galería de estilos que es el primer compacto Simulgenesis (2009), de la nipona Chikage Imai (Nagoya, 1979), casi un concerto grosso camerístico de sonoridades que salen alternativamente a la palestra y van estableciendo diálogos entre las distintas familias instrumentales del ensemble, con una escritura muy pulcra y refinada, abierta y plural en recursos tanto extendidos como canónicos.
Abre el segundo compacto otra japonesa, Seyko Itoh (Saitama, 1983), con Going Forth By Day (2006), música que revela la impronta de su origen, especialmente en la flauta solista, que casi protagoniza la obra a modo de concierto, así como unas apariciones de arpa que también remiten a lo oriental. Mucho hay de lenguaje europeo, sobre todo en el ensemble, muy agresivo, progresivamente dominante, atacando a oleadas, lo que enloquece a la flauta y crea un trasfondo instrumental perturbador: ¿un retrato de su yo japonés en Europa?, que acaba recayendo en un leguaje muy expresionista y tenso; explicitando las dificultados de esta síntesis. El californiano Anthony Cheung (San Francisco, 1982) vuelve a poner lo rihmniano en escena, con Hyperbaton (2009), pieza de gran virtuosismo instrumental y masas que oscilan entre los abigarrados tutti y la delicadeza cristalina de muchos de sus compases. Algo similar tensa Spring! (2011), partitura de Stefan Keller (Zurich, 1974) netamente percusiva, visitada por músicas no europeas, por el jazz, por percusiones de inspiración latina, y que se acerca en sentido a Cheung. El germano-islandés Steingrimur Rohloff (Reykiavik, 1971) nos propone una pieza más potente en Der Erste Mensch (2011), obra que nos conduce a los albores de la humanidad y en la que no faltarán aullidos y fisicidad desbocada, algo atávico y tribal que seguramente no hemos superado más que en la epidermis de tantas convenciones. Su partitura resulta más actual y arriesgada, si bien confirma la mayor homogeneidad estilística de este segundo compacto, así como su pulso rítmico transversal: vibrante y obsesivo. Es algo que reaparece en los primeros compases de Kantate. No future now (2008), obra del alemán Johannes Kreidler (Esslingen, 1980), una pieza de brutales distorsiones, samplers e influencias del pop y los medios de comunicación, cuyos mensajes atraviesan la obra como espectros amenazantes, en lo que es toda una denuncia de la invasión de lo trivial que no asalta cada día desde tantos focos como la publicidad y los discursos oficiales dominan (además de la religión; y fragmentos de músicas litúrgicas también se asoman a esta verdadera reinvención de la cantata en el siglo XXI). Obra contundente, tanto ética como estéticamente, el uso recurrente de glissandi en todas sus facturas, así como de distorsión electrónica, además de un sentido percusivo que lo aniquila todo, sintetiza un panorama siniestro de muy interesantes planteamientos. Cierra el segundo compacto el alemán Stefan Beyer (Braunschweig, 1981), con In Terms of Eigentlichkeit. Eine Rodung (2011), obra que firma un epílogo a modo de síntesis de muchas de las estéticas previas: unión de lenguaje de alturas, diversidad estilística y un pulso rítmico y unas técnicas muy de nuestro tiempo. Ni que decir hay que el Ensemble Modern es el medio más que idóneo para la epifanía de estas partituras, en su mayoría en las tomas de sus respectivos estrenos.
El segundo de los lanzamientos (EMCD-023) toma su nombre de la primera pieza del compacto: Euclidian Abyss (1996), del francés Hugues Dufourt (Lyon, 1943), a su vez inspirada en la pintura homónima del expresionista abstracto norteamericano Barnett Newman. Como otras obras de Dufourt compuestas a partir de cuadros (recordemos su políptico sonoro Les Hivers (1992/2001) o sus partituras a partir de Giovanni Battista Tiepolo), este octeto aborda las tensiones del lienzo, ya no sólo en forma, sino en contenido: aquí más abstracto, en una reflexión sobre el arte donde contrastan la vida y su ordenación geométrica. Dufourt trabaja la densidad tímbrica a modo de paleta musical, exprime la armonía con restos del espectralismo para reflejar el vértigo del abismo, tiende líneas melódicas de apariencia infinita, cual las superficies de la pintura de Newman. En cierto modo, esa sensación de vértigo, de giro hacia abajo, la crea el compositor de Lyon con una estructura en espiral que se retuerce sobre sí misma, con lo cual la perspectiva es puesta en duda, resquebrajada, abolida, como en Newman.
Mucho más clásico se antoja el Quintett für Oboe und Streichquartett (2007) de Friedrich Cerha (Viena, 1926), un compositor que en los últimos años está desarrollando una mirada a la tradición que, en mi opinión, invade de forma aplastante su propia voz, sus logros estéticos personales de décadas previas. Este Quinteto es paradigmático al respecto, quizás como ninguna de sus últimas obras: una búsqueda absoluta de eludir técnicas extendidas, sonoridades rugosas, ruidismo; y, por la contra, destacar la transparencia instrumental, el clasicismo en la estructura de sus movimientos y los guiños al pasado, como la cita a la Serenade opus 24 de Schönberg presente, y que remite a otra de las influencias capitales de Cerha, con su desarrollo por variación, pero en un lenguaje de alturas que en este Quinteto se antoja caduco y aburrido, por más que Cerha no deje de mostrar sus enormes dotes técnicas y la brillantez de su escritura.
Nueva aparición de Steingrimur Rohloff, en esta segunda edición con Colonies (2013), que nos devuelve a una estética más actual, al tiempo que poliestilística y vibrante. El concepto de colonia y su desarrollo en el tiempo como proceso, con las tensiones que se producen entre fuerzas invasoras y resistencias, es lo que se haya temáticamente detrás de esta pieza, en la que lo mecánico tiene un gran peso, así como los asomos de estilos divergentes y como estos intentan abrirse paso en un material musical que pretende su propia conservación. Por tanto, pieza de tensiones y momentos de tensión-distensión-reubicación continuos.
Por último, la compositora coreana Unsuk Chin (Seúl, 1961) nos propone otra partitura en la que lo mecánico adquiere un enorme peso, con sus engranajes y circuitos interconectados: Fantaisie mécanique (1994, rev. 1997). Destaca en esta lectura del IEMA-Ensemble la altísima técnica de sus solistas, especialmente unos metales de enorme contundencia y un entramado percusivo muy sugerente y rico, lo que afianza el carácter virtuosístico que Chin reconoce su partitura posibilita. Los alumnos de la IEMA en 2013 muestran en esta lectura hasta qué punto han asimilado algunas de las señas de identidad del Ensemble Modern: su pujanza, precisión técnica, mecanismo rítmico, personalidad, etc. Sin embargo, quizás en conjunto me quede con la lectura del grupo dedicatario de Fantaisie mécanique, el Ensemble intercontemporain parisino, en su grabación de 2004 para Deutsche Grammophon (477 5118).
Las tomas de sonido son, en los tres compactos, excelentes, a cargo de radios alemanas, con todas las virtudes que suele mostrar un sello de sonido tan cuidado como el Ensemble Modern Medien. La edición de los compactos es, igualmente, ejemplar, con textos de los compositores sobre sus propias obras e información del contexto en que éstas fueron interpretadas (en muchos casos, estrenadas), dentro de ese proyecto del que tanto se puede aprender que es la Internationale Ensemble Modern Akademie: una academia que desde el presente nos abisma en las líneas maestras que definirán la música del futuro.
Estos discos han sido enviados para su recensión por el Ensemble Modern
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