Recensiones bibliográficas
Mahler, día a día
Paco Yáñez

Conservo como una reliquia bibliográfica la primera edición (publicada «con licencia eclesiástica») del volumen de 85 páginas que conforma Introducción a Mahler. Maestro y precursor de la música actual, obra de Federico Sopeña editada por Rialp en 1960 en lo que fue el primer libro íntegramente dedicado en España a Gustav Mahler (Kalischt, 1860 - Viena, 1911). A aquel monográfico lo siguieron toda una serie de publicaciones, editadas en España y Sudamérica, ya fueran escritos traducidos de otras lenguas, ya producción original en castellano. De este modo, nuestras bibliotecas se han podido completar, en lo que al compositor bohemio se refiere, y además de con el siguiente monográfico dedicado a Gustav Mahler por Sopeña: Estudios sobre Mahler (Publicaciones del MEC, 1976), con los trabajos de Theodor W. Adorno (Akal; Península), Paul Banks & Donald Mitchell (Muchnik), Sylvie Dernoncourt (Espasa), José A. González Casanova (Ariel), Norman Lebrecht (Adriana Hidalgo; Alianza), Arnoldo Liberman (Altalena), Alma Mahler (Acantilado; Taurus), Herta Blaukopf (Altalena), José Luis Pérez de Arteaga (Antonio Machado Libros; Salvat), Fernando Pérez Cárceles (Hiperión), Quirino Príncipe (Javier Vergara), Theodor Reik (Taurus), Andrés Ruiz Tarazona (Real Musical), Alphons Silbermann (Alianza), Gastón Soublette (Frasis), Marc Vignal (Antoni Bosch) y Bruno Walter (Alianza).
Entre estos libros, nos encontramos desde lo más puramente biográfico a interpretaciones personales sobre la obra de Gustav Mahler y sus implicaciones históricas a nivel estético, cuando no prospecciones psicoanalíticas (Theodor Reik), recuerdos en primera persona (Alma Mahler, Bruno Walter), traducción de los textos de sus obras (Fernando Pérez Cárceles), o amplias recomendaciones discográficas (José Luis Pérez de Arteaga); además de diversas combinaciones de estas posibilidades (en este sentido, el Mahler de Arteaga, publicado en 2007 por la editorial Antonio Machado -con reedición corregida en 2011- es el más completo). Sin embargo, seguíamos echando (mucho) de menos la traducción al castellano de (alguno de) los volúmenes publicados por el que podemos considerar principal biógrafo de Gustav Mahler: Henry-Louis de La Grange (París, 1924). Por fin, en un 2014 en el que La Grange cumple sus primeros 90 años de vida, Akal se decide (curiosamente, dentro de su serie de Biografías, y no en su amplio catálogo dedicado propiamente a la música), a ofrecer al lector en castellano la que es, desde ya, biografía de referencia en nuestro idioma de entre las publicadas hasta ahora sobre el genio austriaco (y seguimos echando de menos numerosas referencias nunca traducidas al castellano: los trabajos de Natalie Bauer-Lechner (fundamental), Constantin Floros, David Hurwitz, Stephen McClatchie, etc.).
La que ahora tenemos en nuestras manos es la excelente y cuidadísima traducción a cargo de Francisco López Martín del libro que, con el mismo título: Gustav Mahler,[N|1] publicó en francés, en el año 2007, la Librairie Arthème Fayard. Se trata de un libro en el que Joël Richard resumió las 3.878 páginas de las que constan los tres monumentales volúmenes originales de La Grange en Fayard (publicados entre 1979 y 1984); según su propio autor, «sin omitir en ningún momento nada esencial», ya fuera con respecto a la biografía (hasta la página 416 de esta edición de Akal) o al estudio de su obra (desde la página 416 a la 496).
Y es que el apartado propiamente biográfico conforma ya no sólo el grueso, sino el eje central del estudio realizado durante más de seis décadas (toda una obra de vida) por Henry-Louis de La Grange, actualizado constantemente, atento a todo tipo de fuentes y siempre rehuyendo interpretaciones subjetivas (o estrafalarias) de los aspectos que conforman el recorrido vital de Gustav Mahler. Es algo que La Grange aplicará también al análisis de las partituras del compositor; de ahí, por ejemplo, su conocido y frontal rechazo a comprender las últimas obras de Mahler (Das Lied von der Erde, Novena Sinfonía y esbozos para la Décima) como un ‘tríptico de despedida’ (línea tan difundida por Leonard Bernstein), como obras de un compositor hiperromántico en trance de muerte (la muerte sí estaría presente, obviamente, pero para La Grange más como reflexión filosófica, como obsesión recurrente en el propio Mahler a lo largo de su vida -marcada ya desde la infancia, con las sucesivas pérdidas de hermanos-, y, muy especialmente, por la defunción de su hija mayor, en 1907).
