España - Madrid

Malditos bastardos

Xoán M. Carreira
lunes, 7 de marzo de 2016
Madrid, sábado, 13 de febrero de 2016. Teatro de la Zarzuela. Juan José. Drama lírico popular en tres actos con libreto y música de Pablo Sorozábal, basado en la obra homónima de Joaquín Dicenta. José Carlos Plaza, director de escena. Paco Leal, escenografía e iluminación. Pedro Moreno, vestuario. Enrique Marty, pinturas. Denise Perdikidis, movimiento escénico. Carmen Solís, Rosa. Ángel Ódena, Juan José. Antonio Gandía, Paco. Silvia Vázquez, Toñuela. Rubén Amoretti, Andrés. Ivo Stanchev, Cano. Néstor Losán, Perico. Lorenzo Moncloa, presidiario. Ricardo Muñiz, tabernero. Orquesta de la Comunidad de Madrid, Titular del Teatro de la Zarzuela. Miguel Ángel Gómez Martínez. Asistencia, 100 % del aforo.
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Sorozábal culminó Juan José, su segunda ópera, en 1968, cuando la ONU celebraba el 20 aniversario de la  Declaración Universal de los Derechos Humanos (origen de la cantata Yes, speak out de Cristóbal Halffter, bajo el patrocinio del Congress for Cultural Freedom), estallaron las revoluciones estudiantiles europeas, la guerra de Vietnam cambió de rumbo, se publicaron Do Androids Dream of Electric Sheep? y We're Only in It for the Money, composiciones como Continuum, Das Floß der Medusa, Die Teufel von LoudunMaría de Buenos AiresPiano Phase, Concerto for Group and Orchestra, o The Sinking of the Titanic anunciaban el crepúsculo de las vanguardias musicales mientras los viejos maestros producían obras emblemáticas como Owen Wingrave, Ulisse, la Sinfonía 14 para soprano, bajo, cuerdas y percusión, o el Second Sacred Concert

Diez años más tarde, el Teatro de la Zarzuela abordó el proyecto del estreno en enero de 1979 de Juan José bajo la dirección musical y artística del propio Sorozábal. Firmado el contrato y avanzados los ensayos Jesús Aguirre, Director General de Música, tomó la decisión de cancelar el estreno con el pretexto de que Sorozábal se negaba a modificar el artículo que había redactado para el programa de mano de Juan José. El estreno en versión de concierto, iniciativa de Muisikene y del director José Luis Estellés, se realizó en 2009 en San Sebastián y se repitió, tímidamente, en el ciclo Jóvenes Orquestas del Auditorio Nacional de Madrid. En aquel momento publiqué un artículo sobre Juan José cuyo contenido considero vigente dado que, desde entonces, mi admiración por esta ópera no ha hecho más que crecer, al igual que mi disensión con los argumentos de sus detractores. Afirmar que Juan José es un ejemplo de teatro musical old-fashioned (por su idiomatismo, su expresionismo, su crueldad, o su violencia retórica), muestra un inexcusable desconocimiento de la evolución y desarrollo del teatro musical y de la ópera en los últimos cincuenta años. El propio programa de mano recuerda que mientras Jesús Aguirre vetaba el estreno de Juan José, en Nueva York se estrenaba Sweeney Todd: The Demon Barber of Fleet Street, cuyo idiomatismo, expresionismo, crueldad y violencia retórica son parejas a las de Juan José. El sentido del pudor me impide glosar las abundantes reseñas que reprocharon a Juan José la presencia de numerosos anacronismos (ignorancia, miseria, paro, sexismo, brutalidad, violencia de género) inconcebibles en la actual sociedad española y/o imposibles de concebir por parte de un espectador de nuestros días que, según estos augures, desconoce que en este 2016 ya habían sido asesinadas ocho mujeres el día del estreno de Juan José (5 de febrero), que en ese mismo período habían aumentado respecto a 2015 los índices de paro, el pauperismo y el desamparo de niños y ancianos. No se me ocurre ni un solo motivo por el cual hayan de tenerse en cuenta las opiniones estéticas de unas personas que demuestran ser unos ignorantes en su campo competencial y a mayores incapaces de observar la realidad cotidiana de su entorno.

