Bajo la alfombra de Enrique Granados

61] Casals y Granados. Crónica de una gran amistad (y 2)

José María Rebés
viernes, 22 de marzo de 2019
Enrique Granados y Pau Casals © conxitabadia.wordpress.co Enrique Granados y Pau Casals © conxitabadia.wordpress.co
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A principios de 1900 se produjo un repentino cambio de rumbo en la vida de Enrique Granados, tras su ruptura con Mathieu Crickboom y con la Sociedad Filarmónica y su Academia dirigidas por el violinista belga. Este hecho vino provocado por la marcha en gira artística del violinista y la delegación de la dirección de la escuela en Domènec Mas i Serracant, en lugar de en Enrique Granados. Éste, ofendido, se desligó de la Filarmónica. Mientras tanto, Pau Casals se encontraba de vuelta en París, así es que el compositor leridano no pudo contar con ningún apoyo a la hora de decidirse por iniciar una nueva etapa: la de la creación de su Academia Granados, a la que se llevó a varios de los alumnos de la de Crickboom, además de conseguir a algunos de los profesores de la escuela de Crickboom. El violinista intentó infructuosamente recomponer la situación a su vuelta a Barcelona, sin éxito. El cambio de mentalidad de Granados se advierte en las siguientes líneas que Crickboom le escribió en marzo, antes de su retorno:

Ofenderse conmigo y en un momento salir de la Academia con la clase de piano a cuestas, fundar una Sociedad artística, disponer terrenos para levantar sobre ellos un edificio y desarrollar algunas iniciativas más que no están a mi alcance, revelan una actividad, una empresa y un aliento de trabajo que nadie hubiera supuesto en el delicado artista Sr. Granados*.

Unos meses más tarde se consolidaba la ruptura del trio Crickboom-Casals-Granados con la participación en un par de conciertos en Barcelona de los dos últimos, más un viaje posterior del violonchelista y el pianista a Valencia, ciudad en la que ofrecieron dos conciertos en el Conservatorio de Música. Los conciertos de Barcelona, ofrecidos los días 16 y 21 de junio de 1900, supusieron también la presentación de la Sociedad de Conciertos de Granados, bajo su dirección, actuando Casals de solista, con un programa formado por obras de Mozart, Saint-Saëns, Godard, Grieg y Böellmann (en este caso para violonchelo y piano), obra que también ofrecieron en el concierto de piano y violonchelo de Valencia, junto con piezas de Grieg, Goltermann, Van Goens, Casella, Popper y Chopin. Tras esos conciertos Casals marchó de gira con Harold Bauer, mientras Granados marchaba de vacaciones a la casa de su suegro en Ripollet, donde nacería su hija Natalia el 23 de julio de 1900.

La separación profesional de Granados y Casals se prolongaría por espacio de mucho tiempo. El violonchelista estuvo fuera de España, en diversos países, a lo largo de varios años, visitando Los Estados Unidos de América, Sudamérica y de nuevo los EE.UU. para instalarse después en París, en el número 20 de la calle Villa Molitor, a finales de 1904. Esta calle se encuentra en el barrio de Auteuil, en el distrito 16 de la capital francesa, que lleva el nombre de un militar, Gabriel-Jean-Joseph Molitor (1770-1849), muy cerca del Bosque de Bolonia (Bois de Boulogne). En esta residencia Casals recibía constantemente amigos, casi cada velada, según su biógrafo*. Es seguro que Granados le visitó en aquella villa, probablemente en 1905.

