España - Madrid
Así no
Maruxa Baliñas

La etapa de Paolo Pinamonti (Venecia, 1958) en el Teatro de la Zarzuela (2011-15) resultó muy positiva para la normalización de la programación del teatro, y actualmente Daniel Bianco (Buenos Aires, 1958), quien dirige la Zarzuela desde noviembre de 2015, parece estar continuando en esta línea. No sé quién de los dos es el responsable de este montaje, posiblemente sea un trabajo conjunto, pero de entrada hay que agradecer que hayan recuperado este título de Usandizaga, mítico si uno lee sobre la historia de la zarzuela, pero muy poco representado. De hecho, el Teatro de la Zarzuela llevaba sin representarlo desde 1975, cuando hizo dos únicas funciones, y antes de esa fecha en la temporada de 1957-58, cuando se mantuvo semanas en cartel.
En estas circunstancias podía haberse optado por un montaje escénico que ayudara a la comprensión de una obra que la mayor parte del público nunca ha visto representada, pero no fue la opción de Giancarlo del Monaco, quien -como es habitual en él- decidió un aggiornamento visual que no aporta ideas nuevas ni profundiza en la historia, sino que simplemente "parece moderno". Más fastidiosa me pareció su tendencia a convertir historias reales -Las golondrinas es netamente verista- en metáforas de no se sabe qué o quién, y así el pobre Puck, un hombre con un problema grave -está enamorado y ella quiere algo que él no le puede dar, por más que se esfuerce-, se convierte durante el primer acto en un idiota siempre tumbado en una especie de divan y que no muestra interés en nada, mientras en el tercer acto es un energúmeno violento cuyos actos no parecen justificados por lo sucedido anteriormente. Me gustó en cambio la escena de la pantomima, ágil y bien pensada.
Musicalmente la cosa tampoco funcionó demasiado bien. Óliver Díaz (Oviedo, España, 1972) hizo una versión correcta, pero nada más, y malgastó algunos de los mejores momentos de la partitura, algo que resulta más triste en este caso porque Usandizaga no tuvo ocasión de revisar Las golondrinas suficientemente por su muerte temprana, y la calidad es algo irregular. La Orquesta de la Comunidad de Madrid, que es la orquesta titular del Teatro de La Zarzuela, parece haber perdido aún más calidad desde la última vez que la escuché y apenas da los mínimos exigibles. El Teatro de la Zarzuela se tiene que replantear seriamente la calidad de su orquesta, porque en las últimas décadas el nivel de los músicos y las agrupaciones españolas se ha elevado y lo que podía ser aceptable en 1980 no lo es ahora en absoluto. No puede ser que el Teatro de la Zarzuela tenga una orquesta peor que la mayoría de las capitales autonómicas españolas.
Los cantantes salvaron la representación porque -sin haber grandes figuras- dieron vida a la representación, especialmente las dos protagonistas femeninas (Puck quedó lastrado por la producción escénica). Carmen Romeu (Lina) cantó muy bien su parte y además cuidó la parte actoral, el modo en que pasa de una adolescente enamorada y excesivamente soñadora a la mujer adulta del tercer acto, cuando pierde su optimismo y alegría. Nancy Fabiola Herrera (Cecilia) fue vocalmente la mejor de todo el elenco, pero la frialdad que le impone del Monaco en el primer acto la convierte en una mujer caprichosa y egoísta, y no la figura patética que es en mi opinión (recogida de la miseria, no consigue sin embargo ser feliz y agradecida, desea más de lo que Puck y la pequeña compañía pueden darle). Tampoco en el tercer acto acaba de definirse si se está sacrificando por Lina y su padre o realmente no ama a Puck. Rodrigo Esteves fue creciendo a medida de que avanzaba la representación y haciéndose más real, su intervención en 'La pantomima' marcó un punto de inflexión.
Muy buenos los comprimarios, Jorge Rodríguez-Norton (Juanito) y Felipe Bou (Roberto), así como los figurantes y el coro. Destacaría especialmente a estos últimos, porque si la orquesta del teatro tiene muchos problemas, el coro es un puntal de las representaciones y da gusto escucharlos, especialmente en una obra como esta Las golondrinas donde Usandizaga los mima.
En resumen, todo mi agradecimiento al Teatro de la Zarzuela por recuperar esta obra, pero también un "Así no" a una representación que teatralmente fue muy decepcionante y musicalmente se quedó algo escasa.
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