Procofiev suena a Procofiev

0,0001359 Es tan natural asociar a Procofiev (1891-1953) con la música soviética que es fácil olvidar que pasó una buena parte de su vida creativa en Europa Occidental y EEUU. El 7 de mayo de 1918, pocos meses después de la Revolución Rusa y apenas dos semanas después del enorme éxito obtenido por la Sinfonía 'Clásica' en su estreno, que lo convirtió en un músico mítico en la nueva Unión Soviética a pesar de ser evidente que se había exiliado, Procofiev se trasladó a Estados Unidos con un permiso renuente concedido por el propio Lunacharski: "Usted es un revolucionario en música y nosotros los somos en la vida: sería bueno que pudiéramos trabajar juntos. Pero, si lo que quiere es partir, yo no se lo impediré".En EEUU, Procofiev pretendía hacer carrera como pianista pero sobre todo darse a conocer como compositor, así que una de las primeras obras que estrenó fue Los cuentos de la vieja abuela. Y a pesar del alto nivel de exigencia de los norteamericanos, acostumbrados a los mejores pianistas del mundo, Prokofiev consiguió el primer objetivo pero falló en el segundo, el que realmente le importaba, así que en 1920 se instaló en Alemania y luego en París, donde sus innovaciones compositivas eran mejor aceptadas. Siguió sin embargo tocando y estrenando en EEUU: Tercer concierto para piano (Chicago, 1921), El amor de las tres naranjas (Chicago, 1921), gira norteamericana como concertista en 1921-22, 1925 y 1938, etc.En París escribió tres ballets para Diaghilev, las sinfonías 2, 3 y 4, y el Concierto para piano nº 3, que estrenó personalmente en Chicago el 16 de diciembre de 1921 con la Sinfónica de Chicago dirigida por Frederick Stock, y que se convirtió en pieza típica de su repertorio. Revisó además el Concierto nº 2 (reestreno en 1923) que también tocó con frecuencia y escribió el Concierto nº 4 'para la mano izquierda' que nunca alcanzó el éxito del de Ravel.En 1933 regresó a Rusia, y comenzó una etapa totalmente distinta de su vida. No fue sin embargo una vuelta total, en los primeros meses de 1935, por ejemplo, se instaló otra vez en París, y fue en ese momento cuando se grabaron la mayoría de las piezas contenidas en este disco. En el otoño de ese mismo año, tras pasar el verano en Rusia, volvió a París, y el 1 de diciembre estrenó en Madrid su Concierto para violín nº 2 con Fernández Arbós dirigiendo. En 1938 realizó otra gira por Inglaterra y EEUU como concertista de sus propias obras, y fue la 2 ª guerra mundial, sumada a la represión irracional de Stalin en los años posteriores, lo que impidió que siguiera repitiendo estas giras en años siguientes.Desde que aparecieron las grabaciones históricas recuperadas, las sorpresas han sido abundantes: compositores tocando o dirigiendo sus propias obras de tal forma que no parecen ser de ellos, cantantes e instrumentistas con estilos 'extraños' que sin embargo han trabajado directamente con el compositor. Por eso es un alivio que Procofiev suene a Procofiev. Y que lo haga además con una de sus mejores obras para piano, el Concierto nº 3, en una grabación realizada en junio de 1932 con la misma orquesta, la BBC Symphony Orchestra, con la que había tocado dos meses antes en el Queen's Hall bajo la dirección de Sir Henry Wood. En esta grabación no pudo participar Wood, que tenía un contrato con Columbia, y le sustituyó Piero Coppola, un artista de la casa.Posiblemente fue también Coppola, en ese momento director artístico de la rama francesa de HMV, el que convenció a Procofiev para que grabara, en cuatro sesiones, una selección de sus obras para piano solo aprovechando su estancia en París. Prokofiev seleccionó para la ocasión algunas adaptaciones al piano de obras suyas que había realizado en 1931 para un concierto que dio en Londres, donde también tocó los Cuadros de una exposición de Musorgsqui, que obtuvieron más éxito que sus propias obras, así como dos fragmentos del op. 59 que había escrito recientemente.