Alemania
La Elbphilharmonie despliega velas y se hace a la mar
Juan Carlos Tellechea
¡Enhorabuena Hamburgo!!! La imponente Elbphilharmonie, obra de los arquitectos suizos Jacques Herzog y Pierre de Meuron, fue por fin oficialmente inaugurada este miércoles 11 de enero de 2017 con un solemne acto encabezado por el alcalde de la ciudad, Olaf Scholz, y el presidente federal de Alemania, Joachim Gauck, y con un muy esperado concierto de la orquesta NDR – Elbphilharmonie, dirigida por Thomas Hengelbrock ante 2.100 espectadores.
El contagioso júbilo desbordaba como nunca a la ciudad hanseática que vivió en esta jornada una segunda fiesta de Año Nuevo. El ambicioso programa, guardado en el más absoluto secreto hasta último momento, marchó casi a la perfección. Naturalmente, antes de poder ingresar al edificio, el público tuvo que guarecerse de la lluvia y el viento en contenedores especialmente dispuestos para esta fría tarde invernal; condiciones meteorológicas, por cierto, absolutamente normales para estas latitudes nórdicas y tenidas muy en cuenta por los experimentados organizadores.
Dentro es todo muy sobrio aquí; paredes níveas, butacas en tono gris azulado; líneas muy suaves que parecen perderse en el infinito. Los lugareños sienten a su Elbphilharmonie, construida sobre un antiguo depósito portuario de cacao, como una orgullosa muestra de lo que es el carácter hanseático de su urbe, liberal y multicultural. Dicho sea de paso, en Hamburgo se fundó en 1737 la logia masónica “Abasalom“, la más antigua de Alemania (apenas 14 años después de que fuera constituida la primera en Gran Bretaña), con fraternales vinculos directos e indirectos con Iberoamérica.
La ceremonia fue abierta en la futurista gran sala auditorio con los enérgicos acordes iniciales de la Obertura de Las criaturas de Prometeo de Ludwig van Beethoven. Orquesta y director parecían nerviosos, tensos en la ejecución inicial. Pero los primeros aplausos y ovaciones les dieron ánimo y otorgaron de inmediato gran calidez a la atmósfera. La tónica se mantuvo dinámica entre discurso y discurso. Hengelbrock introdujo sucesivamente la Obertura de Ruy Blas, opus 95, de Felix Mendelssohn Bartholdy, y por último el cuarto movimiento de la Sinfonía número 2 en re mayor opus 73 de Johannes Brahms para cerrar esta primera parte.
Freu' Dich Hamburg!!! (¡Alégrate Hamburgo!) congratuló el presidente Gauch a la población de la ciudad, parafraseando a la Oda a la alegría de Friedrich Schiller, integrada en el cuarto movimiento de la Sinfonía número 9 (Coral) de Beethoven y ejecutada al final de la gala. La canciller alemana Angela Merkel, también presente, junto a otras muchas personalidades de la vida política, económica y cultural del país celebraron el evento con deleite.
Con esta inauguración la Elbphilharmonie ha dado comienzo a un festival musical de tres semanas de duración, cuyas entradas están agotadas desde hace meses. Este viernes 13 de enero la Orquesta Filarmónica Estatal de Hamburgo, bajo la batuta de Kent Nagano, estrena el monumental oratorio ARCHE de Jörg Widmann, con la participación de varios coros alemanes. El fin de semana (14 y 15 de enero) se presenta la Chicago Symphony Orchestra dirigida por Riccardo Muti, con obras de Richard Strauss, Piotr Chaicovski y Alfredo Catalani. Habrá que tener mucha suerte para conseguir billetes en los próximos tiempos. La fuerte demanda para asistir a alguno de los conciertos alcanza hasta julio próximo.
Ni los espectadores ni la prensa habían recibido ninguna información previa sobre las obras que serían interpretadas en este gran concierto inaugural, dividido en dos partes. El programa de mano, repartido a último momento, fue toda una sorpresa que nos tenía reservada Hengelbrock, quien preparó intensamente el repertorio en los últimos tres meses.
