Discos
Cuatro primeras grabaciones mundiales
Roberto Blanco
Después de su primer trabajo discográfico dedicado a Antonio Lucio Vivaldi, se esperaba de Lina Tur Bonet y del grupo Musica Alchemica un disco lleno de color y, sin ambages, la espera ha sido satisfecha. La afinidad de la violinista y de su conjunto con la música de Vivaldi se impone con una evidencia que va aumentando al hilo de las repetidas audiciones, haciendo de su escucha un innegable momento de placer, que nace de la palpable complicidad entre los diferentes atriles y de la voluntad que muestran los músicos en dar lo mejor de sí mismos en términos de color, articulación y caracterización.
El disco presenta cuatro primeras grabaciones mundiales: En primer lugar el ya conocido Concierto RV208a (Grosso Mogul) con variantes desconocidas hasta hoy y los Conciertos para violín RV226 y RV311 (in tromba marina), además de un Allegro de concierto de Johann Georg Pisendel (el violinista alemán que fue alumno de Vivaldi y amigo de Bach) revisado por Vivaldi. Completan el disco las tres Sonatas “Graz” -que complementan el disco anterior- reconstruidas por el musicólogo y violinista Olivier Fourés, quien también firma las notas del cuadernillo interior.
Se inicia el programa con el Concierto nº 11 en re mayor RV208a para violín, cuerdas y continuo titulado “Grosso Mogul”. Este evocador apelativo, aunque de dudosa autenticidad, apunta a subrayar la brillante calidad y el virtuosismo de la obra; un concierto de gran formato que opta por la primera de las dos cadencias que existen, la del manuscrito de Schwerin, generalmente la menos interpretada por sus dificultades técnicas y su carácter casi paganiniano. Sus movimientos extremos enmarcan un Grave central que consiste en una lírica cantinela del violín solista sostenida por el continuo mostrándose como un soberbio recitativo.
El Concierto RV311 está escrito “per violino in tromba marina”, es decir, un violín con el puente modificado para sonar a la manera de una tromba marina, que era un antiguo monocordo de arco que solo producía una nota fundamental y sus armónicos naturales. Finalmente se presentan las Sonatas Graz RV4, 37 y 17, sonatas incompletas cuya reconstrucción lleva la firma del citado Fourés.
La violinista ibicenca se muestra en este repertorio tal como es, obteniendo con indiscutible maestría una sonoridad solar que, por poco sensible que se sea, transporta y entusiasma por su elocuencia, su virtuosismo sin estridencias y la sensual flexibilidad de sus líneas. Guiada por su gran conocimiento de este repertorio, Tur Bonet federa a los Alchemica con una autoridad natural que nunca los encorseta, permitiendo a cada uno dejar oír su voz sin ahogar nunca la cohesión del conjunto, reforzando así la impresión de estar ante un grupo de amigos que sienten un auténtico placer haciendo música juntos y compartiéndola a la vez con el oyente.
Por otra parte, Lina Tur luce un virtuosismo capaz de sorprender a los oídos más entrenados en este repertorio, pero (y ahí radica parte de su mérito) sin dejar nunca de estar al servicio de la música: No hay especio para lucimientos narcisistas; cada ornamento y cada vertiginosa agilidad sorprende tanto por su precisión como por su espontaneidad. Y en los movimientos centrales, lentos, hace relucir sin temor y con gran color expresivo, la belleza de su sonido.
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