Artes visuales y exposiciones
"Tiempo encantado", el postimpresionismo
Juan Carlos Tellechea
Es la apacible hora del té en los jardines de "Villa Flora", una señorial residencia de 1846 (ampliada entre 1862 y 1927) ubicada en Winterthur, ciudad y comuna suiza del cantón de Zúrich. El fauvista (expresionista francés) Henri Manguin (París, 1874 - ídem, 1949) captó en 1912 el placentero momento en un óleo titulado Le Thé à la Flora, cuya reproducción gráfica ilustra ahora el afiche y los folletos de una extraordinaria exposición que tiene lugar en estos meses (hasta el 16 de agosto próximo) en la Kunsthalle de Hamburgo.
El cuadro perpetúa el "Tiempo encantado", así se titula la muestra, que le tocó vivir al matrimonio de Arthur (médico oculista) y Hedy Hahnloser-Bühler, propietario de la majestuosa finca, que entre 1906 y 1936 reunió decenas de obras postimpresionistas y expresionistas de finales del siglo XIX y comienzos del XX en una legendaria colección. Comisarios de la exhibición son el propio director general de la Kunsthalle de Hamburgo, Hubertus Gaßner, y su asistente de dirección, Daniel Koep, así como la suiza Angelika Affentranger-Kirchrath (conservadora del museo de la Villa Flora).
Los Hahnloser adquirieron primeramente obras de Giovanni Giacometti (Stampa/cantón de los Grisones/Suiza, 1868 - Glion, cantón de Vaud/Suiza, 1933), padre del escultor Alberto Giacometti, a quien conocieron en 1907 y quien les indicó que pusieran atención en las obras de Paul Cezánne (Aix-en- Provence, 1839 - ídem, 1906).
Pero fue el pintor suizo Félix Vallotton (Lausana, 1865 - París, 1925) quien introdujo al matrimonio suizo en el círculo de los más importantes artistas parisinos de aquel momento. Los esposos trabaron pronto contacto y amistad con Pierre Bonnard (Fontenay-aux-Roses, cerca de París, 1867 - Le Cannet, cerca de Cannes, 1947), Édouard Vuillard (Cuiseaux/Saône-et-Loire, 1868 - La Baule/Loire-Atlantique, 1940), Manguin y, más tarde, con los fauvistas Henri Matisse (Le Cateau-Cambrésis/norte de Francia, 1869 - Cimiez/hoy un barrio de Niza, 1954) y Albert Marquet (Burdeos, 1875 - París, 1947).
La colección del matrimonio suizo fue ampliada sucesivamente desde aquel entonces con obras de Cézanne, Auguste Rodin (París, 1840 - Meudon, 1917), Vincent van Gogh (Groot-Zundert/Países Bajos, 1853 - Auvers-sur-Oise/Francia, 1890), Auguste Renoir (Limoges/Limousin, 1841 - Cagnes-sur-Mer/Côte d'Azur, 1919), Odilon Redon (Burdeos, 1840 - París, 1916) y Édouard Manet (París, 1832 - ídem, 1883).
La muestra que se presenta por primera vez en Alemania reúne más de 200 obras de 18 artistas. Cedidas por otros museos helvéticos y colecciones privadas se muestran asimismo obras de Ferdinand Hodler (Berna, 1853 - Ginebra, 1918), Aristide Maillol (Banyuls-sur-Mer, Pyrénées-Orientales, 1861 - ídem, 1944), del escultor Friedrich Wield (Hamburgo, 1880 - ídem, 1940), así como del fauvista Georges Rouault (París, 1871 - ídem, 1958) y varios más.
En 2013 las autoridades de Suiza decidieron recortar todas las subvenciones a Villa Flora, por lo que la residencia-museo debió cerrar sus puertas y la colección se pasea por Europa hasta que sea encontrada una solución. Después de Hamburgo, la exhibición (parcialmente modificada) irá por este orden al Musée Marmottan Monet de París, al Kunstmuseum Moritzburg de Halle (Saale) y a la Staatsgalerie de Stuttgart.
