Francia

Festival d’Automne 1: Concierto… o quizás no

José Luis Besada
lunes, 19 de octubre de 2015
París, viernes, 9 de octubre de 2015. Auditorio de la Maison de la Radio. Unsuk Chin: Rocaná, Concierto para piano, Concierto para violonchelo. Isang Enders, violonchelo. Sunwook Kim, piano. Orquesta Filarmónica de Radio France. Kwame Ryan, director. Festival d’Automne à Paris 2015
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Aprovechando el inicio del año Corea-Francia, que festeja los ciento treinta años de relaciones diplomáticas bilaterales, el Festival de Otoño escogió a una de sus voces más aclamadas en la actualidad en el ámbito de la composición para ofrecer un retrato monográfico con orquesta. Se trata de la compositora Unsuk Chin, cuya visible carrera atesora prestigiosos premios como el Grawemeyer en 2004, siendo la segunda mujer en alzarse con él tras la hazaña pionera de Kaija Saariaho el año anterior. 

Tras un cierto retraso por decisiones de última hora en la distribución de los asientos en la sala, la velada comenzó con Rocaná. En ella Chin dio ya muestras de lo cómoda que se siente con la orquesta, manejando una variada paleta de recursos sonoros. La obra, que juega con una consecución de pasajes en los que normalmente dos elementos discursivos se oponen, fue eficazmente ejecutada por la orquesta, si bien sus primeros minutos nos causaron extrañeza por un aparente desajuste en los unísonos de los metales y la percusión. E indicamos aparente porque no podemos afirmar que no se debiese a una mala pasada debida a un efecto acústico por nuestra situación en la sala, porque tanto el gesto de Kwame Ryan en la dirección era preciso como la atención de los intérpretes hacia él no nos pareció variable a lo largo de la obra.

A continuación abordaron el “supuesto” Concierto para piano de la compositora coreana. Nuestro entrecomillado hace referencia al difícil encasillamiento de la obra en tal género. Resultaría absurdo demandar a un autor actual una partitura concertante con piano según los clichés del XIX, más cuando su propia autora indica -en las notas al programa- que “al contrario [de la tradición romántica], cada parte de la orquesta detenta un rol importante”. Tan importante, como para que el oyente no se percate desde la escucha de que se trata de un concierto, y no de una obra para orquesta a dos reforzada, hasta el tercero de sus cuatro movimientos. ¿Qué sentido tiene por tanto, y sin mayor enjuiciamiento que éste, el denominarlo así? Su interpretación fue ciertamente valiosa, pero su formato nos dejó un cierto sinsabor, con ganas de haber podido ver con mayor evidencia las dotes musicales de su compatriota Sunwook Kim sobre el teclado. 

Tras el descanso llegó la antítesis conceptual de la obra antes mencionada. En efecto, el Concierto para violonchelo de Chin erigió a Isang Enders como absoluto protagonista de la segunda parte del evento. No lo tenía nada fácil: la pieza de la discípula de Ligeti es un ejercicio de virtuosismo solista en todos los sentidos. Más allá de sus dificultades técnicas ligadas a la agilidad de ciertos pasajes, no menos exigente resultan algunos momentos extremadamente lentos que implican un dominio perfecto del arco en polifonía en dobles cuerdas. Enders salió del todo airoso con una interpretación espectacular que arrebató del público el aplauso más prolongado de toda la velada. De la partitura, merece ser destacada igualmente alguna astucia de la orquestación de Chin: por ejemplo, los divisi non vibrato de los contrabajos alcanzaron sonoridades cercanas al órgano de notable impacto emocional. El trabajo minucioso de Ryan desde el podio para lograr esos momentos de magia orquestal merece por tanto nuestras alabanzas.

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