Joël Richard y Henry-Louis de La Grange organizan su libro en los dos grandes bloques antes citados de vida y obra. Dentro de la biografía, la estructuración se realiza en tres partes, con los siguientes capítulos:
Primera parte: “Hacia la gloria” (1860-1897), que comprende: “Los años de formación” (1860-1878); “Años de transición. Hall, Laibach, Olmütz” (1878-1883); “Cassel. Una experiencia indispensable” (1883-1885); “Praga y Leipzig. Primeros grandes éxitos teatrales” (1885-1888); “Budapest. La Primera Sinfonía” (1888-1891); y “Hamburgo. Las sinfonías Segunda y Tercera” (1891-1897).
Segunda parte: “Viena” (1897-1907), que comprende: “Viena: el poder y la fama” (1897-1899); “El giro decisivo en la vida de Mahler. La Cuarta Sinfonía” (1899-1900); “Los últimos años de soledad, la Quinta Sinfonía y los Rückert-Lieder” (1900-1901); “Alma” (1901-1902); “La maestría plena. La Sexta Sinfonía” (1902-1905); “La edad de oro de Viena. De la Séptima a la Octava Sinfonía” (1905-1907); y “El adiós a Viena” (1907).
Tercera parte: “Nueva York” (1908-1911), que comprende: “Un mundo nuevo” (1908); “Das Lied von der Erde” (1908); “Al frente de la Filarmónica de Nueva York. La Novena Sinfonía” (1908-1909); “Nueva York, París, Roma” (1910); “Entre la crisis conyugal y la apoteosis muniquesa. La Décima Sinfonía” (1910); y “El aliento roto” (1910-1911).
Repasar estos títulos nos permite esquematizar de forma nítida la vida de Gustav Mahler. Obviamente, no se da la profusión de detalles ofrecidos en los volúmenes originales de los que este compendio se nutre, pero acabamos teniendo la sensación de que hemos recorrido la vida de Gustav Mahler casi día a día, con una atención a los momentos cruciales, centrándose de forma fundamental en el propio compositor y su desarrollo personal, artístico y espiritual, tantas veces en contra de un medio que veremos asomar (bramar, atacar, fustigar) a través de la amplísima selección de críticas y noticias de la prensa de la época que La Grange disemina en sus capítulos como contrapunto al arte de Mahler, ya sea como director o como compositor. Es éste uno de los aspectos que más pormenorizados presenta La Grange en su libro: un minucioso trabajo de contraposición que nos permite ser conscientes de hasta qué punto tanto la dirección de Mahler como, especialmente, sus partituras (en líneas generales, pues éxitos en vida tuvo, como las sinfonías Tercera y Octava) resultaron inaceptables para muchos en su tiempo, dándose un conflicto con gran parte de la crítica contemporánea que es epítome de la incomprensión del artista innovador frente a un contorno periodístico retrógrado (algo que tantos otros artistas y compositores han sufrido a posteriori, ya sea a través del ataque o del silencio).
No se detiene en este volumen Joël Richard en profundizar excesivamente en la genealogía de Mahler, yendo directamente a su infancia, al carácter de sus padres, que afirma improntará una personalidad futura del compositor al que caracteriza de «mártir y tirano». De aquella época quedarán, igualmente, en el recuerdo y subconsciente de Mahler el folclore popular, los sonidos militares, los relatos legendarios pronto llevados a su música, con la tempranísima disposición para la interpretación de un niño que con tan sólo 6 años da su primer concierto, misma edad a la que empieza a garabatear sus primeras composiciones; siendo un año después, ¡a los 7!, cuando empieza a dar clases de música. Según La Grange, la falta de recursos lo condujo a un autodidactismo que hizo de las partituras propiamente su fuente de conocimiento, algo que Richard Specht dice crucial para la personalidad no-influenciada de Mahler como director. La tensa relación de Mahler con los conservatorios y, especialmente, con la universidad, da muestras de un carácter desde joven libre y fuerte; un hombre que abrazó diversos idearios, que fue vegetariano, socialista, que llegó a vagabundear las calles de Viena, y cuyo temperamento romántico marcó sus pasionales primeras relaciones afectivas.