La actividad concertística del compositor leridano con Crickboom, una vez reconciliados, fue importante a lo largo de 1904 y con él viajó a París en febrero de 1905. Según el diario Heraldo de Gerona, el 23 de febrero de 1905 Granados estaba en París dando una serie de conciertos*. Parece extraño que estuviera algo más de un mes en París (volvió en abril). No consta nada más que un concierto en todo ese tiempo en las hemerotecas francesas, ni tampoco se indica ninguna otra actividad en la ciudad, aunque es cierto que aún no era tan conocido como lo sería años más tarde. En este viaje podría haber sido acompañado por su mujer, según un testimonio del pianista Mieczysław Horszowski, un joven músico de 12-13 años en aquel entonces. Horszowski indicó haber visto a Amparo Gal en la casa parisina de Pau Casals, algo que parece extraño, dado que Granados nunca viajaba con su mujer, salvo a los lugares de veraneo y llevando siempre a todos los hijos. Horszowski tocó en público por primera vez en París en abril de 1905, por lo que la época de febrero-marzo de 1905 podría ajustarse correctamente en el tiempo con la visita de Granados con Crickboom. Por otro lado, el biógrafo de Casals señala que Horszowski tenía dieciocho años cuando se instaló en París*, algo que no coincide con lo que se deduce de los conciertos ofrecidos por el polaco en la capital francesa. Sorprendentemente, Casals desaparece de la correspondencia conservada en el Fons Granados hasta julio de 1910, diez años después de los conciertos en el Conservatorio de Valencia, por lo que no disponemos de testimonios directos de la presencia del matrimonio Granados en Villa Molitor.

Ese año de 1905 Casals inició una relación amorosa con la excelente violonchelista portuguesa Guilhermina Suggia, una joven de 19 años y más de ocho menos que Casals. Ella se instaló pronto con él en Villa Molitor. La relación se prolongaría hasta finales de 1912. Ella no quiso casarse, por lo que permanecieron como pareja de hecho, lo que no impidió que en ocasiones a ella se la mencionara como Guilhermina Casals-Suggia o incluso como Guilhermina Casals. En privado Casals la llamaba Mina. Resulta difícil establecer cómo se desarrolló la relación entre ambos, dado que al finalizar en una drástica ruptura ambos destruyeron parcial o totalmente la correspondencia que habían mantenido*.

En julio de 1910 Granados intentó acordar una serie de conciertos en los que debía participar Casals. Debían ofrecerse en Santander y Gijón, más otro posible en Oviedo. A tal efecto el compositor leridano envió cartas a Casals, quien al parecer no contestó o su respuesta se perdió. En una de las cartas, Granados enviaba saludos de Amparo para Suggia, lo que hace pensar que la conocía. De hecho no hubo gira por el Norte ese año, por parte de ninguno de los dos. Casals estuvo de gira en Londres con el pianista y compositor escocés Donald Tovey, a quien había conocido en 1909, iniciándose rápidamente entre ellos una gran amistad y una larga colaboración profesional. Casals realizó después un rápido viaje a Barcelona y a su casa de San Salvador de El Vendrell en ese año, una vivienda que se construía bajo la supervisión de la madre del violonchelista, María Pilar Defilló. Después marchó a Viena, a tocar con la Filarmónica de la ciudad. Debutó allí en noviembre, en la Gran Sala del Musikverein, con Franz Schalk dirigiendo la orquesta. Interpretó un concierto hoy en día poco conocido, el Concierto en Do sostenido menor, Op. 64 (1906) de Emánuel Moór*.

En julio de 1912 Pau Casals convidó al matrimonio Granados a pasar unos días en su casa de Sant Salvador de El Vendrell. El violonchelista acaba de llegar a la casa, junto con Suggia, y afirmaba en el correo que pasaría por Barcelona.  En septiembre el matrimonio Granados-Gal llegó a la villa, y con él sus hijos. Se encontraban allí, además de la madre de Casals y Guilhermina Suggia, los pianistas Donald Tovey y Mieczysław Horszowski. Durante aquel verano de 1912 se quebró momentáneamente la relación entre Suggia y Casals, según alguna versión por un posible flirteo entre la violonchelista y Tovey*. El escocés se encontraba allí para entregar a la pareja Casals-Suggia su recientemente compuesta Sonata para dos violonchelos, escrita pensada en sus amigos. Parece ser que Casals, celoso y enrabiado, se encaró con Tovey pistola en mano cuando éste tomaba un baño en la casa, forzando al escocés a saltar por la ventana, todavía desnudo*. El incidente entre Casals acabó con la marcha abrupta de Tovey hacia Londres y de Suggia hacia París, pero no a Villa Molitor, sino al número 79 de la Rue Chardon Lagache.

