Discos
Cerha, en sus 90
Paco Yáñez
Alcanza en 2016 Friedrich Cerha (Viena, 1926) sus primeros 90 años de vida, y el sello Kairos lo celebra del mejor modo posible, con una nueva entrega de la serie que la discográfica austriaca está dedicando a su compatriota, una colección que, a día de hoy, supone el legado fonográfico más amplio del catálogo de un compositor que en Kairos cuenta con volúmenes tan interesantes (y notablemente interpretados) como los dedicados a Spiegel, Monumentum y Momente (0013002KAI); Bruchstück, geträumt, Neun Bagatellen e Instants (0013152KAI); Und du..., Verzeichnis y Für K (0013182KAI); o al Concierto para percusión y orquesta e Impulse (0013242KAI); discos, en su mayoría, ya reseñados en nuestro diario, señalando en cada ocasión las muchas virtudes que dan solidez al trabajo del que podemos considerar decano de los compositores austriacos: un creador desde cuya obra -como hoy veremos- se tienden puentes que compactan el siglo XX austriaco, con una filiación especialmente reconocible con los sólidos pilares de la Segunda Escuela de Viena, cuyo impulso subsiste en los pentagramas de Cerha.
Momento es, por tanto, de celebrar el nonagésimo aniversario del compositor, por medio del último lanzamiento dedicado a Friedrich Cerha por Kairos, que incluye dos partituras orquestales recientes, la primera de las cuales, Nacht (2012-13), nos visita por segunda vez este año. No es habitual que una misma grabación aparezca en nuestra sección discográfica dos veces en apenas tres meses, pero si aquí se da el caso, es debido a que esta misma toma ya fue presentada el pasado mes de julio, cuando reseñamos el cofre de las Donaueschinger Musiktage 2014 editado por NEOS (11522-24), en el que se recoge el estreno mundial de Nacht en Donaueschingen. Tal y como entonces señalamos, se trata de una partitura en cuyos primeros compases podríamos pensar que nos encontrásemos frente a una página perdida de György Ligeti, autor cuya impronta se asoma a diversas piezas de Cerha. No es el único eco convocado a esta contemplación del cielo nocturno, de las estrellas, por momentos de cerrado cromatismo ligetiano, magníficamente imbricado y micropolifónico; otros compases son de una violencia que diría zimmermanniana, por sus furibundas explosiones y aguerridos tutti, a los que llegamos a través de crescendi que evocan en su concepto de la marcha a Anton Webern. Partitura orquestal, por tanto, total(izadora), que se alquitara y fertiliza por medio de algunas de las corrientes más proteicas del siglo XX: esas estrellas que nunca han dejado de brillar en el firmamento musical de Cerha, cuyas partituras las reflejan cual si de un pentagrama astral se tratara: atlas celeste transcrito en una obra de gran técnica, que se disfruta en profundidad, con su paralelo discurso sobre el tiempo; incluso explícito en su evocación de la maquinaria de un reloj (del mismo modo que sucede -cual eco entre partituras- en Air (1968-69), de Helmut Lachenmann). Es, de este modo, en la suspensión nocturna de los eventos, con una topología espacial oscurecida, minimizado el movimiento como referencia temporal, como Cerha dice aprehender el tiempo, adueñarse de unos flujos cronológicos que aquí dispone a su antojo, ya para congelarlos, ya para respirarlos a la velocidad que el yo observa/vivencia en(tre) los lentos movimientos de las estrellas.
Tal y como señala Andreas Karl en sus notas, así como las partituras camerísticas coetáneas muestran desarrollos estilísticos muy heterogéneos, Nacht se mantiene aún bajo la poderosa influencia de Spiegel (1960-61): ese inmenso fresco orquestal de casi 90 minutos de duración, no menos totalizador en su abigarrada plétora de improntas, estilos y técnicas. Conecta también Andreas Karl Nacht con otras páginas más recientes de Cerha, como Hymnus (2000), así como con la presencia de la noche y lo sombrío en un catálogo que, en ese sentido, muestra ya un primer deje bergiano. La profusión de capas y corrientes discrepantes en Nacht nos remite a un texto no lineal, multidireccional en sus proliferaciones: complejidad en la forma y en el pensamiento orquestal que caracterizará -aún más- a la segunda de las partituras en este compacto reunidas.
