Alemania

Rock me, Rudi

Juan Carlos Tellechea
jueves, 1 de diciembre de 2016
Rudolf Buchbinder © OFGC Rudolf Buchbinder © OFGC
Düsseldorf, sábado, 12 de noviembre de 2016. Gran sala auditorio de la Tonhalle de Düsseldorf. Rudolf Buchbinder, piano. Johann Sebastian Bach, Englische Suite número 3, en sol menor, BWV 808. Ludwig van Beethoven, Sonata para piano número 23, en fa menor, opus 57 Appassionata. Franz Schubert, Sonata para piano, en si bemol mayor, D960. Tercer concierto de Heinersdorff Konzerte – Klassik für Düsseldorf. 100% del aforo.
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Rudolf (Rudi) Buchbinder (Litoměřice/República Checa, 1946) se encuentra de gira por Europa con motivo de festejar el próximo 1 de diciembre su 70º cumpleaños. ¡¡¡Enhorabuena, maestro!!!  

La memorable velada transcurre sin rituales espectaculares, dicho sea esto en el mejor y más bello de los sentidos, exactamente tal y como Buchbinder, un enemigo de las presentaciones efectistas, se lo propone: de entrada la Suite inglesa número 3 en sol menor BWV 808 de Johann Sebastian Bach; después la Sonata para piano número 23, en fa menor, opus 57, la Appassionata de Ludwig van Beethoven; y tras el intervalo la Sonata para piano en si bemol mayor, D960, de Franz Schubert.

Un reflector, con luz amortiguada, enfoca directamente el piano sobre el escenario y crea una atmósfera tan íntima y cálida que público y solista se perciben muy próximos, muy cercanos, olvidando la inmensidad de la gran sala auditorio de la Tonhalle de Düsseldorf, con capacidad para más de un millar de espectadores. Buchbinder no emplea ninguna teatralidad en esta liturgia. No mira primero al techo, buscando presuntamente inspiración. No cierra los ojos hasta que las musas desciendan del cielo. Por el contrario, se concentra desde un principio y por algunos segundos en el teclado,como si estuviera magnetizado, y entabla un provechoso, enriquecedor diálogo con el compositor, se mete en su música y trabaja incansablemente para transmitirla con la mayor pureza posible a los espectadores. Además de ser un conocido coleccionista de partituras originales, Buchbinder es un metódico, esmerado, estudioso de las modalidades de ejecución de aquellos geniales creadores.

Con el mismo Steinway en el que han tocado no hace mucho Grigory Sokolov y Hélène Grimaud , y ante el que se inclinarán próximamente Nikolai Tokarev y Khatia Buniatishvili, Buchbinder logra invocar con total transparencia cánticos, murmullos, rabia, furor y el duende de danzas, como la Allemande, la Courante, la Sarabande, la Gavotte y la Guigue de la Suite inglesa, tras arrancar con esa virtuosa interpretación del Prélude, de indudable complejidad técnica, que nos ha entregado al comienzo del programa.

Él mismo tararea por lo bajo los compases de Bach y después de Beethoven y Schubert, como lo haría con apasionado arrebato un pianista de jazz: admiraba y admira a Oscar Peterson (1925 - 2007). Rock me, parece decir Buchbinder a cada uno de los compositores que lo hechizan con sus obras. Así, por ejemplo en la rápida transición desde el Andante con moto al Allegro ma non troppo – Presto, de la Sonata para piano número 23.

Al pianista austríaco le encantan los tonos graves y contundentes, pero sabe extraer y exponer asimismo el buen humor de la música, así como la furia o la dulzura de un Beethoven. Lo hace con la soberanía, la serenidad y la soltura de quien se siente absolutamente seguro de que no tiene que demostrarle a nadie lo bien que toca. Así, verbigracia, en la profunda calma del Andante sostenuto de la Sonata para piano de Schubert. La platea percibe de forma palpable cómo vive y siente en profundidad la música que interpreta, cómo dispone del valioso material que le entregan los compositores, cómo equilibra maravillosamente sus voces y tonalidades, y cómo ubica inteligentemente en esta relación los repentinos momentos de emoción, de conmoción, de estremecimiento de las obras.

Buchbinder, quien a mediados de diciembre estará en Berlín con la Filarmónica de Berlín y Christian Thielemann (Concierto para piano número 1 de Beethoven), obsequió finalmente a los espectadores con una maravillosa interpretación de un Impromptu de Schubert y con otro Preludio de Bach, antes de despedirse en medio de atronadores aplausos y ovaciones.

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