Nada en la correspondencia de Granados nos sirve para poder ampliar los detalles del incidente de San Salvador, pero sí que nos da una noticia acerca del estado de ánimo de Casals en las fechas posteriores a la marcha de Suggia de la villa de verano. El 24 de diciembre de 1912 Casals indicaba por carta a Granados, una misiva escrita en francés, que la paz reina en nuestra casa. La hemos rescatado entre ambas partes a fuerza de sufrimientos.  La reconciliación de la pareja Casals-Suggia que se entrevé en estas palabras no impediría una ruptura definitiva. Antes de que sucediera la ruptura, ambos colaboraron en marzo de 1913 en un concierto en París, interpretando el Doble concierto para violonchelo, Op. 69 de Emánuel Moór. En julio Casals marchó de nuevo a la villa de San Salvador, consumándose en ese momento la separación. Granados y su familiar acudieron de nuevo a pasar el verano a la villa, enfermando de cierta consideración el compositor leridano.

Tras la separación de Casals, Suggia continuó firmando como Guilhermina Casals, al menos hasta 1914, coincidiendo con la boda del violonchelista con la soprano norteamericana Susan Metcalfe (abril de 1914), a pocas semanas del inicio de la Gran Guerra. Casals se instaló entonces en Nueva York. Granados y su mujer enviaron al matrimonio Casals-Metcalfe una felicitación por correo, a la cual respondió el violonchelista (en francés, que aquí traducimos): no puedo decirte cuán feliz se ha vuelto mi vida teniendo a mi lado a una mujer como la que el buen Dios me ha destinado*. Casals volvió a San Salvador ese año de 1914, volviendo después a Nueva York vía Liverpool a bordo del RMS Adriatic de la White Star Line*. A finales de año le enviaba un nuevo correo dando algunas noticias y comentando temas propios de Granados. El tono de la carta es cariñoso, pero distante, a pesar de lo cual termina enviando mil cariñosos afectos a Amparo y a tus hijos. Un abrazo muy fuerte de tu viejo que te quiere. Con la guerra asolando Europa, Casals se vio obligado a permanecer en los Estados Unidos, reduciendo drásticamente su participación en conciertos.

Por su parte, Granados había iniciado en el otoño de 1912 una amistad que le llenaría su energía y su tiempo, con el pianista, director de orquesta y compositor norteamericano Ernest Schelling (1876-1939). La vida de Granados había dado un giro con la composición y estreno de la Suite Goyescas para piano, un proceso que le llevaría ulteriormente a escribir la ópera homónima y a viajar a la ciudad de Nueva York para su estreno, donde se reencontraría con Casals. El matrimonio Granados-Gal llegó a la gran ciudad el 15 de diciembre de 1915, tras un duro viaje en el barco Montevideo de la Compañía Trasatlántica, que se inició el 25 de noviembre en Barcelona. Con ellos llegaba también Fernando Periquet, el autor del libreto de la ópera Goyescas. En Nueva York se alojaron en el Hotel Claridge de la Calle 44. En la biografía de Casals se puede leer que

Granados no compartía la pasión de viajar de Albéniz, y su aversión al mar era casi morbosa; incluso el corto viaje desde Barcelona a Mallorca era para él una tortura, y cuando un amigo le preguntó una vez qué pasaría si tuviera que hacer un concierto en Estados Unidos le respondió que ciertamente no asistiría. Pero decidió ir a Nueva York en el “Montevideo” [...] para el estreno de Goyescas en el Metropolitan Opera. En el último minuto se decidió que su esposa, en lugar de su hija mayor [Soledad (Solita) Granados Gal], haría el viaje con él.

El deplorable estado físico del compositor leridano, consecuencia del viaje en barco, le impidió ofrecer conciertos y prácticamente no pudo dedicarse tampoco a la preparación del estreno de la ópera. Los ensayos comenzaron el 10 de enero de 1916 y en ellos tuvo una parte muy activa Pau Casals, ayudando a Granados en un doble cometido: como traductor, puesto que el leridano no hablaba inglés, y como intérprete de los deseos de Granados con respecto a la música de Goyescas. La particular visión de la interpretación de la música por parte del compositor le llevaba a considerar que todos los intérpretes debían encontrar su propia forma de expresar sus partituras y que, por lo tanto, no hacían falta indicaciones de líneas de expresión en sus obras. Según Casals, Granados

acostumbraba a decir que cualquiera que tocara sus obras tenía solo que sentirlas para decidir el tempo por sí mismo. Esta convicción me puso en una incómoda posición en Nueva York durante los ensayos de Goyescas. El director y los músicos americanos no cesaban de preguntarme cómo se debía tocar exactamente la obra. Y cuando yo traducía la pregunta a Granados él sistemáticamente respondía: Diles que la toquen justo como les parezca*.

