Alemania

Bellini y la ironía romántica

J.G. Messerschmidt
lunes, 9 de noviembre de 2015
Múnich, jueves, 8 de octubre de 2015. Prinzregententheater. La Sonámbula, ópera con libreto de Felice Romani (según un argumento de Eugène Scribe, Jean-Henri Dupin y Armand d’Artois) y música de Vincenzo Bellini. Dirección escénica: Michael Sturminger. Escenografía y vestuario: Andreas Donhauser y Renate Martin. Iluminación: Michael Heidinger. Vídeo: Meike Ebert y Raphael Kurig. Dramaturgia: Daniel Schindler. Reparto: Jennifer O’Loughlin (Amina), Arthur Espiritu (Elvino), Maria Nazarova (Lisa), Maxim Kuzmin-Karavaev (Rodolfo), Anna Agathonos (Teresa), Martin Hausberg (Alessio), Marcus Wandl (Notario). Orquesta, Coro, Extra-coro y Banda de Escena del Teatro Gärtnerplatz. Dirección coral: Felix Meybier. Dirección musical: Marco Comin. Producción del Teatro Gärtnerplatz
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Hacía ya unas cuantas décadas que La sonámbula estaba ausente de los escenarios de Múnich, hecho lamentable y difícilmente justificable, si pensamos en la enorme calidad de la obra y en el lugar que ocupa dentro de la poco abundante producción de Vincenzo Bellini. Una vez más ha sido en Teatro Gärtnerplatz el que ha osado romper el maleficio y ofrecer al público de la capital bávara una nueva producción de esta ópera. En el contexto del repertorio ochocentista que ha llegado hasta nosotros, La sonambula es una rara avis que no encaja en el sistema de clasificación genérica habitual en nuestros días. No es una ópera bufa, pero tampoco una pieza trágica. No está ambientada en un ámbito ni fantástico, ni histórico, ni exótico, ni tiene rasgos folklorísticos o costumbristas; y sin embargo, el paisaje rural alpino es el cimiento que sustenta la acción y la sitúa en un contexto reconocible y 'característico'. La contemporaneidad de la trama (con respecto al tiempo de su composición) no significa gran cosa, es simplemente la expresión más simple de su intemporalidad, pese a lo cual la historia sólo tiene sentido en la época fijada en el libreto. Es muy probable que, si nos tomáramos la molestia de desenterrar otras óperas olvidadas de la misma época y características, descubriésemos que este tipo de pieza fue bastante más habitual de lo que parece a primera vista. En todo caso, no deja de ser significativo que La sonámbula haya sobrevivido hasta hoy, mientras que otras óperas del mismo estilo han caído en el más total olvido. 

Desde luego, escenificar La sonámbula no es tarea nada fácil, y aunque se trata de una obra estupenda, pocos serán los que envidien al director de escena que tenga que vérselas con esta pieza. Michael Sturmiger aborda la labor con respeto y honestidad nada habituales en su profesión. También él es una rara avis. Su concepto parte de la aceptación del libreto y de la partitura como pautas que al mismo tiempo limitan y estimulan la creatividad del director de escena, una actitud que debería ser norma irrecusable, pero a la que casi nadie quiere atenerse. La acción pues se desarrolla en una aldea suiza en el siglo XIX. Ahora bien, este paisaje romántico (en el que no faltan el claro de luna y las nubes vagando por el cielo nocturno) es contemplado con una cierta distancia y no sin ironía. Así, ya en la escenografía, reducida casi enteramente a proyecciones de imágenes fijas y de vídeo, se advierte un primer elemento irónico en el agua del río, que corre y salta en cascadas en medio de un paisaje inmóvil y tópicamente idílico. Por medio de este truco de vídeo, el paisaje adquiere un carácter levemente cursi y marcadamente artificial. La presencia de un volumen rectangular y giratorio (el cual sirve para representar habitaciones, espacios abiertos etc. según las necesidades) entre un fondo de montañas y la rampa del escenario, acentúa el carácter puramente teatral de la escena y constituye una especie de Verfremdungseffekt brechtiano. 

Momento de la representación de 'La Sonnambula' de Bellini.  Coro y Extracoro del Staatstheater am Gärtnerplatz de Munich, octubre de 2015. Dirección escénica: Michael Sturminger. Dirección musical: Marco CominMomento de la representación de 'La Sonnambula' de Bellini. Coro y Extracoro del Staatstheater am Gärtnerplatz de Munich, octubre de 2015. Dirección escénica: Michael Sturminger. Dirección musical: Marco Comin © Thomas Dashuber, 2015

