Discos
Floración orgánica de la sencillez
Paco Yáñez

A lo largo del siglo XX existieron una serie de figuras que, además de su labor puramente creativa, ejercieron una trascendental influencia en generaciones futuras de compositores por medio de la docencia. Destacando entre esas figuras magisteriales, nos encontramos en Europa, a principios del siglo XX, con Nadia Boulanger; en torno al ecuador de la centuria, con Olivier Messiaen; y ya en su último tercio, con el italiano Franco Donatoni (Verona, 1927 - Milán, 2000), un compositor que marcó decisivamente la formación de algunos de los compositores más importantes del siglo XXI.
En varias ocasiones he hablado con alumnos de Donatoni, y estos recuerdan, como lo hace Leonie Reineke en sus notas para este compacto, la importancia que el trasalpino otorgaba a las pequeñas ideas que a menudo se desperdician en el proceso de composición, relegadas ante propuestas más complejas y ambiciosas. Sin embargo, para Donatoni dichas intuiciones resultaban fundamentales, enseñando a sus alumnos a disponer de todo un aparato de códigos y esquemas para organizar, transformar y desarrollar esas ideas en origen sencillas o, aparentemente, aisladas. El compacto que hoy reseñamos, interpretado por el Ensemble Adapter berlinés toma al pie de la letra esa idea de sencillez posteriormente multiplicada de forma orgánica, con una proliferación (también apoyada en cálculos matemáticos y patrones geométricos -y es que la intuición en origen no quita la ciencia en su desarrollo-) que complejiza las siete partituras camerísticas aquí reunidas.
Estamos, así pues, ante páginas que integran un impulso inicial más intuitivo con un posterior desarrollo que comparte procedimientos técnicos con muchos de los colegas de Donatoni en la segunda posguerra. Sin embargo, buena parte de estas obras acaban adquiriendo una sonoridad, a la par, intemporal y lírica, como es el caso de Marches (1979), partitura para arpa sola en la que domina una necesidad de huida hacia delante, con procesos melódicos constantemente retroalimentados que también podrían evidenciar las sucesivas crisis personales y artísticas vividas por Donatoni. Algo similar podemos decir de la coetánea Nidi (1979), pieza para flautín basada en un material extremadamente reducido compuesto por células de tres alturas. De hecho, el título (que en castellano significa nido) es muy representativo de un proceso de construcción musical en el que la flautista, cual pájaro, va sumando y trasponiendo dichas células, añadiendo nuevas alturas para la conformación de una estructura melódica más abierta y compleja: su ulterior nido musical. Dado el timbre del flautín y su febril canto, las similitudes aviares resultan tan obvias cual si escuchásemos el canto de los propios pájaros transcrito en las partituras del antes mencionado Olivier Messiaen...
...de hecho, Messiaen se hace presente, de algún modo, en Clair (1980), partitura para clarinete solo en la que podemos reconocer la impronta del Quatuor pour la Fin du Temps (1940-41) del compositor galo; destacadamente, a través de sus pasajes con clarinete. Frente a las dos partituras del año 1979, Clair resulta más virtuosística y contrastante, además de presentar una mayor apertura estilística que Leonie Reineke dice influida por el jazz y el klezmer: presente(s) a través de los glissandi para clarinete, así como de sus ritmos de baile. Estos elementos, y los procedentes de Marches y Nidi, se integran de la forma más lógica posible en Small (1981), trío -precisamente- para flautín, clarinete y arpa que recoge las personalidades y los recursos técnicos de las tres primeras partituras del compacto, por lo cual su audición en continuidad, rematada por el trío, es totalmente coherente. Es éste un procedimiento característico en Donatoni a partir de los años setenta, produciéndose una revisión constante de partituras previas, así como la integración de las mismas en proyectos de mayor envergadura; en muchas ocasiones, como en Small, sin apenas alterar los materiales de los solos precedentes, únicamente buscando puntos en común, como los muchos que deparan las escrituras para viento en clarinete y flautín. Pero, además, se da una dramaturgia en la que el propio Donatoni reconocía que en Small el piccolo adoptaba el rol del marido; el arpa, el de la mujer; y el juguetón clarinete, el de un tercer invitado a lo que, por lo tanto, acaba siendo todo un ménage à trois musical finalmente intrincado en un exultante canto que habremos de comprender como orgásmico.
