Artes visuales y exposiciones

Tejido y color, dos artes casi olvidadas de Bauhaus

Juan Carlos Tellechea
lunes, 9 de julio de 2018
Anni Albers © 2018 by Hirmer Verlag Anni Albers © 2018 by Hirmer Verlag
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En vísperas de la conmemoración del centenario de la fundación del influyente movimiento artístico y arquitectónico de la escuela Bauhaus (1919 – 1933), Alemania redescubre en estos meses en grandes retrospectivas y con enorme asombro a dos importantes creadores de esa institución que tuvieron que emigrar y exiliarse en Estados Unidos para escapar del nazismo en 1933: el matrimonio formado por Anni y Josef Albers; ella diseñadora textil y artista gráfica, y él pintor, teórico del arte y pedagogo, a quienes por primera vez se les rinde simultáneamente un inmenso tributo desde la caída del Tercer Reich (1933 - 1945).

La Kunstsammlung Nordrhein-Westfalen, de Düsseldorf, dedica una gran exposición a los fascinantes tejidos de Anni Albers (Berlín, 1899 - Orange/Connecticut, 1994), desde el 9 de junio al 9 de septiembre; y la imponente Villa Hügel (antigua residencia del clan familiar de los Krupp), en el valle del Ruhr, cerca de Essen, presenta otra, titulada Interaction, enfocada hacia los cuadrados coloreados y al casi desconocido arte en vidrio de Josef Albers (Bottrop/Cuenca del Ruhr, 1888 – New Haven/Connecticut, 1976), desde el 16 de junio al 7 de octubre. Los respectivos catálogos son de las editoriales Hirmer Verlag/Múnich y Verlag der Buchhandlung Walther König/Colonia.

Rojo, azul, rojo – rojo, azul, azul...cuando uno admira a cierta distancia el cuadro Red and Blue Layers (1954), de Anni Albers (de soltera, Anneliese Fleischmann), le vienen a la mente por un instante las pinturas de Mark Rothko y de Barnett Newman. Pero aquí no se trata de cuadros, sino de tejidos de esta polifacética artista alemana que con sus trabajos seriados y lineales se anticipó a la temática del minimalismo. Cerca de 300 piezas de Anni Albers se exponen en la Kunstsammlung, a la que hacía dos décadas no dedicaba ninguna exposición más o menos importante.

Otro tanto ocurría desde hace 30 añcs con la obra de Josef Albers, un apasionado del color que investigó y enseñó sobre una forma de arte que insta a rever esas cambiantes sensaciones ópticas y a neutralizar el fenómeno de la pérdida de sensibilidad sobre ellas. Solo las apariencias no engañan, afirmaba frecuentemente Albers ante sus estudiantes, contradiciendo al viejo proverbio.

Toda la estética de Josef Albers está orientada hacia la escasez formal para alcanzar a través de ella la complejidad sensual, afirma el director del Museo Josef Albers, de Bottrop, Heinz Liesbrock, comisario de la exhibición en la Villa Hügel. Con simples formas cuadradas, unas metidas dentro de otras, con tres o cuatro colores diferentes alcanzaba Albers ese objetivo. El cuadrado es solamente un utensilio dentro del cual instalo mi embeleso, afirmaba el artista y pedagogo, entre cuyos alumnos figuraban Robert Rauschenberg y Eva Hesse, así como Donald Judd y Agnes Martin, pero también John Cage y Merce Cunningham. Mi credo no es un sistema, no es una teoría, sino un estímulo para ver, para sensibilizar, para agudizar la visión, sostenía Josef Albers.

Los artistas estadounidenses de la década de 1960 procuraban salirse del expresionismo abstracto y buscaban orientarse hacia cómo objetivar el arte y reducir sus formas de expresión para desarrollar una mayor complejidad sensual. Albers, junto con el neerlandés Piet Mondrian (clásico moderno) fueron estímulos e impulsores de esa generación estadounidense del Arte Minimalista.

En sus tiempos en la Bauhaus (desde 1920), la pasión por el color llevó a Josef Albers a recorrer los basurales para recuperar culos de botellas y otros restos de cristales de diferentes tonalidades con los que armaba un rompecabezas, atándolos rústicamente con alambres y enmarcándolos, a fin de que pudieran ser contemplados como vitrales con luz proyectada desde atrás. Es impresionante la fascinación que desrpiertan a los ojos del visitante esos mágicos reflejos cromáticos, con materiales de descarte tan simples.

Como alumna de esa escuela de arquitectura y diseño alemana (desde 1922), Anni Albers aprendió a desarrollar asimismo elegantes y llamativas piezas de bisutería con elementos tan sencillos como clavos, tornillos, horquillas para el cabello, aros de metal, rejillas para el desagüe de las bañeras, tapones de corcho o clipes sujeta-papeles a las que hay que mirar muy atentamente varias veces para que uno pueda reconocer los componentes reunidos en ellas.

Los Albers, quienes se conocieron y se casaron (1925) en los tiempos de su estancia en Bauhaus, recibieron a su vez enriquecedores impulsos, visitando sucesiva y reiteradamente durante tres decenios desde 1935 (ya en el exilio) las ruinas de las civilizaciones precolombinas de México y Perú. En la exposición de Essen se exhiben en escaparates de cristal, preciosamente iluminados, figuras de barro cocido y textiles de esas antiguas culturas, sobre todo mexicanas, y en la de Düsseldorf tejidos preincaicos, de regiones nórdicas de Perú.

Principalmente en los motivos (de abstracción geométrica) adoptados en los tejidos de Anni Albers y en las combinaciones de colores (muchos térreos, los del adobe) utilizados por Josef Albers se advierte ese indeleble influjo que nunca más se extinguiría en sus mentes. México es un país enteramente consagrado al arte (...), afirmaba Anni Albers, (...) es realmente la tierra prometida del arte abstracto, subrayaba, por su parte, Josef Albers, en una carta que dirigieron ambos en 1936 a otro matrimonio amigo, el de Vassily Kandinsky (ex profesor también de Bauhaus) y su esposa Nina, quienes habían permanecido en París en aquellos terribles años del nazismo en Alemania. Kandinsky y Paul Klee fueron dos de los más destacados artistas de aquel movimiento admirados desde siempre por los Albers.

Por encargo del Jewish Museum, de Nueva York, Anni Albers creó un tapiz en algodón, lino, rafia, así como fibras sintéticas y metálicas de casi dos metros por tres metros, titulado Six Prayers (1966/1967), dedicado a la memoria de los seis millones de judíos asesinados por el régimen nazi de Adolf Hitler (1933 - 1945) que, debido a su extrema fragilidad, será exhibido en Düsseldorf exclusivamente entre el 31 de julio y el 9 de septiembre próximos.

Comentarios
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janineq herzogenberg
11/07/2018 20:02:38

wunderbar, danke für diesen tollen artikel!!

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