“Cuando Beethoven escribió el Adagio, tenía en la mente los cánticos religiosos de los peregrinos devotos.” Son palabras de Carl Czerny, alumno predilecto de Beethoven y encargado de la parte solista de su Concierto en Mi bemol mayor en su primera ejecución vienesa en febrero de 1812, referidas al famoso tiempo lento de esta obra (conocida en todas partes como “Concierto Emperador”, menos en los países de habla alemana, donde saben que su dedicatario no ostentaba tal título, sino “sólo” el de archiduque). Ciertamente es una manera de ver este precioso adagio, en el que la clave reside en el ambiente recogido, el fraseo cuidadoso y el espíritu caminante. Concepto compartido por el vienés Rudolf Buchbinder y el letón Andris Nelsons, quienes dieron una versión que fue una auténtica filigrana, partiendo éste de una presentación orquestal en…
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