Para un compositor tan vinculado a Alban Berg como Friedrich Cerha (que entre 1962 y 1978 se entregó a la ardua tarea de completar en tres actos la Lulu (1929-35) bergiana), titular a una de sus últimas páginas Drei Orchesterstücke (2006-11) es ponerse en la senda histórica de una denominación que, irremediablemente, convoca el recuerdo del colosal opus 6 de su paisano vienés. Berg se asoma, sin duda, a algunos pasajes de las tres piezas de Cerha, no necesariamente a través de la partitura homónima de 1913-15, con su exhuberancia tumultuosa, sino por medio de ecos de otra página tan cercana a los Drei Orchesterstücke bergianos -más sombría- como Wozzeck (1914-22). Y es que en buena parte de su recorrido nos encontramos con una partitura, como lo fuera Nacht, de carácter nocturnal, ya desde un primer movimiento, 'Berceuse céleste', que supone un proceso de afirmación de la luz, con su consolidación de cromatismos y energías en diálogo con un tiempo habitado que transforma esa gama de luz en magma. Dichos procesos remiten, por momentos lindando la cita, a la ligetiana Atmosphères (1961), por su tan física plasticidad, en una música que es puro tratado de volúmenes.
Más heterogénea (y el doble de larga: 20 minutos) es una segunda pieza, 'Intermezzo', que nace de un marcado extatismo al que retornará en su final, tras transitar muy diversos estados de la materia sonora, con compases de mayor agitación central en los que, por su sentido del movimiento y el dinamismo, podríamos volver a pensar en el opus 6 bergiano; aunque la arquitectura global de esta pieza se pierde un tanto, resulta más dispersa, menos sólida. Más compacta es la tercera pieza, 'Tombeau', cuya organización en alturas y series dodecafónicas las deriva Cerha del cuadrado mágico del misticismo árabe, con sus veinticinco casillas que sirven de base para conformar unas sucesiones que, más allá de sus arquitecturas matemáticas, parecen reflejar en música el proceso de expansión-contracción del universo, su respiración cósmica, marcada por un inmenso crescendo en la mayor parte de su recorrido; proceso posteriormente comprimido en un descenso cromático hacia las regiones más graves del sonido, hacia una oscuridad especialmente física y palpable en lo que a las cuerdas se refiere (algo que porta, asimismo, ecos de la segunda pieza). Es ello parte de un manejo de las tensiones que en Cerha se enfoca desde lo netamente macroscópico. Quizás al llegar a tan venerable edad, su percepción del tiempo le permite adoptar ópticas de muy largo recorrido, habitarlo en procesos demorados que se construyen con una graduación muy matizada, condensando lo que intuimos vectores que se extienden más allá de la propia partitura, de cuyos espacios infinitos constituye un apunte en el que se espejea esa vasta respiración sin fin de lo que desconocemos por completo.
De dar cuenta de estos presupuestos conceptuales se encargan dos lecturas magníficas, con SWR Sinfonieorchester Baden-Baden und Freiburg y Emilio Pomàrico para desgranar la oscuridad y efímeros brillos de Nacht; y WDR Sinfonieorchester Köln con Jukka-Pekka Saraste al frente para adentrarnos en los laberintos de tiempos superpuestos que se abigarran en las Drei Orchesterstücke. Técnicamente irreprochables, destaca el refinamiento en el manejo de los cromatismos y los cambios volumétricos, haciendo de ambas partituras objetos muy plásticos, de gran atractivo textural.
Las grabaciones (importantísimas en una música tan delicada) son de gran calidad, con un sonido de notable espacialización y transparencia; si bien Kairos no edita Nacht en SACD multicanal, formato en el que el espacio se respiraba de forma más realista en su edición en NEOS. El libreto incluye el ya citado ensayo de Andreas Karl, así como la presentación del propio Friedrich Cerha de sus dos piezas; ensayos acompañados por ejemplos de ambas partituras, así como por las biografías y fotografías de rigor de compositor y artistas. Esperamos, por tanto, que los tiempos sean propicios con el compositor vienés, que nos siga dando muestras, en sucesivos aniversarios, de cómo se vislumbra y alquitara musicalmente la historia desde la experiencia de quien tanta ya ha vivido.
Este disco ha sido enviado para su recensión por Kairos
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