José Carlos Plaza y su equipo echaron mano de sus criterios habituales que tanto recuerdan a las construcciones con piezas de Lego: consiguen una notable semejanza con el modelo sin disimular que es un puzle. Esta infantilización congela una narración perfectamente actual y la vacía de toda emoción dramática. Asi la cuidada dirección de actores de Denise Perdikidis no parece responder a ningún objetivo concreto, salvo el de servir de terapia al horror vacui. Los figurantes alternan los movimientos espasmódicos con los mecánicos y adoptan posiciones extravagantes (me intrigaron los motivos por los que los clientes de la taberna adoptaban posturas genuflexas de oración), aunque el principal problema es que desarrollan su principal actividad en los momentos en los cuales ocurren en escena acontecimientos de enorme relevancia dramática, con lo cual distraen la atención de la narración. [Ver trailer]

Plaza parece confundir la violencia retórica (crueldad, rabia, confrontación, nihilismo) y su actual expresión en el mal gusto (antimoda, hardcore, panic, provocación, destrucción, dirty) y la alienación con la caspa y lo cutre. ¿Por qué todos los personajes y en todos los momentos tienen manchas de cal, pintura, y suciedad diversa en la ropa (incluso cuando esta es elegante y cara, como la de Rosa cuando está en casa de Paco)?

Momento del segundo acto de 'Juan José' de Sorozábal. Director escénico, José Carlos Plaza. Director musical, Miguel Ángel Gómez Martínez. Madrid, Teatro de la Zarzuela, febrero de 2016 Momento del tercer acto de 'Juan José' de Sorozábal. Director escénico, José Carlos Plaza. Director musical, Miguel Ángel Gómez Martínez. Madrid, Teatro de la Zarzuela, febrero de 2016 © Teatro de la Zarzuela, 2016

El cuadro segundo del tercer acto transcurre en el dormitorio de Rosa y Paco, descrito con precisión en las acotaciones del libreto. Plaza -con toda legitimidad dramática- lo transforma en una réplica convencional del deslucido dormitorio de Violeta en la última escena de La Traviata. Todo director escénico tiene derecho a introducir discronías, distopías, evocaciones y parodias en su visión personal del drama, pero esta libertad de decisión lo obliga a tomar decisiones que doten de sentido su novedosa perspectiva, cosa que no ocurre en el mencionado cuadro segundo. No es tanto que la situación dramática sea totalmente distinta a la de La Traviata, si no que la habitación de Violeta muestra los signos del deterioro económico, social y de salud de su propietaria, mientras que Rosa goza de una prosperidad muy superior a la que había conocido con Juan José. Cierto es que Violetta y Rosa van a morir, pero lo harán en unas circunstancias bien distintas.

Cabe suponer que la suciedad, desconchados y desperfectos omnipresentes en la escena y el vestuario aspiran a ser símbolos de los vicios morales de los personajes, pero no deja de parecerme un matiz alegórico más propio de una función fin de curso de un colegio religioso que de un teatro de ópera. Por otra parte los personajes de Dicenta-Sorozábal no son malos: al igual que a Jessica Rabbit,  "los han dibujado así" la miseria, la injusticia y la ignorancia. Son obviamente "malditos bastardos", pero son "nuestros" malditos bastardos y si Plaza no es capaz de representarlo así, es que no ha entendido nada por más que su equipo reproduzca magníficamente la roña, la suciedad, el descuido y el desaliño. Simplemente no ha conseguido representar la desoladora historia de Juan José y Rosa. Y él lo sabe y por eso la ubica en un tiempo y un lugar que no son pasados sino inexistentes. 