 El director que debía estrenar la ópera, el italiano Gaetano Bavagnoli, había debutado en el Metropolitan hacía poco más de un mes, el 19 de noviembre de 1915, con La Bohème de Giacomo Puccini, y desde entonces había dirigido en aquel teatro un total de 23 representaciones, correspondientes a 11 óperas diferentes, con ningún estreno en el teatro hasta el absoluto de Goyescas. Este director había sido contratado por el director del teatro, el también italiano Giulio Gatti-Casazza, después de que el gran Arturo Toscanini declinara volver para permanecer en Italia, entonces ya en guerra (desde mayo de 1915). A Bavagnoli se le había contratado para dirigir “ópera italiana” y se enfrentaba a una obra española de corta duración y ante la cual el compositor no colaboraba indicando cómo se debía dirigir.

La obra tenía además un grave inconveniente: los tres cuadros del acto único requerían decorados diferentes, lo que obligaba a una baja de telón prolongada para cambiarlos entre uno y otro. La partitura contenía una parte musical entre el segundo y el tercer acto, pero no así entre el primero y el segundo. Ante la perspectiva de tener que realizar un cambio de escenario dejando al público a la espera durante varios minutos, el director del teatro, Guilio Gatti-Casazza y el director musical Gaetano Bavagnoli solicitaron, o más bien exigieron, que el compositor aportara una pieza orquestal a modo de intermedio, al estilo del de Cavalleria rusticana*. Granados se vio pues forzado a componer el famoso intermezzo de Goyescas, escrito en una sola noche en su habitación del hotel*. Según publicó la compañía Aeolian en 1919,

unos diez días antes del estreno de la ópera, Granados decidió componer un nuevo Intermezzo, [...] y, sin utilizar el piano, compuso el interludio en tres cuartos de hora*.

Casals le llamó por la mañana y lo encontró en un estado depresivo y a punto de llorar. Consideraba el compositor que había escrito una pieza indigna de él sólo para complacer al público y que había capitulado a unas demandas inaceptables al hacerlo*. Confesó haberse equivocado con la música del intermezzo, puesto que le había salido una jota, un tipo de música muy alejada del resto de la ópera. Casals le respondió: ¿No era aragonés Goya? Granados estuvo entonces de acuerdo en que la coincidencia era oportuna*.

Antes del estreno de Goyescas, que tuvo lugar el 28 de enero de 1916, el compositor leridano ofreció su primer concierto en los EE. UU. El día 23 de enero Pau Casals lo presentó en el Hotel Ritz-Carlton a la Sociedad de los Amigos de la Música. Allí Granados interpretó varias obras propias: dos Danzas Españolas (Valenciana y Arabesca), Valses Poéticos, Goyescas (Requiebros, Coloquio en la reja, Fandango del candil, Danza lenta y El pelele) y tres obras para piano y violonchelo, acompañado de Pau Casals (Trova, Danza andaluza y Madrigal). Al día siguiente de este primer concierto, The New York Times le dedicó unas pocas líneas:

El Sr. Granados como intérprete fue una sorpresa para muchos de los asistentes, que vieron la facilidad con la cual superó las dificultades técnicas considerables que introdujo en sus propias composiciones.

El New York Herald también le dedicó un artículo, en el que destacó la enorme expectación que suscitó el concierto, con la presencia de un número inusual de asistentes a un concierto de los Amigos de la Música:

Aunque no es un gran pianista virtuoso, el Sr. Granados es hábil intérprete. Tiene una gran técnica de digitación y varía el tono con habilidad. Sus cualidades más destacadas son la forma de llevar a cabo los ritmos y el espíritu claramente español con el que ha dotado su forma de interpretar.

Después del exitoso estreno de la ópera, satisfactorio por lo que se refiere a la asistencia del público, aunque con críticas negativas por parte de la crítica especializada, Granados tuvo ocasión de participar en dos conciertos más: el primero en la Sala Aeolian, el 22 de febrero, donde además grabó rollos de pianola, y el segundo en la Casa Blanca de Washington, ante el presidente Woodrow Wilson y su reciente esposa. Según algunas fuentes, fue la hija del presidente, Margaret Wilson, quien sugirió que se le convidara y quien preparó el programa de concierto*. Según otras fuentes se trató de una iniciativa personal del presidente Woodrow Wilson*.

