España - Andalucía

Brouwer en Sevilla: la asombrosa música de un genio

José Amador Morales
jueves, 29 de diciembre de 2016
Sevilla, lunes, 28 de noviembre de 2016. Espacio Turina. “Aires de Cuba. Homenaje a Leo Brouwer”. Leo Brouwer: La vida misma, Variaciones sobre un tema de Víctor Jara, Sones y Danzones, Paisaje cubano con ritual, Elogio de la danza, Los negros brujos se divierten. Taller sonoro (Jesús Sánchez Valladares, flauta; Camilo Irizo, clarinete; Guillermo Martínez, saxofón; Baldomero Lloréns, percusión; Ignacio Torner, piano; Alejandro Tuñón, violín; María del Carmen Coronado, violonchelo). Marcelo de la Puebla, guitarra. Yolanda Lorenzo, bailaora. Festival Encuentros Sonoros 2016
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Cada visita de Leo Brouwer a nuestro país deviene por derecho propio en todo un acontecimiento musical de primer orden. Más allá de su vinculación a nuestra tierra (recordemos que fue el primer director titular de la Orquesta de Córdoba entre 1992 y 2001) y, particularmente al mundo de la guitarra, el mero hecho de escuchar cualquiera de sus creaciones es toda una experiencia inolvidable que suele dejar huella y raras veces deja indiferente. Y si encima, como es el caso, se cuenta con su propia presencia, la esencia artística, la magia, está servida.

Todo ello sucedió en este hermosísimo Homenaje a Leo Brouwer celebrado en la sala Turina de Sevilla, en el ámbito de unas clases magistrales impartidas por el maestro cubano. Seis obras muy diversas pero al mismo tiempo muy representativas del universo compositivo de Brouwer conformaron un cuidadísimo programa interpretado con solvencia y manifiesta entrega por Taller Sonoro así como por determinados artistas invitados.

Desde los tres movimientos de La vida misma (‘Homo faber’, ‘Homo sapiens’ y ‘Homo ludens’) con ese curiosísimo tratamiento instrumental en donde ningún instrumento toca como se le presupone y donde, ya de entrada, nos sumergimos en ese irresistible y personalísimo universo cromático y rítmico, hasta Los negros brujos se divierten, deliciosa y humorística coda final de este suculento homenaje, todas las obras de Brouwer convergen siempre con el mismo núcleo esencial: su inmenso potencial expresivo afrontado, eso sí, desde multitud de elementos musicales, lo que dice mucho al mismo tiempo de la capacidad técnica y creativa del genio de La Habana.

Entre tanto, el vibrante y descriptivo trío Sones y Danzones, el experimental y contemplativo Paisaje cubano con ritual (uno de los numerosos “paisajes cubanos” del maestro) y dos obras guitarrísticas completaron el programa. Interpretadas con solvencia por el guitarrista chileno Marcelo de la Puebla, las bellísimas Variaciones sobre un tema de Víctor Jara, son mucho más que siete diferencias -más introducción y finale- sobre la canción Lo único que tengo del recordado trovador chileno y más bien asemejan a un retrato a dos voces entre la obra de aquél y del mismo Brouwer. Si estas forman parte del último periodo compositivo del maestro, por su parte, el famosísimo Elogio de la danza (1964) tuvo una tan original como austera puesta en escena con la coreografía de la bailaora Yolanda Lorenzo que, en todo caso, debió contar con la amplificación del instrumento ya que el intenso taconeo de la bailaora impidió por momentos una correcta audición de las infinitas sutilezas de esta paradigmática partitura para guitarra.

En definitiva, un hermoso homenaje realizado con un buen gusto y una autenticidad que no abundan estos días en el a menudo tan manoseado y falseado mundo de la interpretación y creación musical.

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