Momento del segundo acto de 'Juan José' de Sorozábal. Director escénico, José Carlos Plaza. Director musical, Miguel Ángel Gómez Martínez. Madrid, Teatro de la Zarzuela, febrero de 2016Momento del segundo acto de 'Juan José' de Sorozábal. Director escénico, José Carlos Plaza. Director musical, Miguel Ángel Gómez Martínez. Madrid, Teatro de la Zarzuela, febrero de 2016 © Teatro de la Zarzuela, 2016

Juan José es una ópera compleja, con grandes dificultades musicales en el foso y en la escena. Miguel Ángel Gómez Martínez es un excelente director y concertador, posee un amplio repertorio que conoce a fondo y, a ojos vista, abordó Juan José con el rigor que lo caracteriza. Ha estudiado minuciosamente la obra, reconoce los estilemas y referencias a otros autores y títulos y como tales los dirige, consciente de que el Teatro Musical es un género autorreferencial. Pero también es consciente de que un cesto no es el mejor recipiente para transportar agua fresca, especialmente cuando escasean los mimbres. La orquesta titular del Teatro de la Zarzuela no pasa por su mejor momento y su plantilla es pequeña para la envergadura orquestal prevista por Sorozábal. El resultado sonoro general demuestra que los ensayos han sido rigurosos y que los músicos se esfuerzan en el foso, pero esto no es suficiente para obtener unos resultados satisfactorios.

Por otra parte, Gómez Martínez se vió obligado a prestar atención suplementaria a la escena marcando -incluso al borde del histrionismo- a unos cantantes cortos e inseguros. Al igual que Perdikidis, Gómez Martínez hizo un trabajo innegable de concertación pero que a un cantante se le escuche, emita o afine con corrección, o que tenga la extensión adecuada va más allá de las competencias del director de orquesta. Y no se me alcanzan los criterios empleados para el casting de este elenco de Juan José. En la función a la que asistí, Milagros Martín -de quien no entendí su interpretación escénica- cantó bien su parte al igual que Rubén Amoretti, a pesar de la sobreactuación que le impusieron los dramaturgos. El mejor momento vocal fue seguramente el de las tres sopranos al comienzo del acto II, una escena hermosísima que fue muy bien acompañada por Gómez Martínez. Por lo demás, en el escenario no hubo pena ni gloria vocales, dando a la tragedia el mismo tono grisáceo con que la revistió Plaza.

Momento del segundo acto de 'Juan José' de Sorozábal. Director escénico, José Carlos Plaza. Director musical, Miguel Ángel Gómez Martínez. Madrid, Teatro de la Zarzuela, febrero de 2016 Momento del primer acto de 'Juan José' de Sorozábal. Director escénico, José Carlos Plaza. Director musical, Miguel Ángel Gómez Martínez. Madrid, Teatro de la Zarzuela, febrero de 2016 © Teatro de la Zarzuela, 2016

Cual si de una maldición bíblica se tratara, la relaciones entre el Teatro de la Zarzuela y el "último grito" de Sorozábal parecen condenadas al malentendido. Quede constancia de que el proyecto del estreno de Juan José fue mimado al extremo por Paolo Pinamonti, el anterior director artístico del teatro, y la persona que finalmente abrió a Sorozábal la puerta principal de un teatro que durante décadas lo había vetado. También es de justicia dar testimonio del cuidado en la confección del programa de sala, que recomiendo conservar a quienes hayan asistido a este estreno y adquirir a quienes no pudieron hacerlo.

Pero por ironías del destino semeja profético el cartel de este Juan José, con una banda roja sellando su boca, remedo de la mítica portada del diario fascista El Alcázar exigiendo a las autoridades franquistas que cerrasen de una vez por todas la boca del Maestro Sorozábal, un compositor tan bronco y poco afecto al poder como honesto ciudadano y genial artista. A la espera de nueva ocasión y más afortunada, me reitero en que Juan José es una de las obras maestras del teatro musical español.

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