Discos

El disco como testimonio (I): recuperar la historia

Maruxa Baliñas
lunes, 25 de junio de 2018
La música del 'Grup dels Joves'. Marta Estal Vera, soprano. Orquesta Filharmònica de la Universitat de València. Hilari García Gázquez, director. Manuel Palau Boix, Música per a una pel.lícula documental valenciana (1936). Ricardo Olmos Canet, Noche romántica (1935). Vicent Garcés Queralt, Dansa plenilunar (1931). Matilde Salvador Segarra, Valenciana de la suite Seis canciones españolas (1939) y Tres cançons valencianes (1937). Emilio Valdés Perlasia, Triptic: Cançons de batre op. 10 (1933). Vicent Asencio Ruano, Festes al poble (1932) y Luis Sánchez Fernández, Amaneix (1935). Un disco compacto de 77 minutos grabado en la sala Charles Darwin del Campus de Burjassot de la Universidad de Valencia los días 15 y 16 de octubre de 2016. Ingenieros de la grabación: Jaime Ballester, Juanan Ramos y José Olcina. Producción 2017 de la Fundación General de la Universitat de Valencia e Institut Valenciano de Cultura. Depósito Legal, V-2713-2017.
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En un momento en que el disco 'físico' parece estar pasando por una crisis que algunos agoreros anuncian ya como la definitiva, es esperanzador sin embargo recibir grabaciones como las que nos ocuparán las próximas semanas. Empezando por este disco dedicado a "La música del 'Grup dels joves'", una serie de compositores del área valenciana que en la década de 1930 aspiraron a constituírse en fermento de renovación de la música de su región y de España. Algunos nombres han pasado tímidamente a la historia, otros eran totalmente desconocidos para mí. Pero nos recuerdan que también en tiempos de crisis e incluso guerra civil es necesario, y prudente, y adecuado hacer música. Y que en tiempos como los actuales es necesario, y prudente, y adecuado, hacer nuevamente presentes a estos creadores y grabar un disco donde quede testimonio de su música, que se integra -de cara a la grabación- en un proyecto de "Valencia, capital de la República 1936-37" 

Aunque el disco se inicia con música de Manuel Palau, Ricardo Olmos y Vicent Garcés, lo primero que busqué al recibir el disco fue a Matilde Salvador, una de las compositoras más interesantes de la España de mediados del siglo XX. Y no lo hice por un feminismo militante y combativo, sino porque cada vez más, con los años, creo que nuestra historia no va a estar completa mientras no incluyamos en ella a todas las personas que la conforman. Y Matilde Salvador estaba, aunque sólo sea -por motivos cronológicos- con dos obras juveniles: las Tres cançons valencianes, compuestas a los 19 años (con orquestación del que luego sería su marido, Vicent Asencio), y la Valenciana de la suite Seis canciones españolas, compuesta a los 21 años. Lamentablemente, no aparece en la foto de la portada del disco, que recoge a los cinco músicos fundadores de este 'Grup dels Joves': Vicent Asencio, Vicent Garcés, Ricardo Olmos, Luis Sánchez y Emilio Valdés. 

La Música per a una pel.lícula documental valenciana (1936) de Manuel Palau (1893-1967) fue escrita para una película documental sobre Valencia y sus flores que se estrenó en 1940: música por tanto a medio camino entre lo tipista y lo funcional. Se escucha con agrado, pero con pocas sorpresas. Sin duda Palau se muestra como un compositor sólido, con un buen manejo de la orquesta, y capaz de dar lugar a una escuela como la que se empezó a desarrollar en Valencia en los años 30. La pena es que esta línea musical quedara cortada por la guerra sin llegar a dar unos frutos como los que se podían esperar escuchando a los jóvenes compositores que se muestran en este disco, quienes con menos de treinta años la mayoría de ellos hacen una música tan sólida como la de Palau. 

La Noche romántica de Ricardo Olmos (1905-86) tiene en efecto mucho de romántica y de mirada al pasado, pero ocasionalmente presenta unos juegos tímbricos atractivos. Son cuatro movimientos muy breves, de dos o tres minutos cada uno, que alcanzan a crear un ambiente propio y diferenciado en cada uno de ellos. La interpretación resulta quizás un poco rígida, más cercana a un Turina que a un Webern o incluso Mompou, que son las referencias que parece pedir una música tan concentrada como esta.  