La dirección de actores acentúa el carácter irónico de la interpretación ofrecida por Sturminger, una ironía que, por otra parte, es uno de los aspectos fundamentales del romanticismo, como mínimo del romanticismo alemán (pensemos en E. T. A. Hoffmann o en Heinrich Heine), por lo que no está nada fuera de lugar. En especial el personaje de la protagonista es abordado con humor: Amina, con su vaporoso vestido de novia y su coronita de flores blancas, respondería a la perfección al ideal romántico de la sílfide, si no fuera porque físicamente está bastante lejos de resultar etérea y porque, en su excitación de aldeana ante la inminencia de su compromiso con Elvino, no soporta los zapatos nuevos que le han hecho calzar para la ocasión. Es esta una Sonámbula con algo de Dulcinea del Toboso, una mezcla de Giselle y de Aldonza Lorenzo... No por ello el personaje pierde relieve o dignidad, antes bien estos rasgos aparentemente grotescos le otorgan un grado de realidad y de humanidad que hace más creíbles y muy respetables sus afectos. La figura de Lisa es tratada con penetración psicológica y rara empatía: no se trata simplemente de la 'mala' del cuento, sino de un ser humano dotado de una personalidad bien definida y sometido a un destino adverso, frente al cual reacciona de modo emocional, pero siguiendo una coherente lógica interna. En el tratamiento de estas dos figuras el director de escena consigue sacar a la luz toda la fina penetración psicológica contenida tanto en el libreto como en la partitura. Los personajes masculinos, en cambio, quedan algo pálidos. A la figura de Elvino no suele sacársele bastante partido (su relación previa con Lisa da para mucho) y esta puesta en escena no rompe la tradición. El personaje de Rodolfo ofrece muchas posibilidades que aquí se dejan pasar. 

Momento de la representación de 'La Sonnambula' de Bellini.  Coro y Extracoro del Staatstheater am Gärtnerplatz de Munich, octubre de 2015. Dirección escénica: Michael Sturminger. Dirección musical: Marco CominMomento de la representación de 'La Sonnambula' de Bellini. Coro y Extracoro del Staatstheater am Gärtnerplatz de Munich, octubre de 2015. Dirección escénica: Michael Sturminger. Dirección musical: Marco Comin © Thomas Dashuber, 2015

En el plano musical esta producción ofrece algunas novedades de gran interés. A diferencia de lo que ocurre habitualmente, se ofrece la obra sin cortes siguiendo la edición crítica publicada por la editorial Ricordi. En ésta los rasgos de mayor interés respecto a la práctica común, son, junto a una especial atención a los algo ambiguos signos de intensidad en el manuscrito, la recuperación de la tesitura y la tonalidad original de algunos de los pasajes, en especial el tempo di mezzo y la stretta del dúo 'Son geloso del zefiro errante' (de los que existen dos versiones, una en sol mayor y otra en la mayor, siendo la primera la original de Bellini) y de variantes en las coloraturas de la cavatina de Amina en el primer acto (compases 139-146). Por lo que hace a la interpretación musical, lo más destacable es el gran equilibrio entre las voces y una alta calidad técnica. Sin duda, se advierte un muy eficiente trabajo de equipo, en el que todos los elementos han sido puestos a punto y coordinados con gran precisión.

Marco Comin controla cómodamente una orquesta entregada e irreprochable. Los tiempos que marca, sin embargo, no llegan a convencernos. Una cosa es un cierto arrojo, muy loable, y otra una prisa que, hasta cierto punto, desfigura el curso melódico, impide que la música 'respire' y dificulta la apreciación de las largas, largas melodías bellinianas tan admiradas por Verdi. Bellini requiere mayor sosiego. A diferencia de lo que ocurre en las óperas de Rossini, donde el sonido debe llegar al oyente incisivo y sin dilaciones, en Bellini se debería poder apreciar la melodía en todas sus particularidades, la música tendría poder saborearse en el oído como en el paladar una pastilla de chocolate que se deshace y desprende poco a poco su dulzura... 

Momento de la representación de 'La Sonnambula' de Bellini.  Coro y Extracoro del Staatstheater am Gärtnerplatz de Munich, octubre de 2015. Dirección escénica: Michael Sturminger. Dirección musical: Marco CominMomento de la representación de 'La Sonnambula' de Bellini. Coro y Extracoro del Staatstheater am Gärtnerplatz de Munich, octubre de 2015. Dirección escénica: Michael Sturminger. Dirección musical: Marco Comin © Thomas Dashuber, 2015

Los solistas, como decíamos, forman un equipo de muy alto nivel. Jennifer O’Loughlin posee una muy notable voz de soprano lírica con las agilidades y el fiato que exigen la partitura. Técnicamente es una intérprete del todo convincente. En el plano expresivo, sin embargo, podría obtener más de su parte. Los tiempos son algo uniformes y lo mismo puede decirse de la dinámica, así que la agógica no es lo bastante rica, de lo cual se resiente la sutilísima expresividad belliniana. Es muy posible que estos lunares tengan mucho que ver con el tiempo demasiado presuroso y poco flexible que impone el director. También los inevitables nervios del estreno pueden haber restado algo de brillo, a juzgar por el hecho de que en el segundo acto se advirtió una mayor concentración y un gran aumento de la tensión emotiva en su interpretación.

Arthur Espiritu es un tenor muy apreciable, con una voz agradable y bastante voluminosa, brillante en la resolución de los problemas técnicos que presenta la partitura, pero, como su compañera, quizá un poco distante en la expresión, a la que le falta algo de lirismo. No puede decirse otra cosa de Maxim Kuzmin-Karavaev, un estupendo bajo, que sin embargo tampoco llegó a estremecernos. Como decíamos es posible que el problema esté en que los tiempos marcados por el director. Maria Nazarova ofreció una versión en todos los sentidos brillante de su personaje. Su voz posee un timbre bello, domina con virtuosismo las coloraturas y sabe dar forma musical y una rica gama de afectos. Es de advertir que los tiempos rápidos ya mencionados no perjudican las características musicales de su personaje. Por último es imposible dejar de resaltar la magnífica interpretación del excelente coro que, en todos los sentidos, se halla al más alto nivel.

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