Si las cuatro primeras partituras del compacto, que desembocan en tan entrelazado trío, están explícitamente vinculadas en el catálogo de Franco Donatoni, las tres restantes lo vuelven a estar, tal y como sus títulos explicitan. La primera de ellas es Estratto (1969), breve pieza para piano de tan sólo un minuto de duración. Estamos ante una obra continuamente entrecortada en su proceso de ataque ininterrumpido, más allá de esas hendiduras en el discurso que quiebran un desarrollo más amplio de sus -de nuevo- mínimas células embrionarias. Dada la extrema velocidad de ejecución, al principio puede incluso hacerse difícil el reconocerlas, si bien la obsesión en la repetición de sus patrones las hará más evidentes, sentando las bases para la construcción futura del ciclo (un ciclo en el que, como nos recuerda Leonie Reineke, Donatoni se desmarca de técnicas y formas extendidas, recalando en un pensamiento estructural muy próximo al expuesto por Karlheinz Stockhausen en Momente (1962-64), explotando cada momento musical en línea con el pensamiento señalado al comienzo de esta reseña sobre la optimización de las ideas intuitivas, por individualizadas o sencillas que éstas parezcan en origen).
Escrito para piano, clave y arpa, el Secondo Estratto (1970) desarrolla los principios estructurales del primer Estratto, utilizando las mismas células germinales expuestas por el piano en la partitura fundacional del ciclo. Procede Donatoni, aquí, a una multiplicación del sonido por medio de la mayor amplitud de acordes que estos tres instrumentos posibilitan, lo que confiere a este nuevo trío una apariencia de mayor diversificación orgánica. Si el Secondo Estratto expande sobremanera el discurso musical, pasando del minuto de duración de la obra para piano original a más de diez minutos en el trío; en el Quarto Estratto (1974) Donatoni volvió a comprimir sus fuerzas en menos de tres minutos, si bien con una mayor densidad instrumental, pues nos encontramos ante un octeto para flautín, flauta, violín, mandolina, arpa, clave, piano y celesta. La velocidad en la ejecución de los patrones musicales es aquí mucho mayor, con una pulsión constante marcada por un staccato que se convierte en marca distintiva del octeto: esa velocidad imprimida al ciclo desde el piano en el primer Estratto. Dentro de su intrincada polifonía, es complejo discernir las velocidades de cada instrumento, así como la existencia de un tempo compartido o de una profusión de métricas que multiplican la orgánica floración de sus, aisladamente, sencillas células musicales; por lo que este Quarto Estratto acaba sonando como la pieza más ambiciosa del compacto.
El Ensemble Adapter de Berlín da cuenta de estas siete partituras aunando rigor y lirismo, sin buscar mayores alardes técnicos ni efectos tímbricos que los ofrecidos por las depuradas partituras aquí reunidas. No se trata, por tanto, de obras de gran ambición, envergadura o complejidad, sino de momentos musicales prácticamente poéticos, de esencias que, mediando la mano de un compositor como Franco Donatoni, adquieren una calidad y una presencia que, en otros casos, y con tan parcos materiales, podrían resultar escasas. Para una mejor vivencia de esta orgánica floración de tan sutiles intuiciones musicales, los registros de la SWR de Stuttgart y del Studio Britz de Berlín aportan una gran transparencia que deja al desnudo cada célula y desarrollo estructural, algo que se agradece por la gran presencia y calidez de los armónicos instrumentales, así como por la nitidez que posibilita en partituras más abigarradas como el Quarto Estratto. La edición del compacto es la habitual del sello Kairos, incluyendo, además de abundantes fotografías de compositor, intérpretes y partituras, las biografías de rigor y el varias veces citado ensayo de Leonie Reineke: tan clarificador de estas partituras como la propia escritura musical de Franco Donatoni.
Este disco ha sido enviado para su recensión por Kairos.
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