Los coleccionistas preferían coloridos bodegones, vistas de interiores, jardines y paisajes. Lo interesante es que debido a su amistad con los artistas el matrimonio encontró obras especiales y desarrolló una singular comprensión sobre el arte. Además, cada uno de los cuadros y todos en su conjunto están en absoluta relación con la casa que los acogió. Algunos lienzos fueron incluso realizados expresamente para y en la Villa Flora.
De Pablo Picasso (Málaga, 1881 - Mougins/Francia, 1973), ex profeso, la pareja no adquirió ninguna obra. Cuenta uno de sus herederos que un día Picasso visitó la residencia y fue recibido por Hedy Hahnloser- Bühler. Al ver los cuadros de Bonnard en los pisos superiores de la villa comentó: "Bonnard no es un pintor". La dueña de casa le pidió entonces que le explicara por qué discurría así, a lo que Picasso insistió: "no tengo por qué fundamentarle mi opinión, sencillamente Bonnard no es un pintor". La anfitriona dió entonces por concluida la conversación y acto seguido le mostró a Picasso la puerta de salida de la mansión, poniendo término definitivamente a todo contacto con el artista español.
Los esposos Hahnloser mantenían con Bonnard un intercambio permanente; les unió toda la vida una amistad recíproca muy inspiradora. Durante sus visitas a Le Cannet (en Costa Azul francesa, no lejos de Mougins), donde vivía y trabajaba Bonnard desde 1925, el artista agasajaba a sus amigos de Winterthur con un "Vernissage Hahnloser" para mostrarles en su entorno personal la nueva producción de su taller.
Muchos años más tarde, los nietos de Arthur y Hedy fueron invitados "muy cordialmente" por Picasso a su atelier. Los descendientes aceptaron el convite, pero hete aquí que el malagueño guardaba todavía en su memoria con amargura el episodio con la abuela; hizo esperar a los visitantes ante el portón de su casa casi una hora para despacharlos en pocos minutos e insinuarles que todavía evocaba la "mala suerte" que había tenido en aquella desventurada entrevista con la señora de la Villa Flora.
En el postimpresionista-simbolista Odile Redon, uno de los precursores del surrealismo, el matrimonio Hahnloser reconocía a un artista que inspiró fuertemente con su misteriosa obra a los pintores muy bien representados en su colección, Bonnard, Vallotton y Vuillard, "del grupo de los nabis (los profetas, en hebreo) que condensan y hechizan a la realidad en sus trabajos", apunta Angelika Affentranger-Kirchrath en declaraciones a este corresponsal para Radio Suiza Internacional (swissinfo) y mundoclasico.com, al margen de la conferencia de prensa convocada para presentar la exposición.
Redon, conocido primeramente por su obra gráfica en blanco y negro, con la que en sus oscuras fantasías rechazaba todo gesto impresionista, había encontrado la expresión adecuada para mostrar a las fuerzas del inconsciente mucho antes de que Sigmund Freud tematizara por primera vez en sus escritos las investigaciones científicas realizadas sobre esos fenómenos del comportamiento humano que las personas desarrollan inadvertidamente y que, en general, no dependen de su voluntad.
Sólo en su época madura descubriría Redon los colores y que utilizaría de forma totalmente novedosa, sobre todo en sus naturalezas muertas. Los motivos florales se diluyen en sus márgenes, adoptan alas de mariposa y van hacia un fondo colorido y luminoso en movimiento. A menudo el artista atraviesa las fronteras entre la figuración y la abstracción; lo real cae en lo surreal e ingresa así, transformado, en el reino de los sueños y las fantasías.
El encanto que rodea a la Villa Flora determina asimismo a la colección que alberga en sus recintos. La casa parece un enorme atelier, un lugar donde los grandes maestros de aquellos tiempos desplegaron sus centros de trabajo; y los cuadros no parecen piezas de colección, sino parte viviente de una obra que sigue creciendo y que gana cada día más fuerza y riqueza, subrayaba el crítico de arte Manuel Gasser en 1945, tras una visita a Hedy Hahnloser-Bühler, citado por la conservadora Angelika Affentranger- Kirchrath en el catálogo de la exposición.
Una campaña internacional para salvar a Villa Flora y para que sean restablecidas las subvenciones que recibía está en marcha en estos momentos y recibe firmas de todo el mundo (http://www.villaflora.ch/de/villa_flora/petition.php).
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