Francia

Fulgurante Manoury

José Luis Besada
lunes, 2 de octubre de 2017
Estrasburgo, domingo, 24 de septiembre de 2017. Opéra National du Rhin. Philippe Manoury: Kein Licht. Nicolas Stemann, escenografía. Benjamin von Blomeng, dirección dramática. Sara Maria Sun, soprano. Olivia Vermeulen, mezzosoprano. Christina Daletska, contralto. Lionel Peintre, barítono. Caroline Peters, Niels Bormann, actores. Cheeky, perrita. Cuarteto vocal del Coro del Teatro Nacional Croata de Zagreb. United instruments of Lucilin. Thomas Goepfer, asistente en música electrónica. Julien Leroy, dirección musical.
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Manoury es sin duda uno de los compositores fetiche del festival MUSICA Strasbourg, cuya dirección programa casi todos los años alguna obra sinfónica o escénica del compositor afincado en Estrasburgo. Incluso este año, tras la jubilación del músico como profesor de composición del conservatorio de la ciudad, decidieron bautizar con su nombre a la academia musical para jóvenes creadores que durante el festival acontece. El plato fuerte de esta edición –si bien también la Orquesta de Colonia ha interpretado su reciente Ring bajo la batuta de François-Xavier Roth– ha sido su singspiel (Manoury lo denomina thinkspiel) Kein Licht, recientemente estrenado en la Ruhrtriennale. Se trata de un ambiciosísimo proyecto de coproducción en el que han participado, además de los dos festivales citados, el Teatro Nacional Croata de Zagreb, los Grands Théâtres de la Ville de Luxemburgo, el Münchner Kammerspiele, el IRCAM, así como más de un centenar de mecenas privados.

Tantos apoyos institucionales ubicaban a Manoury ante una inmensa responsabilidad como creador, reto que ha superado con creces. Junto con Nicolas Stemann ha concebido una relectura y paráfrasis de un texto de la premio Nobel austriaca Elfriede Jelinek, que sirve de reflexión sobre el consumo energético por parte del ser humano tras el accidente nuclear de Fukushima. A este respecto, y dentro de la estructura de singspiel, Manoury, ha sabido repartir con inteligencia acción escénica y recogimiento meditativo, vuelo lírico y grandes dosis de humor. En concreto, se agradece su honestidad intelectual al no tratar de vendernos un burdo “panfleto verde”: por ejemplo, se reflexionó sobre el aumento de emisiones de CO2 –y su impacto en el cambio climático– cuando se renuncia a la energía nuclear, o sobre la hipocresía política (y pretendida superioridad moral) de eliminar centrales mientras se compra energía a países que si tienen desarrollo atómico para compensar el déficit energético.

Kein Licht. Producción de Nicolas StemannKein Licht. Producción de Nicolas Stemann © 2017 by Klara Beck

En el plano musical, nos encontramos ante una partitura vibrante y con una muy inteligente distribución de las tensiones musicales. A ese respecto, merece especial aplauso la elaborada ascensión hasta el clímax que deviene abruptamente en silencio –a causa de un apagón energético– en el tercer acto. Solo éste se nos hizo un poco largo, a causa de los diversos finales que encadena. Desde un punto de vista interpretativo, Julien Leroy extrajo un sonido absolutamente preciso de los instrumentistas y los cantantes resolvieron con solvencia sus desafíos vocales. Nos asustó un poco la primera entrada de Sarah Maria Sun –quien también está volviéndose una habitual del festival, el año pasado interpretó con el Quatuor Diotima Sombras de Alberto Posadas– un tanto estridente, pero tras ese puntual desajuste brilló como la mejor cantante del elenco. Nos resultó algo más extraña la necesidad de participación del cuarteto coral de Zagreb, dado que su aportación en la obra es bastante más secundaria. Por último, merece un gran aplauso el rim (réalisateur en informatique musicale) Thomas Goepfer, quien ha desarrollado una parte electrónica francamente eficiente para Kein Licht. Agradecemos este hecho en especial tras el último gran proyecto escénico del IRCAM, Infinite Now de Chaya Czernowin, estrenada la pasada primavera y cuya parte electrónica se desenvolvía a partes iguales entre lo pretencioso y lo chabacano.

Kein Licht. Producción de Nicolas StemannKein Licht. Producción de Nicolas Stemann © 2017 by Klara Beck

Desde un punto de vista escénico, la dirección de cantantes fue eficaz, pero fueron los dos actores del elenco quienes se metieron al público en el bolsillo, con una trepidante acción cómica. Aplaudimos enormemente su fingido mal acento francés cuando alternaban dicha lengua con el alemán que domina la obra. El espacio escénico estaba brillantemente concebido, y la interacción de los artistas ya no solo con la cuarta pared, sino saliendo de escena para interactuar con el público fue eficiente sin llegar a lo sobrecargante, como en ocasiones ocurre con estas apuestas. No podemos olvidarnos tampoco del papel estelar de Cheeky, una simpática perrita que introducía los diversos actos y cerraba el espectáculo, que enterneció por completo a la audiencia. Además, Manoury hizo acto de presencia, tanto en escena como proyectado en video desde los controles de la informática en los dos interludios entre actos, para realizar algunas de las reflexiones conceptuales más relevantes en la obra. ¿Se ha apuntado a la New Discipline y su amor por integrar al compositor en escena? Probablemente no, y este gesto deba afiliarse más, por ejemplo, con las no pocas veces que Helmut Lachenmann ha recitado en su Zwei Gefühle, Musik mit Leonardo.

Kein Licht. Producción de Nicolas Stemann Kein Licht. Producción de Nicolas Stemann © 2017 by Klara Beck

Desde la perspectiva visual, nuestro único pero tuvo que ver con el video. La imagen proyectada era ambiciosa, combinando imagen de archivo, escenas pregrabadas de los actores, tiempo real –como los actores haciéndose video-selfies mientras la central nuclear se inunda– e incluso sofisticada tecnología para diseño 3D mediante captores digitales. El problema lo tuvimos con la proyección en cuatro pantallas (al fondo, en dos pequeños laterales y en el techo): en ocasiones funcionaba muy bien, en otras se hubiese agradecido apagar algunas de ellas para no distraer la atención de otros eventos en la escena. Igualmente, hubo un error de iluminación en una de las incursiones de los cantantes en el patio de butacas, dado que la luz frontal impedía la lectura de los subtítulos.

En definitiva, salvo algunos problemas menores, asistimos a un gran espectáculo. La muy cálida recepción del público fue desde luego testimonio de ello. No desaprovechen el poder acercarse a verlo si viajan dentro de la dilatada gira que, dada la inmensa coproducción que lleva detrás Kein Licht, se va a desarrollar.

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