Sea como fuere, Granados debía de participar en el primer concierto de la serie, no en ninguno de los posteriores, si quería evitar un aplazamiento en su regreso a España*. Lo cierto es que el matrimonio Granados-Gal acabaron partiendo de Nueva York hacia España a bordo del SS Rotterdam para dirigirse al Reino Unido. Fueron a despedirles los amigos que se encontraban en Nueva York, entre ellos los matrimonios Schelling y Casals-Metcalfe. Una vez en Inglaterra, tras pasar unos días en Londres abordaron en Folkstone el vapor-correo SS Sussex que debía llevarles a la población francesa de Dieppe, donde tenían pensado subir a un tren que les llevaría a Barcelona, pasando inevitablemente por París, en donde deberían cambiar de estación y de tren. El resto es bien conocido, torpedeado el Sussex, el matrimonio pereció en las aguas del Canal de la Mancha.

Poco después de la muerte de Granados, Otto Kahn, el empresario del Metropolitan Opera a quien Granados y su esposa conocieron en una fiesta en Nueva York celebrada el 8 de enero de 1916, organizó un homenaje al matrimonio, en forma de un concierto a beneficio de sus seis hijos huérfanos. Edward Louis Bernays, un gestor de relaciones públicas, austríaco de nacimiento y naturalizado estadounidense, se encargó de toda la organización*. El acto tuvo lugar el 7 de mayo de 1916, con la colaboración como director artístico de Pau Casals. Se ha dicho que la iniciativa de la organización del concierto fue de Casals, aunque poco importa si fue de Otto Kahn o de Casals, o quizás de los dos. En el concierto, actuaron en el Metropolitan Opera los músicos Ignacy Jan Paderewski, John McCormack, Pau Casals, María Barrientos, Julia Culp, Andrés Perelló de Segurola y Fritz Kreisler, sin cobrar por su participación y cediendo toda la recaudación, algo más de 10.000 dólares, a los hijos del matrimonio Granados*. La firma Aeolian Company contribuyó también en la organización del evento, al asumir el coste de la publicidad del acto en los periódicos de la ciudad. Otto Kahn complementó la cifra con un cheque de su propio dinero. Al poco de acabar el concierto, el personal del Metropolitan envió un telegrama al Orfeó Català para comunicar la cifra recaudada y destinada a los huérfanos de Granados.

En el concierto se interpretaron varias obras del compositor leridano: la canción La diosa en el jardín, para voz y piano (John McCormack y Fritz Kreisler*), Danza española para violín y piano (Fritz Kreisler, violín, y Pau Casals, piano) y las canciones Amor y odio, El majo discreto y Elegía eterna (María Barrientos y Pau Casals al piano). En un momento del concierto, el bajo español Andrea de Segurola (Andrea Perelló de Segurola) leyó con gran sentimiento, y traducida al inglés, la última carta que recibió de Enrique Granados, escrita desde el buque Rotterdam, una carta que no ha llegado a nosotros. La interpretación más interesante fue sin duda la que abría el evento, el Trio para piano, violonchelo y violín, Op. 97 de Beethoven, interpretado por Paderewski, Kreisler y Casals: probablemente tres artistas de nivel tan elevado no hayan nunca interpretado juntos en público, al menos en los EE. UU.

Este concierto, el único consuelo que Casals pudo encontrar en el desastre [...] se dio en un abarrotado Metropolitan Opera House, el domingo por la noche, el 7 de mayo de 1916. [...] Casals, Kreisler y Paderewsi tocaron juntos el Trío “Archiduque” de Beethoven – la única vez que Paderewski y Casals tocaron juntos en público y la última vez que se vieron. Durante el descanso, las señoras de Kreisler, Paderewski y Casals vendieron muñecos hechos por refugiados polacos y programas de recuerdo, a 5 dólares cada uno, para aumentar los beneficios, que en total llegaron a más de 11 mil dólares, destinados a los huérfanos de Granados. Al final del concierto, con el Metropolitan en total oscuridad, excepto por la luz de una vela sobre el piano, Paderewski interpretó la marcha fúnebre de la Sonata en Si bemol menor de Chopin*.

