España - Cataluña

Un Mahler sin fisuras

José María Rebés
miércoles, 18 de julio de 2018
Manel Valdivieso © JONC Manel Valdivieso © JONC
Barcelona, lunes, 9 de julio de 2018. Palau de la Música Catalana. Jove Orquestra Nacional de Catalunya (JONC). Manel Valdivieso, director. Leonard Bernstein, Divertimento para orquestra (1980). Gustav Mahler, Sinfonía número 1 en Re mayor, "Titán" (1889)
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La Jove Orquestra Nacional de Catalunya (JONC) ha querido iniciar la celebración del 25 aniversario de su fundación con una serie de conciertos, con una formación que reúne, por primera vez en el escenario, tanto la JONC como la JONC Alevines. Es, pues, momento de hacer un poco de historia del conjunto, tal como lo hacía el programa del concierto. La formación nació en septiembre de 1993 con su primer nombre, Jove Orquestra Simfònica de Catalunya, bajo la dirección de Josep Pons, que ocupó el cargo hasta 2001. Por el camino, en 1999, la orquesta había pasado a ser Nacional, que es como la conocemos hoy en día, con la constitución de la Fundació JONC, con un Patronato integrado por varios representantes de la Generalitat de Catalunya y del mundo cultural musical y catalán. Manel Valdivieso se hizo cargo de la formación en 2001. Dentro del conjunto de tres orquestas que la conforman, la JONC Alevines está formada por jóvenes menores de 19 años y la JONC por jóvenes de hasta 25 años.

Pons y la JONC nos ofrecieron en el Palau un programa pensado para conseguir el lucimiento de la orquesta, nada fácil, con tintes delicados pero también con ritmos marcados y fuertes tutti de conjunto. La primera obra fue el delicioso Divertimento para orquesta de Leonard Bernstein, una obra que permitió mostrar la calidad interpretativa de los jóvenes de la doble orquesta, con momentos de una cierta calma. como en la Mazurka, y momentos apasionados de fuerte ritmo, como la marcha final The BSO Forever!El programa de mano no incluyó ninguna explicación sobre la obra, un hecho que impidió a los espectadores conocer no sólo el año de su creación (que tampoco constaba en el programa) sino además un detalle de coincidencia con el concierto de la JONC: fue escrito expresamente por Leonard Bernstein también para conmemorar el aniversario de una orquesta, en este caso el 100º de la Boston Symphony Orchestra, estrenándose el 25 de septiembre de 1980 con la mencionada orquesta dirigida por Seiji Ozawa. La obra tiene dos notas que dan apoyo a las tonalidades utilizadas: Do (C en nomenclatura anglosajona) y Si (B en la misma nomenclatura), haciendo referencia al Centenario de la Boston Symphony. Fue el homenaje de Bernstein a la orquesta de su Estado de nacimiento.

La doble JONC nos ofreció una irregular lectura de la obra, tal vez por el gran número de intérpretes en el escenario, que fue de menos a más. Quizás fue clave la impaciencia de atacar los movimientos de más lucimiento, el fox-trot Turkey Trot o el último, la mencionada marcha. Pero demostraron la misma pericia en esta primera parte que les daría una gran parte del éxito en la segunda: son un conjunto, no una suma de músicos. Excepcionales entradas de tutti, fraseos compartidos en diferentes subconjuntos plenamente compenetrados... el triunfal final del último movimiento hizo levantarse unánimemente el público congregado, que, pese a ser en una mayoría familiares o amigos de los músicos, lo hicieron impelidos por la energía y el acierto de la orquesta.

No debe de ser fácil dejar atrás este movimiento y atacar el primero de la Sinfonía número 1, "Titán", de Gustav Mahler sin haber hecho un mínimo de descanso. No hubo descanso, o sea que en pocos minutos pasaron del clímax fastuoso del Divertimento al movimiento Langsam, schleppend (lento, arrastrado, literalmente) de la obra de Mahler. Sólo empezar el pianissimo que da entrada al movimiento pude apreciar la gran belleza de la versión de Valdivieso y cómo, respondiendo como un solo músico, la orquesta ya había dejado muy atrás Bernstein. Titán es una obra exigente, pero también es la obra paradigmática de la ruptura que supuso Mahler en la clásica. Nada se le parecía cuando se estrenó, ningún sinfonista había osado antes hacer un uso tam amplio de la orquesta y de su sonido metálico, emparejado al de las cuerdas más románticas. La orquesta que la interprete debe saber tocar todos los hilos, niveles sonoros, encadenamiento de tempos diferentes, todo ello con un juego de estrategia que un buen director, como Valdivieso, debe saber sacar de los músicos.
 
No me quedo corto, en absoluto, si digo que fue una de las mejores versiones que he escuchado nunca en directo de esta obra, a pesar de que los directos siempre comporten pequeños errores que en una orquesta joven suelen ser más notorios. Claro que los hubo, pero una sinfonía es una obra de conjunto y disfruté de un conjunto sólido, enamorado de Mahler y de su interpretación, sin precipitaciones, sin fisuras. Algunos momentos fueron referenciales, como la lectura de la partitura de violonchelos y contrabajos que da la base del movimiento Feierlich und gemessen, ohne zu scheleppen: perfecta. La respuesta no menos entonada, rítmica y contenida del viento madera marcó un tercer movimiento exquisito, quizás el mejor de la noche. Sí, ya sé que el final apoteósico del Stümisch bewegt parece más imponente, pero la delicadeza, emotividad, romanticismo, ligereza y ternura del tercer movimiento nos dejó claro que nos encontramos ante la mejor JONC que nunca hemos escuchado.

Como propina nos ofrecieron un arreglo de Ígor Stravinski de la más clásica canción de cumpleaños de la historia, el Happy Birthday (Greeting Prelude)Y como no queríamos dejar de aplaudir, todavía pudimos escuchar por segunda vez la marcha del Divertimento de Bernstein.

No quiero cerrar esta crónica sin recordar un hecho que demuestra la compenetración de los jóvenes músicos: iniciado ya el último movimiento de la sinfonía de Mahler, se rompió una de las cuerdas del violín del concertinoEste se volvió inmediatamente hacia la silla de la tercera violín primero, con quien intercambió el violín. El concertino pudo pues continuar el concierto, casi sin haber dejado de tocar en ningún momento. Asimismo, el segundo primer violín sacó de uno de sus bolsillos una cuerda de repuesto. La violinista, ahora sin instrumento, salió a cambiar la cuerda y a afinar el instrumento, reincorporándose a tiempo para la propina y el bis. Al terminar la sinfonía, Manel Valdivieso le dirigió unas palabras de ánimo y de agradecimiento. Grandes todos estos detalles que nos enseñan el camino que siempre acompaña a los grandes momentos orquestales y de la música de conjunto: lo que importa es el conjunto, no el individuo.

Bravo, JONC y bravo Valdivieso.
 
 
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