Lo precario de muchos momentos de su existencia, las idas y venidas de diversos teatros de provincias, los conflictos con algunos directores consagrados (como Arthur Nikisch), etc., marcan unos años de formación de los que La Grange nos brinda interesante información, no siempre conocida, y que afianzarán el desarrollo futuro del compositor, tras su paso por este ‘aprendizaje del mundo’. Posteriormente, destaca, como ya hemos señalado, ese contrapunto constante que se establece entre crítica y compositor/director, en el que se adjuntan algunas cartas, si bien epistolario con menor peso en este tomo que ese duelo que la prensa mantenía con Mahler, repleto de ataques en muchos momentos delirantes, cuando no de tintes antisemitas (recordemos, por ejemplo, que el colosal director wagneriano que fue Mahler nunca dirigió en Bayreuth). También es La Grange cronista detallado de la agenda profesional de Mahler, que hoy nos parece inhumana: en la década de 1880 llega a dirigir hasta 10 y 13 óperas al mes, por no hablar de los ¡150 conciertos! de su temporada en Hamburgo.
Otro aspecto al que La Grange concede una especial atención es al de la ejecución de los arreglos efectuados por Mahler de partituras clásicas (Beethoven y Schumann son paradigmáticos), y cómo músicos y prensa reaccionaban al respecto (sin escatimar esclarecedores ejemplos de la desmedida virulencia de muchos opúsculos críticos). También los conflictos derivados de la dirección artística de los teatros son minuciosamente abordados, con las disputas recurrentes con gerencia, escenógrafos, decoradores, etc.; por no hablar, como director musical, de sus altercados con tantos cantantes, que daban cuenta, según les fuere, de un director tiránico o de un auténtico genio capaz de comprender las partituras como nadie en su tiempo. Todo ello, como antes se señalaba, en medio de un ritmo de trabajo apremiante, en el que, por tomar otro ejemplo revelador, en el último año en Viena dirigió ¡57 óperas distintas!
Aunque esa última temporada austriaca sólo conoció tres estrenos, destacó Mahler a lo largo de su vida por su compromiso con la nueva música. En abril de 2014, pronunció Manuel del Río (director y editor de la gustav-mahler.es) una charla en el Auditorio de Galicia en la que ahondaba en la mayor presencia de partituras contemporáneas en los programas dirigidos por Mahler con respecto a lo que es común hoy en la mayor parte de las orquestas sinfónicas de nuestro entorno. Es algo que podemos entrever claramente en la lectura de este libro, reforzando la idea de que las formaciones orquestales se van, poco a poco, descolgando históricamente de su contemporaneidad, con el daño que esto causa al desarrollo de la música; algo de lo que Mahler era especialmente consciente (aunque en sus temporadas también figuraran muchas obras ‘de compromiso’ y piezas ‘de circunstancias’, ‘concesiones’ que no han tenido mayor presencia a posteriori tras ese filtro inmisericorde que es el paso del tiempo -un ‘tiempo’, en todo caso, que no es más que la suma de cribas y grupos de poder que definen cuanta estética se perpetúa como parte del canon-).
Mahler, el compositor denostado por tantos de sus contemporáneos, el creador que con tanto esfuerzo y progresiva diseminación fue ganando cotas de presencia y adeptos, el proscrito (uno de tantos) del régimen nazi, es hoy en día parte de una tradición que él mismo contribuyó a desarrollar, ensanchar y definir como artista e intérprete. La investigación realizada por Henry-Louis de La Grange es ineludible para conocer la vida de este genio de la música; especialmente en el terreno biográfico, pues el bloque dedicado a la obra, resultando interesante, no lo considero en esta edición a la altura del capítulo biográfico, existiendo publicaciones (especialmente en lenguas extranjeras) mucho más completas y profundas. Es una pena que sigamos en castellano sin traducción de los tres volúmenes de Fayard de donde este libro proviene; como de los tres impresionantes tomos publicados por La Grange entre 1995 y 2007 en la Oxford University Press (el cuarto volumen está en camino), que suponen a día de hoy la más completa biografía de Gustav Mahler. Sería, también, todo un lujo poder contar en nuestras bibliotecas, en cuanto ésta se concluya, con la minuciosa (en extremo) cronología del último año de vida de Gustav Mahler que el ‘discípulo’ español de La Grange y experto mahleriano Pablo Sánchez Quinteiro está escribiendo en la actualidad; así como con algunas de las referencias antes mencionadas, que darían un nivel a la bibliografía mahleriana en castellano más acorde al que otras lenguas (especialmente alemán, francés e inglés) disponen desde hace décadas.
Por lo que a la edición de Akal se refiere, ésta es excelente, con un volumen primorosamente encuadernado en tapa dura, papel ecológico (del cual el tan amante de la naturaleza Gustav Mahler estaría satisfecho), y unos complementos que aportan, además de los textos de las sinfonías de Mahler en lengua original y traducidos al castellano, un índice de nombres siempre útil para repasar las presencias que recorren esta biografía tan rigurosa y amplia como imprescindible.
Este libro ha sido enviado para su recensión por Ediciones Akal.
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