España - Andalucía
Extraordinario debut
José Amador Morales
Pese a la innegable mengua en cuanto a cantidad de conciertos y recitales clásicos de los últimos años, el Festival Internacional de la Guitarra de Córdoba se ha apuntado un gran éxito con el debut de Marcin Dylla en esta su trigésimo octava edición. El guitarrista polaco también ha ofrecido un curso dentro de la prestigiosa oferta formativa del festival como, por otra parte, acostumbran las grandes figuras que suelen visitar el mismo: Brouwer, Russell, Barrueco, Sanlúcar, Stern, Cañizares, etc…
Dylla ofreció un programa interesantísimo al mismo tiempo que de enorme exigencia iniciado con la conocida y aquí bellísima Sonata brillante de Giuliani, con la que puso de manifiesto sus elocuentes bazas interpretativas: limpieza en la ejecución, sonido radiante y musicalidad. Con Villa-Lobos (Cinco preludios) y Turina (Homenaje a Tárrega) dejó claro que su férrea técnica resiste cualquier campo estilístico.
No obstante fue en la segunda parte donde el músico nacido en Chorzów remató un concierto que necesariamente será recordado por mucho tiempo. La versión sin duda neoclásica que de La Folía de España recreara Manuel María Ponce para el mismísimo Andrés Segovia (por cierto, destinatario que compartían también las obras de Villa-Lobos y Turina) tuvo en las manos de Dylla un guitarrista de increíble virtuosismo que demostró ser, a lo largo de los más de veinticinco minutos de bellas variaciones sobre el famoso pedal armónico, un exquisito músico dotado de un expresivo equilibrio melódico y rítmico. Un público entusiasmado ya a esas alturas asistió a la obra que Benjamin Britten compusiera para otro grande de la guitarra, Julian Bream; composición -Nocturnal- de extraordinario interés musical y enorme dificultad cuyas particularidades introdujo el propio Dylla en un sencillo inglés que no ocultaba su atracción por esta partitura. A lo largo de sus ocho movimientos, destacó el dramatismo de la imaginaria pesadilla así como la delicadeza con la que iba “asomando” en cada una de ellos la canción de John Dowland (la célebre Come heavy sleep) hasta desembocar de manera clara en el final, un “lento y tranquilo” realmente conmovedor.
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