Así, all'attacco, desfilaron, sin aplausos entremedio, fragmentos de música compuesta en los últimos 400 años e hilvanados sin pausa: Pan, de Seis metamorfosis según Ovidio, opus 49, de Benjamin Britten (excelente el oboista Kalev Kuljus); Appels, Échos y Prismes de Mystère de l'Instant de Henri Dutilleux (maravillosa interpretación del contratenor Philippe Jaroussky y la arpista Margret Köll); Dalle più alte sfere, de La Pellegrina, de Emilio de'Cavaliere; Photopsis / Prélude für großes Orchester, de Bernd Alois Zimmermann; Quam pulchra es /Motette für 5 Stimmen und Basso continuo, de Jacob Praetorius (excelente el Ensemble Praetorius) ; Furioso, de Rolf Liebermann; Amarilli, mia bella, de Le nuove musiche; y el Finale, de la Sinfonía Turangalila, de Olivier Messiaen.
La selecta diversidad de obras tenía por objetivo además probar el supersensible diseño acústico concebido por el experto japonés Yasuhisa Toyota para una situación real como ésta, una sala totalmente colmada de público. Una especie de OVNI pende del techo, sobre el área reservada a la orquesta, uno de los elementos que mezcla (a mi gusto un poco tarde) y refleja los sonidos.
Los 10.000 paneles difusores (cada uno una pieza única) de color blanco que recubren las paredes del inmenso recinto no perdonan el más mínimo error (un timbal demasiado apresurado, un clarinete que sobresale inoportunamente, algún sonido apelmazado de varios instrumentos en la ejecución de algún forte excesivo, interpretando un pasaje instrumental al unísono, dificil de ser amortiguado); el más mínimo susurro infidente del público; el más ínfimo y desafortunado catarro; la apertura del más pequeño envoltorio de un caramelo; un sistema de aire acondicionado que se hace notar demasiado. Más allá, pero conectado a esto último, alguna falta de control en la temperatura ambiente (hacía demasiado calor con las cámaras y reflectores de la televisión a pleno). En fin, los primeros gateos de un pequeño que aprende a caminar.
Fuera, un muy colorido espectáculo de luces y rayos laser proyectados sobre el edificio de la Elbphilharmonie acompañaba con imágenes y efectos especiales cada nota emitida por la orquesta o por los cantantes, creando un escenario onírico indescriptible, hipnotizante, frente a las aguas del amplio estuario del Elba, como pudo verse en la transmisión por televisión e internet a todo el mundo.
La Orquesta Filarmónica de Berlín desea tocar en esta sala y espera ser invitada próximamente. Es muy probable que tenga que informarse antes sobre las características sonoras que le aguardan aquí. Son todos éstos aspectos que tendrán que ser corregidos paulatinamente a medida que la pátina del tiempo recubra estos muros.
Tras el intervalo, la orquesta de la NDR – Elbphilharmonie interpretó el Preludio de Parsifal, de Richard Wagner; estrenó mundialmente Reminiszenz / Triptychon und Spruch in memoriam Hans Henny Jahnn, de Wolfgang Rihm, quien lamentablemente, por problemas de enfermedad, no pudo asistir a esta ceremonia (magnífica interpretación del tenor eslovaco Pavol Breslik, quien sustituyó aquí a Jonas Kaufmann); y por último el cuarto movimiento Finale, de la Sinfonía número 9 en re menor, opus 125, de Beethoven con la Oda a la alegría de Schiller (sobresalientes las intervenciones de la soprano Hanna-Elisabeth Müller, quien tuvo que sustituir a quien iba a suplantar a Anja Harteros, en ambos casos por enfermedad, la contralto Wiebke Lehmkuhl, el tenor Breslik y el bajo barítono Sir Bryn Terfel). Incontenibles, los aplausos, exclamaciones de aprobación y ovaciones del público se extendieron por largos minutos.
Los coros de la NDR y de la Radio de Baviera (Bayerische Rundfunk) impresionantes, dieron todo de si, como siempre. La orquesta tiene todavía mucho que trabajar para convertirse en una de las mejores del mundo, pero auguramos que lo logrará seguramente de la mano de Hengelbrock, un estupendo y laborioso director; el mismo primerísimo nivel que aspira a alcanzar esta hermosa joya, esta preciosa perla del Elba. La estilizada nave ya se ha hecho a la mar y ahora tendrá que afrontar todo lo que se le venga encima: vientos, tempestades y hasta calma chicha. Pero su corazón late, vibra con mucha vida por delante.
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