España - Madrid

5 Cuartetos de Cuerda & 7 Obras

Juan Krakenberger
jueves, 7 de febrero de 2002
Madrid, jueves, 31 de enero de 2002. Fundación Carlos de Amberes. Esc.Sup. de Música Reina Sofía. Cátedra de Música de Cámara. Grupos de Cuerda con obras de Haydn, Beethoven, Verdi, Schubert, Turina, Petrassi y Brahms
0,000152 En la segunda velada de música de cámara se presentaron cinco cuartetos de cuerdas, con un atractivo programa, exigente en cuanto a dificultad, que enmarcaron al mismo tiempo la despedida del maestro Antonello Farulli, que fue el titular de la cátedra, con la asistencia de José Manuel Román como tutor.Antes de comentar las diferentes actuaciones deseo comunicar al lector que la última vez que escuché a grupos de cuerdas, sin piano, fue hace unos dos años, y tuve ciertos recelos sobre los resultados. El progreso hecho, en el ínterin, es notable. Se trata sobre todo del problema de la afinación natural, obligada para que un cuarteto suene bien. Con los cambios introducidos en la forma de preparar los alumnos para tocar en conjunto, sea en orquesta o en grupo de cámara, haciendo hincapié en la absoluta necesidad de oír a los demás, y no solamente su propio instrumento, la anterior falta de intonación eficaz ha sido, en la mayoría de los casos, mejorada substancialmente. Como no se trata de cuartetos estables, no se puede exigir la perfección, pero el avance ha sido notorio. Por lo tanto se pueden perdonar algunos deslices en pasajes de unísono, tan difíciles de realizar.El cuarteto que mejor sonó, el 'Cuarteto Haydn', inició y terminó la velada. Tocaron 2 movimientos del Cuarteto op 33 Nº6 de Haydn. El Finale-Allegretto, alternando variaciones ejecutadas por el 1º violín con interludios, mayormente a cargo del cello, fue resuelto con gracia y espíritu. Lo que hicieron para terminar el concierto fue una proeza: Tocaron de memoria el 1º movimiento del Cuarteto en do menor op 51 Nº1 de Brahms. Salvo un pequeño lapsus memoriae del cello, Nadejda Korshakova y Pablo Martín Acevedo, violines, Alexandru Bota, viola y Diego Hernández, cello, hicieron una demostración de perfecta compenetración y lograron sacar aspereza a este movimiento un tanto acerbo pero magnífico del primer intento de Brahms en el género. ¡Afinación, conjunción, fraseo de primer órden!Siguió en el programa- la 2ª obra y la penúltima del programa - a cargo del 'Cuarteto Tempo'. Tocaron en su integridad el Cuarteto op 18 Nº 5 de Beethoven. Se trata del cuarteto de más difícil ejecución de los seis que agrupa el op 18, y los peligros de conjunto fueron superados con gran soltura. En cuanto a la sonoridad, es de lamentar que la 1ª violín toca la más de las veces un poquito agudo - muy poca cosa, pero llega a empañar la impresión general. Se trata de un cuarteto compuesta por 4 jóvenes alumnas, a saber Adriana Coínes y Maria Ivanova Boneva, violines, Cristina Blanco, viola y Blanca Coínes, cello. A ellas les cupo tocar, más adelante, la única obra contemporánea del programa, la Oda a Dallapiccola, de Goffredo Petrassi, una obra breve cuya descripción fue esbozada por el maestro Farulli antes de su ejecución. Esta fue eficaz y sonó muy bien. Una línea continua en tesitura alta del 1º violín es matizada por los demás con intervenciones esporádicas, arrítmicas y episódicas. Coordinaron muy bien estas intervenciones, demostrando un perfecto dominio de la materia.El 'Cuarteto Albéniz' tocó, en tercer lugar, el 1º movimiento del único Cuarteto que compusiera Verdi. Joan Espina e Irene Echeveste, violines, Iustina Bumbu, viola y Teresa Valente, cello, afrontaron con aplomo esta obra, temida por los cuartetistas por ser poco grata: Mucha dificultad técnica frente a un resultado regular. Hay ideas melódicas que recuerdan al bel canto, exabruptos teatrales, para no decir operísticos, pero falta un poco de espontaneidad en la elaboración. Verdi quería, sin duda, demostrar algo, y eso suele tener consecuencias negativas en el resultado. Con todo, la versión fue buena. Comenzó con alguna inseguridad en la afinación, pero a medida que se avanzaba las cosas iban mejorando. Un esfuerzo loable, en el año homenaje al gran compositor italiano.De Franz Schubert se ejecutó el célebre Quartettsatz (D 703) en do menor. Una obra genial, de todo punto de vista, nada fácil, sobre todo para el 1º violín. El 'Cuarteto Arriaga', formado por Anders Hjortvall y Marta Hernando, violines, Katharzyna Duz, viola y Dragos Balan, cello, dieron una excelente versión, cuidando matices, acentos y cantando los pasajes melódicos con dedicación y ternura.También hubo una obra española en el programa, la preciosa Serenata op 87 de Joaquín Turina. Otra obra nada fácil, con pizzicatos muy rápidos, unísonos incómodos, y otros obstáculos que hacen que se toque mucho menos que La Oración del Torero, la otra obra del género del mismo compositor. Su ejecución corrió a cargo de otro cuarteto femenino, formado por Santa Mónica Mihalache y Yolanda González, violines, Esther Alba, viola y Carmen María Elena, cello. Lo hicieron muy, muy bien - la sonoridad fue preciosa, bien perfilada, y sirvió para poder gozar la inventiva de Turina en todo su esplendor.Al final del concierto todos los alumnos rindieron un homenaje al maestro Farulli, aplaudiéndole efusivamente. Una relación de muchos años se termina y empieza una nueva etapa. Lo que me asombraba de la etapa del maestro italiano fue su parsimonia de programar obras en tonalidades con bemoles. Es bien sabido que afinar un cuarteto en, digamos, mi bemol mayor, es muchísimo más difícil que uno en sol mayor o re mayor. Cuando yo me inicié - hace ahora casi 60 años - en la música de cámara para cuerdas, se exigió a nuestro grupo que preparásemos precisamente un cuarteto de Mozart en mi bemol mayor, y que solamente nos darían clases si conseguíamos tocar esto de forma afinada. Me acuerdo que esto nos dio bastante trabajo pero, una vez logrado, nos había permitido avanzar considerablemente en la buena sonoridad del conjunto. Otra cosa a remarcar en este contexto es que algunas buenas orquestas sinfónicas, que buscan ocupar puestos en sus cuerdas exigen, además de las obras obligadas para concursar, que el candidato tenga experiencia probada en cuarteto de cuerdas, precisamente porque esto implica condiciones idóneas para una perfecta afinación.Todas estas reflexiones vienen a cuento ante la crítica situación de la formación de cuerdas en España. Solamente en muy contados sitios ésta se imparte correctamente, entre ellos en esta escuela cuyos alumnos dieron muestra clara que allí se toma esto muy en serio. Una noticia de ayer nos cuenta que dos de los tres instrumentistas de arco españoles aceptados para formar la orquesta Gustav Mahler el próximo verano son alumnos de la escuela. Parece, además, que la Escuela Reina Sofía está actuando de catalizador para nuevos impulsos, en Cataluña y en Valencia, para salir de esta embarazosa situación. ¡Ya era hora!
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