La Dansa Plenilunar de Vicent Garcés Queralt (1906-1984) suena cercana al estilo de Palau, y en general a la música española de los años treinta, aunque como en los anteriores compositores, más cercana a Turina que a Falla. Para ser parte de un ballet le falta fuerza y empuje rítmico, aunque a veces saca unos toques bárbaros a lo Bartók o Prokofiev que no acaban de cuajar. Pero también hay que tener en cuenta que el compositor tenía apenas 25 años, y eso en el estado de la enseñanza musical en la España del momento es poco, porque casi todos los compositores se veían obligados a buscar su lenguaje de un modo algo autodidacta. 

El Triptic: Cançons de batre op. 10 de Emilio Valdés (1912-1998) fue escrito entre 1933-34 y mantiene una estructura muy habitual tanto en piezas de la época como del XVIII: un preludi, una cançó y una dansa. No hay que olvidar que -sea disfrazado de vanguardismo, música tradicional o vuelta al pasado- el período de entreguerras es el del neoclasicismo. Nuevamente estamos ante una obra juvenil, bien escrita pero con una personalidad poco definida. La pieza más interesante es la danza, donde Emilio Valdés muestra la influencia del alicantino Oscar Esplá (1886-1976) y del catalán Eduard Toldrá (1895-1962), dos compositores que estaban muy de moda en ese momento. 

La Valenciana de Matilde Salvador (1918-2007), sobre un texto de Lope de Vega, forma parte de un ciclo de canciones llamadas Seis canciones españolas dedicadas a Manuel de Falla, que fueron premiadas en 1940, lo que las enlaza con el estilo de los primeros años del franquismo. En los años siguientes Salvador compondrá un buen número de canciones y este será el género que más ha pervivido de su música. La interpretación de Marta Estal es correcta pero algo más de flexibilidad hubiera mejorado notablemente el resultado, en ese sentido la Orquesta de la Universidad de Valencia e Hilari Vázquez hacen una versión más interesante rítmicamente. 

Las Tres cançons valencianas datan de 1937 y aunque fueron escritas para voz y piano aquí se presentan en la orquestación de Vicent Asensio, profesor de Matilde Salvador y luego marido suyo. Como en el caso de la Valenciana anterior, se trata de unas canciones breves -con texto de Bernat Artola- que dejan con ganas de seguir escuchando más. La influencia de Falla y en general de la canción catalana y valenciana de principios de siglo es muy importante. Si en otros aspectos el Grup dels joves contaba con pocas referencias, la música vocal estaba bastante desarrollada en toda España ya desde el siglo XIX y Salvador tenía una tradición a la que remitirse. La interpretación de Estal es nuevamente sosa, pero permite descubrir estas interesantes canciones y hacerse una idea aproximada de su mérito, lo cual no es poco tratándose de un repertorio que no tiene tradición. 

Las Festes al poble de Vicent Asencio (1908-1979), estrenadas en 1932, comienzan de un modo marcadamente falliano, casi como La canción del fuego fatuo y en muchas ocasiones a lo largo de la obra parece estar sonando Falla, lo cual no es en absoluto desmerecer la calidad de Asencio: buscar al mejor compositor español del momento y aprender de él es lo mejor que podía hacer un compositor que estaba iniciando su carrera (tenía 24 años cuando compuso estas piezas). La interpretación de la Orquestra Filharmònica de la Univesitat de Valencia hace la que me parece mejor interpretación de todo el disco, posiblemente porque en este caso el modelo es mucho más claro. 

El disco finaliza con el Amaneix de Luis Sánchez Fernández (1907-1957), el primero en fallecer de los compositores aquí presentados. Sin faltar el elemento nacionalista, la inspiración valenciana, aquí Sánchez se deja influir también por la música francesa, filtrada por Falla y Turina. Nuevamente una obra con momentos interesantes y otros tópicos, donde las influencias de los compositores españoles que triunfaban en el momento y una menos habitual influencia de Ravel en el modo de orquestar, nos hacen añorar lo que podía haber sido y no fue.

Como en tantas otras ocasiones me vuelve la rabia de haber tenido que estudiar a Tomás Marco y su historia de la música española en el siglo XX, con esa visión tan alucinante y tendenciosa de que la Guerra Civil apenas afectó a la música porque sólo falleció un compositor de cada bando. Cuando más sé de la época, más pena me da lo que podía haber sido y no fue. 

Quien desee información más detallada del disco, en este enlace se recoge el folleto trilingue -valenciano, español e inglés- del disco, con una muy interesante información sobre los compositores y las obras. 

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