Notas

1. Carta de Mathieu Crickboom a Granados de fecha 11 de marzo de 1900.

2. Herbert L. KIRK, "Pablo Casals, a biography", New York: Holt, Rinehart and Winston, 1974, ISBN 978-00-30076-16-9, p 185.

3. "Heraldo de Gerona", año VII, número 369, 23 de febrero de 1905, p. 2.

4. Herbert L. KIRK, "Pablo Casals, a biography", New York: Holt, Rinehart and Winston, 1974, ISBN 978-00-30076-16-9, p 186.

5. Anita MERCIER, "Guilhermina Suggia, Cellist", London & New York: Ashgate Publishing, 1959, ISBN 978-0754661696, capítulo 2, “Casals-Suggia”. El capítulo se extiende al periodo 1905-1913.

6. La estrecha relación entre Casals y Moór bien merecería un artículo separado.

7. Anita MERCIER, "Guilhermina Suggia, Cellist", London & New York: Ashgate Publishing, 1959, ISBN 978-0754661696, pp 25-26.

8. La descripción del incidente proviene principalmente de cartas de Tovey a amigos suyos, por lo que esta versión de lo que sucedió puede no ser del todo imparcial.

9. Carta de Pau Casals a Granados firmada el 25 de mayo de 1914, firmada en Londres.

10. Esta compañía naviera fue la propietaria del tristemente hundido RMS Titanic.

11. José María CORREDOR, "Conversations with Casals", New York: E. P. Dutton & Co, 1957, L.C. 57-5322, p 154.

12. Herbert L. KIRK, "Pablo Casals, a biography", New York: Holt, Rinehart and Winston, 1974, ISBN 978-00-30076-16-9, p 310

13. Se ha escrito que fue por consejo de Pau Casals que Granados escribió el Intermezzo, y no por imposición de los responsables del teatro y de la orquesta. Las memorias de Gatti-Casazza no dejan dudas acerca de quién exigió la composición de la obra.

14. Aeolian Company, "The Aeolian Pipe-Organ and its music”, 1919, p. 163.

15. Herbert L. KIRK, "Pablo Casals, a biography", New York: Holt, Rinehart and Winston, 1974, ISBN 978-00-30076-16-9, p 310

16. Walter Aaron CLARK, "Enrique Granados: Poet of The Piano", New York: Oxford University Press, 2006. ISBN 978-0-19-981300-1, p 156

17. “El programa fue seleccionado y preparado por Miss Margaret Wilson”, según el "Washington Post"

18. El presidente Woodrow Wilson había enviudado a mediados del año 1914, y se había vuelto a casar el 18 de diciembre de 1915, pocos días después de la llegada de Granados a Nueva York. Entre la muerte de su primera esposa, Ellen Axson Wilson, y la boda con la segunda, Edith Wilson, la hija mayor, Margaret Wilson, ejerció de “primera dama” de los EE. UU.

19. Días antes del concierto en el que Granados participó en la Casa Blanca, el 23 de febrero de 1916, un pianista amigo suyo había interpretado piezas al piano en la residencia del presidente de los EE. UU.: Ignacy Jan Paderewski. Pero no se trató formalmente de un concierto, sino de una comida en honor del presidente de la Cámara de Representantes, James Beauchamp “Champ” Clark (1850-1921), al final de la cual Paderewski se sentó al piano y ofreció un concierto.

20. Edward Louis BERNAYS, "Biography of an Idea: The Founding Principles of Public Relations", New York: Open Road Integrated Media, 2015, ISBN 978-1-4976-9867-3B9.

21. "The New York Press" añadía: “varios miles de dólares más se podrían haber recaudado si los espectadores hubieran pagado por las entradas [al Metropolitan Opera] lo que pagaron a los especuladores”.

22. Fritz Kreisler era violinista, pero el programa de mano del concierto indica claramente que acompañó al piano 3 piezas cantadas por McCormack.

23. Herbert L. KIRK, "Pablo Casals, a biography", New York: Holt, Rinehart and Winston, 1974, ISBN 978-00-30076-16-9, p 331.

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